Circunspecto, sin poder evitar
un par de furcios (incluido uno numérico) pese a estar leyendo,
el Presidente anunció al país su plan y explicó que
no es sólo el mejor posible, sino además el único.
Asombrosa premisa ésta, que también supieron invocar Alfonsín
y Menem. ¿Cuán inevitable es el rumbo elegido? ¿Cuán
capciosa es cualquier propuesta alternativa? Ciento por ciento, emitió
Fernando de la Rúa. ¿Lo es en todos sus detalles, ya que
estamos? ¿Si las exenciones impositivas otorgadas a las tarjetas
de pago se hubieran extendido a las de crédito, estallaría
el país? ¿Y si se quisiera bajar la tasa que se paga a los
acreedores externos al 6 por ciento o elevarla al 8 por ciento, derivaríamos
al caos? Las preguntas, por el absurdo, buscan patentizar cuan irrazonable
es la pretensión de quienes son apenas inquilinos del poder en
arrogarse la condición de dueños de la verdad. Las políticas
propuestas por la dupla Cavallo - De la Rúa podrían hasta
ser las mejores (opine usted lector), pero sin duda no son las únicas
posibles. De hecho, no son las que el mismo dueto encaró dos o
siete meses atrás. Lo que el Presidente propugnó el
programa único flanqueado de un gabinete que parecía
pintado por un renacentista fatigado, es la negación misma de la
democracia, lo que es bastante grave. Pero, si bien se mira, es la negación
de la política misma, como posibilidad de intervención,
de modificación, de generación de escenarios. Y eso es más
que grave: es un insulto a la inteligencia de sus representados.
El corazón en las
tinieblas
El programa único fue presentado por De la Rúa
como una combinatoria de acciones sociales, económicas y financieras.
Pero está claro que, más allá de cierta retórica,
no hay disposición en la Rosada ni en Hacienda de destinar una
chirola más a los más sumergidos. El núcleo sólido
del haz de medidas de Cavallo es la reestructuración de la deuda
pública. Claro que eso está presentado en un programa a
lo Mingo, una maraña de reglas, incluidas algunas que ora
morigeran, ora violan los principios generales. No les falta arbitrariedad
y privilegio a esas normas, en especial a aquellas que establecen un asombroso
salvataje a empresas privadas que parece hecho a medida para algunos amigos
y aliados pasados, presentes o futuros del Ministro.
La reestructuración de la deuda es el corazón del programa.
Sus medidas reactivantes, amén de opinables por otras variables
(inducir a los trabajadores ávidos de liquidez a debilitar su jubilación
futura es una perversidad que se parece bastante a la ideología
de Cavallo) seguramente tendrán pálida repercusión.
El presunto paquete social será contractivo por una sencilla razón:
se repartirá menos plata que hoy. El recorte de la coparticipación
federal que sigue en debate tendrá el mismo efecto. Y los aumentos
en el salario de bolsillo serán parcialmente compensados por menguas
en asignaciones familiares o aumentos de impuestos.
En suma, Cavallo se juega todo a una carta. Parece una carta baja, un
cuatro de copas, diríamos. No tiene mucho para ofrecer a los acreedores
o bancos ubicados en el extranjero. El privilegio sobre la recaudación
impositiva es una intolerable renuncia a la soberanía y por
añadidura un anzuelo muy poco seductor para los acreedores.
Los estudios jurídicos de los grandes bancos ya tienen preparadas
las demandas contra el Estado argentino. El nuestro no es un default repentino,
como el de Rusia. Vino con aviso, ya todos están preparados, los
discursos del jueves no los van a conmover explica a este diario
un economista de primera línea que conoce la histérica lógica
de los mercados.
En la Rosada y en Hacienda hay quienes piensan distinto. Les va
a torcer el brazo a los banqueros se entusiasmaron ante Página/12
un cavallo boy y un sushi que juega en Primera, repentinamente nacionales
y populares. La película seguirá el lunes. Entretanto, los
últimos fotogramas del viernes sólo insuflan pesimismo.
La fuga de depósitos que se inició el miércoles se
acentuó jueves y viernes. Los números oficiales no se conocen
aún, los oficiosos hablan de 1500 millones de pesos, una media
de 500 millones al día que si se sostuviera por una semana podría
hacer caer a más de un banco. En Gobierno niegan que la corrida
sea tamaña, pero el viernes el call money estuvo a un promedio
de 200 por ciento lo que habla de una sangría infernal.
La mera prolongación, por una semana más, de lo ocurrido
en la que termina hoy, implicaría un escenario de catástrofe
financiera de tremendas e incalculables proyecciones. Ese es el escenario
más posible hoy, en un plácido domingo de vísperas.
Carpe diem lectora o lector, que mañana no se sabe.
Un poco de buena onda
Cabe, con todo, imaginar la hipótesis más virtuosa posible.
Imaginar qué pasaría si de grado o con la muñeca
vencida por el férreo pulso de Mingo los acreedores se resignan
a moderar la usura. En ese caso, pontifica el ministro, habría
una reducción de 4000 millones de pesos. Los números tan
redondos inducen a la duda, a la sospecha de la simplificación.
La sospecha se agudiza si los datos brotan de Cavallo cuyo compromiso
con la exactitud, por no mencionar a la verdad, son muy lábiles.
Serán 4000 nomás o 3000 y pico, vaya usted a saber. En cualquier
caso esa cifra para ser correctamente sopesada necesita un
contexto que el ministro y el Presidente escamotearon.
El contexto sugiere que esa cifra, aunque no es jamás una bicoca,
resultaría exigua para equilibrar el déficit público,
si sigue bajando la recaudación fiscal. En octubre la caída
superó el 11 por ciento. Vale recordar que el término de
comparación, octubre de 2000, fue un mes horrible connotado por
la renuncia de Chacho Alvarez y los primeros vientos de default.
El contexto exige para completarse el detalle de los recortes que contendrá
el Presupuesto 2002, que el Gobierno no informa burlando en este aspecto
a la Constitución.
En suma, la importancia relativa del alivio fiscal sólo pueden
ponderarse añadiendo más variables, que son los otros
ingresos y los gastos. Si el déficit cero sigue estrangulando a
la economía real, los 4000 millones serán otra moneda que
cae en el triángulo de las Bermudas de la economía nativa.
Si reducimos las tasas, el riesgo país dejará de ser
un indicador condicionante se solaza un cavallo boy que, en el ínterin
hasta que tal bienandanza acontezca, tiene Internet clavado en ese dato.
Pero cuando ocurra reverdecerá un problema que el actual plan ha
puenteado con total elegancia: la paridad cambiaria. Ninguna economía
puede ser competitiva con las tasas que se pagan en la Argentina, pero
si se dejaran de pagar quedaría patente un dato que tiene añares:
tampoco se lo puede ser con tipo de cambio fijo y el peso ferozmente sobrevaluado.
Esa dificultad fue la que intentó paliar la convertibilidad ampliada,
otra sutil creación de Cavallo que el Presidente consideró
verdad irrecusable y política única hace unas semanas y
que el jueves pasó a cuarteles de invierno.
La depresión de la economía es, como casi todos los fenómenos
sociales, policausada. Deriva del encarecimiento prohibitivo del crédito
(previo a su desaparición) pero también de la paridad cambiaria,
del altísimo desempleo, de la flagrante desigualdad en la distribución
de ingresos. El cavallismo suele tener como parámetro lo que alguien
llamó teoría de la peste: decidir que, como
en una epidemia, hay un mal que determina si no todas, casi todas las
disfunciones de la sociedad. Ese desprecio por las complejidades, que
apesta a autoritarismo, suele fascinar a losfuncionarios, aún a
algunos menos desaprensivos que Cavallo. Leyes únicas, instrumentos
únicos, suelen licenciar a los gobernantes del agobio de las diferencias,
de los federalismos, de pluralidades engorrosas. Con algunos costos, claro
está.
Pobres bancan pobres
El plan que trae bajo el brazo Patricia Bullrich se presenta con el envoltorio
de aliviar el fárrago de la proliferación de programas y
planes. La ministra anuncia unificaciones. Algunas son deseables porque
los instrumentos se han multiplicado acá y allá al servicio
de las necesidades políticas de ministros o secretarios de cualesquiera
áreas y luego, como suele ocurrir en el Estado, han quedado anquilosados,
incorporados como capas geológicas. Pero a veces la multiplicación
de planes y programas tiene una lógica que la urgencia de la burocracia
suele soslayar: la de la tutela de intereses específicos considerados
dignos de tutela, hecho que suele determinar que haya financiamientos
internacionales para esos fines. La lógica de los contadores o
de los diseñadores de burocracia estatal pretende hacer tabula
rasa con todo, pero no es tan sencillo. Ni lógico, ni siempre deseable.
Esto dicho, el plan anunciado con ditirambos por el Presidente y Bullrich
es, mirado de cerca, bastante menos impactante que lo que ellos plantearon
y bastante menos autónomo de la lógica restrictiva del programa
del gobierno.
u La masa de dinero a repartir entre los beneficiarios no tendrá
incremento alguno (quizá sufra alguna merma) lo que significa que
la universalización de las asignaciones familiares será
una suerte de perinola entre muy pobres y algo menos pobres. Se repartirán
de otro modo, siendo croupier Bullrich, cuántas fichas le queda
a cada cual.
u La forma de pago, dación en efectivo, sin mediaciones ni contraprestaciones
ni capacitación alguna, alude al más craso credo liberal.
Yo te doy la plata y vos, soberano, hacé lo que quieras.
Lo que no podrá proponerse con eficacia el beneficiario jamás,
porque las reglas de juego lo impiden, es organizarse, salir del círculo
crónico y opresivo de la pobreza que en la Argentina va degradando
de una clase (colectivo desafiante que compite por prosperar) en una casta
(en la que se nace y se está condenado a morir).
u La implementación será altamente compleja. La elaboración
del padrón de beneficiarios es entre peliaguda e imposible de realizar
en el lapso en el que promete Bullrich. No hay padrón posible de
beneficiarios, ni datos que cruzar. En la Agencia Social dicen que el
núcleo será la autoinscripción. Optimista lectura
que parece a la hechura de la Capital, donde, bondi mediante, cualquiera
llega a la Ansés. Pero será mucho más arduo en el
Interior, en zonas rurales ni qué decir. Piénsese: exigirá
que millones de personas se movilicen (seguramente más de una vez,
pocos se presentan con todos los papeles en regla ante los empadronadores),
que el ente de aplicación chequee mínimamente las declaraciones...
Nada es definitivo pero se podría apostar cinco a uno que en enero
de 2002 muy pocos beneficiarios estarán en condiciones de cobrar
la nueva asignación. Descontársela a los que ya la cobran,
eso sí, será más sencillo.
El Plan Bullrich, cuya casi única virtud es recuperar como un valor
la universalidad de la asistencia social, tiene marcados puntos
de tangencia con las propuestas de la cavallista Carola Pessino, que como
su jefe fue funcionaria del anterior gobierno y de éste. Menudo
dato que la preocupación social llegue tarde a este gobierno y
lo haga con la matriz del CEMA y de la Mediterránea.
Los gobernas
Si no se ponen al día con lo que nos deben el lunes, el
martes empezamos la guerra contra Cavallo. La frase lanzada por
Carlos Ruckauf ante sus allegados pinta bien el malhumor creciente de
los gobernadores del PJ con el ministro de Economía. Se supone
que, si no hay arreglo, los próximos serán días de
guerra: votarán la derogación de las facultades extraordinarias
en la sesión de diputados del martes y apoyarán el pedido
de juicio político al hiperministro propuesto por Elisa Carrió.
Los justicialistas, hablando en voz no siempre baja, espigan al interior
del gobierno: rescatan a Chrystian Colombo (con él se puede
hablar) y suelen ser más piadosos con De la Rúa que
con Cavallo. Aunque, como señaló un presidenciable a Página/12,
entienden le falta capacidad de conducción, se deja arrastrar
por Cavallo. Alfonsín o Menem hubieran arreglado esto en dos días.
Como fuera, fue palmaria la ausencia de los gobernadores en la poco conmovedora
presentación del plan económico. Un gobierno solo, muy solo,
que viene de ser goleado en las elecciones, es una pobre sustentación
para una jugada de tamaña magnitud. Se dirá que además
la foto de familia está velada por innumerables internas
Bullrich vs. Sartor y vs. Colombo, éste vs. Cavallo, éste
vs. Rodríguez Giavarini pero, en fin, eso ocurre en los mejores
clanes y no impide que, a la hora de la hora, todos se encolumnen detrás
de Mingo.
Colombo, aunque enojado porque Cavallo lo desacredita como débil
ante auditorios empresarios, retomó el viernes el teléfono
y comenzó a anudar charlas con los gobernas peronistas.
Rodríguez Giavarini, aunque poco conforme con la compulsividad
de la refinanciación de la deuda, trabajó para conseguir
el apoyo del G 7 lo que le valió incluso un eufórico y
casi no correspondido según un testigo presencial abrazo
de Cavallo el viernes en Cancillería.
Las divisiones del gobierno y sus querellas son, comparativamente, bajas.
Derivan de ciertas lógicas de poder antes que de diferencias de
proyectos, las agiganta la carencia de conducción y de arbitraje
propia del estilo presidencial.
Diez años de asolación
Hace diez años que está en el candelero y es una especie
de Terminator, que sobrevive a los fracasos de gestión y políticos.
Denunció a medio país, jamás probó el
peso de la verdad de sus catilinarias y andando el tiempo se fue
retractando de sus imputaciones. Puso fin a sus querellas con Corach,
con los Ciccone y llegó a un arreglo con los herederos de Alfredo
Yabrán.
Muchos de sus allegados están siendo juzgados o procesados, alguno
preso por corrupción, él siempre pega en el poste y sale.
Milagros sucesivos lo dejan afuera de las investigaciones de IBM Nación
o en la causa de venta ilegal de armas.
Se hizo célebre porque mató a la hiper de un tiro en la
frente, sin dar especial cuenta de que la hiper es de morir así
nomás. Es autor o cómplice calificado de muchas de las desdichas
que padece la Argentina: la desocupación masiva, la desintegración
territorial, el arrasamiento de las economías regionales, la falta
de planeamiento estratégico, la desigualdad en el reparto de la
torta, la venta de las joyas de la abuela, la renuncia a imponer las rentas
petroleras.
Algo cabe reconocerle: una enorme creatividad en materia económica,
su coherencia ideológica y una voluntad que pocos políticos
argentinos tienen. La jugada que hizo Cavallo en estos días tiene
esos y otros sellos suyos: simplismo, irresponsabilidad respecto de las
consecuencias de sus actos, desprecio por los beneficios sociales, un
condimento eterno de negocios o salvatajes para ciertos capitales a costa
del Estado. Condenado a seguirlo, el Gobierno espera cerrar trato con
los Gobernadores en esta semana, encontrar una respuesta piadosa de los
mercados y esperar que pare la corrida bancaria.
Lo primero está en el orden lógico de la política.
Lo segundo y lo tercero sólo Dios sabe. Y en estos últimos
tiempos no está actuando como cuando era argentino.
LAS
ENCUESTAS MUESTRAN UNA ESPERANZA CAUTA
Cómo se ve el paquete
Por Raúl
Kollmann
No hay euforia ni mayores seguridades
de éxito. Sin embargo, el plan lanzado el jueves por el Poder Ejecutivo
ha despertado cierta esperanza entre la gente y hay una tendencia a aprobar
las medidas. Como ya se venía percibiendo, crece la cantidad de
ciudadanos que está de acuerdo en tomar medidas con la deuda externa
y, por lo tanto, dos de cada tres personas apoya la reestructuración.
También hay respaldo a las medidas más sociales, en especial
la de otorgarle 100 pesos a cada persona mayor de 75 años, aunque
no haya hecho aportes jubilatorios. Bastante controvertido es el plan
de que el Estado pase a rescatar empresas endeudadas.
Las conclusiones surgen de un estudio realizado el viernes por la consultora
Analogías, que conducen Analía del Franco y Luis Sthulman,
y que suelen testear la opinión pública para el Gobierno.
En total se encuestaron a 400 personas de Capital Federal y Gran Buenos
Aires, respetándose las proporciones por edad, sexo y nivel socioeconómico.
La lectura de las encuestas sobre las nuevas medidas debe hacerse a la
luz de los increíblemente bajos índices de aprobación
que tiene el presidente De la Rúa y su equipo. La imagen del Presidente
apenas supera los 15 puntos y la opinión sobre el rendimiento del
Gobierno es aún peor. O sea que las medidas las toma un Ejecutivo
en su peor momento y que, encima, viene de perder una elección.
Igualmente debe considerarse que tampoco la oposición aparece con
credibilidad alguna en las encuestas, lo que significa que el nuevo plan
tiene como trasfondo una clase política muy mal considerada.
No es un mal comienzo para el Gobierno que casi la mitad (49 por ciento)
diga que estas medidas podrían ayudarle a De la Rúa a encontrar
el rumbo y que entre los que están más esperanzados y esperanzados
suman casi un 46 por ciento del total de los ciudadanos. Eso implica que
hay una mitad ya muy descreída, pero otra mitad con cierta expectativa.
Respecto de las medidas, un 66 por ciento respalda la reestructuración
de la deuda externa, algo que era tabú hace unos años. Según
se ve en otros estudios, también empieza a aparecer un porcentaje
alto (más del 40 por ciento) que no ve mal salir de la convertibilidad.
Todo esto tiene que ver con la desesperación por salir del cuadro
actual, en especial de la desocupación. Como era de esperar, tienen
mucho apoyo las medidas que tienden a auxiliar a los sectores más
necesitados los 100 pesos a los mayores de 75 años, los 30
pesos por hijo también hay aprobación para la reducción
del aporte a las AFJP por un año y a la devolución del 3
o el 5 por ciento del IVA. La mayor polémica está en la
asistencia a las empresas en crisis, convirtiendo al Estado en socio de
esas compañías: la mitad está a favor y la otra mitad
en contra.
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