Página/12
en Pakistán
Por Eduardo Febbro
Desde Islamabad
Al día siguiente de que Osama bin Laden hiciera llegar un video
a la televisión árabe Al-Jazeera acusando a los dirigentes
árabes musulmanes que apoyan a George W. Bush y también
a los que integran la ONU de haber renegado de su religión,
el secretario de Defensa norteamericano llegó a Pakistán
para confirmar que los bombardeos continuarían en Afganistán
durante el mes de ayuno musulmán, el Ramadán. Ni bombas
menos potentes, ni ataques reducidos o dosificados. Apenas llegar a Islamabad,
Donald Rumsfeld aclaró que Estados Unidos no contemplaba suspender
los ataques durante el Ramadán a pesar del pedido hecho por el
presidente paquistaní Pervez Musharraf y otros dirigentes musulmanes.
Soy consciente del punto de vista del presidente paquistaní
y del de numerosos países. Es un tema importante y no somos insensibles.
Pero la realidad es que la amenaza de nuevos actos terroristas existe,
es verosímil, real, y hace temer que mueran miles de personas más,
dijo Rumsfeld, justificando así la decisión norteamericana.
La confirmación aportada por el jefe del Pentágono contradice
las informaciones que circularon en Pakistán durante los últimos
días afirmando que Washington iba a aminorar su operativo
en Afganistán. El mismo presidente paquistaní había
manifestado su deseo de que los objetivos operacionales fijados
sean alcanzados antes del Ramadán. Muy por el contrario,
en momentos en que la Alianza del Norte volvía a fracasar en su
intento de tomar el control de la estratégica ciudad de Mazar-i-Sharif,
Estados Unidos desplegó medios militares suplementarios e intensificó
sus bombardeos. Varios grupos de refugiados provenientes de Kabul a los
que Página/12 pudo acercarse detallaron la pesadilla que viven
desde hace cinco días. Las bombas caen día y noche,
sin descanso, y son mucho más potentes que antes. La tierra tiembla
como si el mundo se fuera a abrir bajo nuestros pies, relató
un afgano residente en la periferia de Kabul que llegó el domingo
a la madrugada a Peshawar.
Un signo inequívoco de que la campaña militar, que entra
en su quinta semana, va a incrementar su magnitud, es el despliegue en
territorio afgano de consejeros norteamericanos cuya misión consiste
en guiar los bombardeos. A pesar de la visible consternación
de la opinión pública del mundo musulmán y de la
falta de resultados tangibles tras un mes de una ofensiva continua, Rumsfeld
estimó que el poder talibán ya no funciona como un
verdadero gobierno. No obstante, el secretario de Defensa de Estados
Unidos reconoció que, en su calidad de fuerza militar, los
talibanes aún cuentan con concentraciones de poder. Poseen capacidades
militares reales y se sirven del poder que detentan en sus enclaves para
imponer su voluntad. Proveniente de Uzbekistán, Rumsfeld
estimó que la ofensiva contra los talibanes había conocido
progresos reales. Las declaraciones de Rumsfeld contradicen
en parte la realidad constatada en el terreno. La Alianza del Norte viene
anunciando desde hace cuatro días el lanzamiento de una importante
ofensiva para recuperar la ciudad de Mazar-i-Sharif. Los hombres de la
Alianza contaron para ello con el trabajo de ablandamiento
efectuado por los bombarderos estadounidenses. Sin embargo, la anunciada
ofensiva de la Alianza resultó un fracaso a pesar de la lluvia
de bombas que Washington mandó sobre las primeras líneas
de los talibanes estacionadas en esta ciudad del norte de Afganistán.
Mazar-i-Sharif es un candado cuyo control abriría las
puertas para la instalación de una base con vistas al posterior
despliegue de tropas de Estados Unidos. Pero el candado de Mazar-i-Sharif
no cedió. Anteayer, la Alianza afirmó que el distrito de
Aq Kupruk, situado a 70 kilómetros deMazar-i-Sharif, estaba en
sus manos. La conquista militar duró sin embargo muy poco. Ayer
por la noche, las fuerzas de la milicia talibán recuperaron el
distrito. En cambio, la Alianza, ayudada por especialistas norteamericanos,
terminó de construir un aeropuerto situado en la ciudad de Cherkat,
a unos 80 kilómetros de Kabul. Las pistas permitirán el
aterrizaje de aviones de transporte humanitario y militar como los C-130
o los Antonov. Según los expertos, Cherkat servirá en el
futuro como base de suministro para las fuerzas de la Alianza
en cuanto éstas se lancen a la conquista de Kabul.
La aclaración hecha por Rumsfeld de que la ofensiva
continuaría durante el Ramadán que comienza a mediados
de noviembre coincide con el nuevo mensaje enviado por Osama bin
Laden convocando a los musulmanes a defender su religión
y sus hermanos afganos frente a la cruzada de Estados
Unidos. Pero el millonario saudita parece haber perdido parte de su crédito.
Cada vez más sensible a las consecuencias que pagan los civiles
afganos bajo las bombas norteamericanas, la opinión pública
paquistaní hizo muy poco caso a los mensajes de Bin Laden. Sus
últimos intentos por movilizar las masas contra Estados Unidos
no han tenido más que un eco sectario. La carta que envió
al canal de televisión árabe AlJazeera pidiendo a los paquistaníes
que se revelaran contra Musharraf no provocó ningún efecto
y lo mismo ocurrió con el video difundido el sábado por
Al-Jazeera. Hassan Askari, analista paquistaní y ex jefe del departamento
de ciencias políticas de la Universidad del Punjab, arguye que
el último mensaje de Osama bien Laden fue elaborado para que coincidiera
con la visita del secretario de Defensa norteamericano. Según
Askari, Laden juega a fondo la carta del sentimiento religioso diciendo:
o ustedes están conmigo y los talibanes, o de lo contrario están
contra el Islam.
La población no entró en esa disyuntiva. Los videos y las
cartas del sospechoso número uno de los atentados del 11 de setiembre
sólo tocaron el corazón de los partidos religiosos extremistas
paquistaníes. Si bien es cierto que la opinión pública
manifiesta cada día con más vehemencia su desacuerdo con
la alianza entre Pakistán y Washington y que se muestra
indignada por la cantidad espantosa de víctimas civiles que ocasionan
las bombas norteamericanas, aún no ha dado el paso que puede acarrear
la desestabilización de Musharraf. Por el momento, el gobierno
mantiene amordazados a los líderes religiosos y sigue gozando del
apoyo silencioso de los partidos clásicos que no forman parte del
gobierno. Los politólogos piensan que sólo si estas formaciones
se unen a los fundamentalistas el país podría entrar en
una zona de turbulencias de incalculables consecuencias.
El mes del Ramadán se presenta como una prueba política
de envergadura. Por un lado, Musharraf pide que la campana militar reduzca
su intensidad en el curso del Ramadán ya que esta puede acarrear
consecuencias negativas importantes en el mundo musulmán.
Por el otro, el presidente reconoce que el operativo norteamericano no
debe detenerse a mitad de camino. En esa posición pendular,
Bin Laden aparece como una figura que en cualquier momento es capaz de
transformar el curso del juego. Bin Laden parece contar con el tiempo,
los errores norteamericanos y el sufrimiento de la población civil
de Afganistán para levantar a esas masas que, por ahora, no lo
escuchan. En los bazares de Rawalpindi o Peshawar, las camisetas con su
foto se siguen vendiendo por centenares. Nadie sabe si los derechos
de autor van a las cajas del golpeado pueblo afgano o a la cuenta
corriente de Bin Laden u otro oportunista de turno. Según la investigación
realizada por Página/12, la opción menos moral resultó
la más verosímil.
AYER
FUERON LOS ATAQUES NORTEAMERICANOS MAS FUERTES EN 29 DIAS
Cuando
los duros toman el control
Más de cien bombas en tan sólo cinco horas y en apenas una
región puntual de Afganistán. Un aumento considerable
de las tropas especiales norteamericanas en el país, según
el jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, general Richard Myers.
Mientras el jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, visitaba Pakistán,
Washington y su aliado británico lanzaron ayer el mayor ataque
aéreo sobre el régimen talibán en casi un mes de
bombardeos; a tal punto, que el premier británico Tony Blair reconoció
que se está entrando en la segunda fase de los ataques.
Mientras la infantería de ocasión de esta ofensiva, la antitalibana
Alianza del Norte, admitía que perdió la posición
cerca de Mazar-i-Sharif que anteayer afirmaba haber conquistado, comenzó
a operar la flamante pista de aterrizaje de Cherkat, cerca de la capital
Kabul. Sabemos que este conflicto durará un largo, largo
tiempo. Es el desafío más importante que hemos tenido desde
la Segunda Guerra Mundial, señaló Myers.
Fuentes militares aseguraron que un avión semejante a un Antonov,
de transporte de tropas, aterrizó en esta pista, ubicada en territorio
controlado por la Alianza del Norte, no lejos del frente de batalla de
Bagram y Charikar, donde están combatiendo antitalibanes y talibanes,
a unos 50 kilómetros al norte de Kabul. Cherkat fue reconstruido
por la Alianza del Norte y tropas norteamericanas. El avión de
carga estuvo nada más que 15 minutos en la pista, y luego despegó
nuevamente. Pero el centro del conflicto estuvo ayer en el otro frente
del norte de Afganistán, el que rodea a Mazar-i-Sharif, la tercera
ciudad del país que la Alianza del Norte todavía no puede
tomar. Allí fue donde los bombarderos norteamericanos B-52 lanzaron
el tendal de bombas sobre cerros en los que estarían instaladas
las tropas talibanas que defienden la zona circundante a la ciudad. En
el terreno, los combates entre los talibanes y miembros de la Alianza
del Norte se concentraron en Aq Kupruk, 70 kilómetros al sur de
Mazar-i-Sharif. Esta localidad fue tomada anteayer por los antitalibanes
pero el régimen de Kabul retomó ayer su control.
El general Myers y el comandante de las fuerzas norteamericanas en Asia
Central, general Tommy Franks, desmintieron ayer la información
publicada por la revista New Yorker, según la cual el 20 de octubre
pasado 12 soldados estadounidenses resultaron heridos en una operación
en Afganistán, tres de ellos incluso de gravedad. Lo máximo
que han sufrido los soldados desplegados en Afganistán son rasguños
o moretones al tirarse en paracaídas, dijo Myers. Ayer, un comando
especial logró rescatar a un soldado estadounidense enfermo en
Afganistán. Según CNN, el militar se encontraba hacía
varios días en el norte del país en el marco de operaciones
especiales. Los talibanes anunciaron la muerte a raíz de un mareo
de un ciudadano estadounidense en Kandahar (sur), detenido el pasado 26
de octubre y considerado un espía.
Además del frente militar, Estados Unidos y los talibanes continúan
con la guerra de información. El régimen de Kabul dijo que
un comandante de la Alianza del Norte desertó a favor de los talibanes
y desde Irán, el ex premier afgano Gulbuddin Hekmatyar desmintió
que se haya unido a los talibanes, aunque reconoció que los está
contactando. Del otro lado, Estados Unidos, según la agencia Prensa
Islámica Afgana (AIP), ya está emitiendo cinco horas diarias
de programas de radio en Kandahar. Las transmisiones se hacen en las dos
principales lenguas del país, pashtún y dari, y consta básicamente
de canciones patrióticas y de amor, prohibidas por los talibanes.
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