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La muerte del marido de Georgina
Barbarrosa es ahora un misterio

Sin descartar que sea un asalto de la �mafia de los taxis� que salió muy mal, se investiga si el asesinato a puñaladas de Miguel Angel Lecuna no fue un crimen por encargo.

Lecuna fue enterrado ayer a la tarde en un cementerio privado de la zona norte bonaerense.

La muerte de Miguel Angel “El Vasco” Lecuna, marido de la actriz y conductora Georgina Barbarrosa, puede que no empieza y termine en un simple asalto violento. Si bien los investigadores continuaban anoche intentando ubicar a supuestos miembros de una “mafia de los taxis” paralelamente comenzaban a escarbar en la vida y las relaciones del empresario. Es que preferían no descartar que el homicidio tuviera móviles más complejos y menos obvios que el simple intento de robo. “Este es un crimen raro”, le dijo a Página/12 una fuente policial que despreció la hipótesis de la existencia de una mafia. “Hay que ver cuánto tiempo estuvo arriba del auto este hombre”, sostuvo. Y reconoció que aún no había testigos sobre el momento en que Lecuna subió al taxi Renault 19 en el que terminaron matándolo a puñaladas en el cuello y el tórax, donde la herida produce una hemorragia que garantiza una muerte segura si la asistencia médica no llega a tiempo. Así, al segundo día del crimen el misterio empezaba a sobrevolar el caso.
Hasta ayer lo único claro era que en la esquina de Mario Bravo y Cabrera dos hombres bajaron de una camioneta Renault Trafic o una van Mercedes Benz blanca y se subieron, con la complicidad del chofer, a ambos costados del pasajero. De allí hasta la esquina de Gorriti y Sánchez de Bustamante nadie sabe qué pasó, cuál fue la escena en la que “El Vasco” recibió las puñaladas mortales que le ocasionaron la muerte en el hospital Rivadavia. El gobierno de la Ciudad aclaró ayer que la ambulancia del SAME a la que llamaron tardó sólo diez minutos en llegar al lugar. Igual, el marido de la actriz fue asistido por una ambulancia que transportaba muestras de sangre y por un médico vecino de esa esquina a las 17.50. Aún si hubiera sido asistido inmediatamente las heridas que le hicieron eran gravísimas.
Esos puntazos pueden haber tenido, según las fuentes, dos motivaciones. La primera es la del intento de robo. Si es que a Lecuna lo quisieron asaltar ladrones acostumbrados a hacer aprietes sobre taxis, les salió demasiado mal, en una zona donde no suele ocurrir porque Palermo, de moda, resulta estar demasiado transitada por patrulleros, con travestis en las esquinas, y ese público entre moderno y prostibulario que lo atraviesa. Esto es: la policía no recuerda –a falta de estadísticas– otro asalto de una supuesta mafia de taxis hecho con el apoyo operativo de una camioneta como la que usaron el viernes. Y la única razón por la que pudieron haberlo herido sería que se resistió con violencia. Difícil, teniendo en cuenta la indefensión en la que queda una persona a la que dos hombres con púas o cuchillos se le sientan a los costados. Claro que también llama la atención que si lo ultimaron porque “se les fue la mano” o por una reacción imprevista, le hayan dejado en la muñeca el costosísimo reloj y en la billetera el dinero.
La segunda es que el crimen puede no tener nada que ver con un intento de robo, y sí con una situación que los investigadores todavía desconocen. Por eso ayer, mientras hacían procedimientos absolutamente reservados intentando dar con ladrones de taxis en algunos aguantaderos conocidos, indagaban sobre la vida de la víctima y sus relaciones comerciales y personales. Una versión que no pudo ser confirmada ayer decía que había un taxista herido al que le habían robado el auto en el que mataron al empresario. “No tengo la información, pero si es así, sí le digo que no es un robo porque el método es el alquiler de un coche, nunca vimos que esté precedido de un robo de taxi”, dijo un vocero policial.

 

La marcha del Orgullo

Fue la más grande y ruidosa que haya visto la ciudad. La décima marcha del orgullo Lésbico, Gay, Bisexual, Travesti y Transexual cerró anoche frente al Congreso con el ya tradicional beso masivo de un minuto entre bocas de todas las minorías sexuales y hasta de cientos de heteros presentes. Después de recorrer entera la Avenida de Mayo, unas cuatro mil personas, el doble que el año pasado, se instalaron frente al palco desde donde la música disco y la electrónica sonaban anunciando una fiesta segura. En el desfile se destacó una carroza pidiendo la aprobación de la unión civil.

 

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