Por
David Edwards
Me
parece que la idea que tenemos de una prensa libre es, en realidad, una
ilusión y lo que tenemos es una prensa corporativa, un medio de
masas corporativo, que no es lo mismo.
Hay una gran historia en el libro de Nick Cohen Cruel Bretaña
sobre Monsanto y el tema de la manipulación genética. Dos
reporteros de una compañía de televisión en EE.UU.
descubrieron lo que ocurre realmente con los alimentos manipulados genéticamente
y dijeron: Tenemos que seguir esta historia y hacer un programa.
Los empujaron suavemente a un lado, no fue un no directo, fue solamente
no creo, no hay pruebas. Sólo se les empujó
fuera de todo el asunto cuando se irritaron mucho, mucho, y dijeron tenemos
que hacerlo, es responsabilidad de la compañía que se haga.
Y el jefe terminó por decirles: Escuchen, las noticias son
lo que nosotros decimos que son noticias. Y, para nosotros, esto no es
noticia. ¡Y los despidieron! Tratan de no decir algo así,
pero si los empujan demasiado, admiten que noticia es lo que ellos dicen
que es noticia.
¿Le ha pasado algo parecido? Parte de su material es verdaderamente
ofensivo según los estándares convencionales, pero logra
pasar. Y no es muy común que este tipo de material logre pasar.
Así es, así es. En realidad fui censurado, aparte
de mi poema Fútbol estadounidense, que considero como
un acto de censura durante la Guerra del Golfo sin duda alguna. Fuera
de eso, no me ha ocurrido. La manera en la que me manejan es distinta.
Le daré dos ejemplos. Una fue cuando escribí esa Carta
abierta al primer ministro, a Tony Blair. Como usted sabe el Guardian
aceptó publicarla, pero cuando tomé el Guardian al día
siguiente y abrí el periódico, ¡lo que leí
fue Escritor indignado en vez de Carta abierta al primer
ministro! Le cambiaron el título.
¿Qué importancia tiene el título?
Significaba algún escritor idiota está indignado.
Este tipo está siempre indignado. No es como el lechero o el conductor
del autobús: es un escritor esos escritores; usted
no puede tenerles ni un poco de confianza, está siempre indignado.
Así que llamé al tipo, se llama David Leigh, el editor de
esa página, y le dije ¿Por qué lo tituló
Escritor indignado?. Y dijo, Bueno, ¿no
está indignado?. Le dije: ése no es el tema,
porque el tono del artículo era de considerable ironía y
burla, no había indignación, deje afuera la indignación.
Mi indignación y desprecio están implícitos en el
artículo, pero yo estaba, en realidad, tomando el asunto bien a
la ligera, todo el tono de voz era bien ligero e irónico. Así
que llamarlo Escritor indignado significa que no es necesario
leerlo. Y le daré otro ejemplo que creo que es realmente importante
en este contexto. Hace un par de años, el Observer al que
he renunciado, a propósito, después de treinta y cinco,
cuarenta años colocó en su primera página una
noticia sobre un desertor kurdo del PKK sobre el que decían que
había revelado que el PKK iba a envenenar a todo el mundo, tenían
todo el veneno necesario. ¡Esas sí son noticias para primera
plana! Así que escribí una carta diciendo ¿Quién
es este tipo? ¿Qué pruebas tiene? ¿De qué
están hablando? ¿Conocen ustedes los hechos reales sobre
la situación turco-kurda?. Y mi carta fue publicada. ¿Pero
sabe cómo la llamaron? Le pusieron un pequeño título:
Un dramaturgo despotrica. Ya ve, así que es sistemático.
Al que molesta, el sistema lo calla.
También usan Perdonen, pero ese tipo es un dramaturgo,
¿qué diablos está haciendo comentando sobre política?
Sí.
Lo interesante es que Noam Chomsky se encontró exactamente
con el mismo tratamiento. Durante mucho tiempo dijeron Perdone,
pero usted es un profesor de lingüística, ¿qué
autoridad tiene para hablar de política?. Y él dijo
soy un ser humano. Y es el crítico más importante
de la políticainterior y exterior de EE.UU. Es como si hubiera
una especie de profesión de crítico social,
y que sólo después de pasar algo como un examen, uno llegara
a calificarse de crítico social. Es muy extraño. También
ocurre, ¿no es cierto?, que digan ¿qué hace
ese cómico indignado hablando de los bombardeos de Serbia?
Yo hice el único programa en toda la televisión británica
que se declaró contra la guerra en Serbia, que analizó la
situación y el problema en forma crítica. La BBC lo hizo,
no tenían alternativa, pero pasaron tres cosas que consideré
muy importantes. La primera fue que no hicieron ningún tipo de
publicidad para el programa: uno no podía saber que lo mostraban
sino fuera por accidente. Segundo, la prensa lo ignoró por completo.
Lo que sí pasó, el reverso de la moneda, fue que recibí
más cartas de la gente por ese programa, que las que había
recibido en toda mi vida sobre cualquier tema.
¿Cuántas?
Bueno, entre 350 y 400 cartas. Hubo, diría, unas diez que
me llamaron un verdadero, sabe, cabrón, y el resto, el resto, fueron
cartas verdaderamente muy conmovedoras, porque demostraban la profundidad
de la vergüenza de la gente en Gran Bretaña, su enojo, impotencia,
frustración. Una proporción extraordinaria de ellos que
simplemente renunció al Partido Laborista. Me impresionó
mucho y me mostró que por debajo de lo que estamos diciendo de
cómo los medios son controlados hay gente que verdaderamente repudió
lo que estaba sucediendo.
Los medios siempre dan la impresión de que la gente es totalmente
indiferente a lo que sucede y que no les importa en absoluto lo que pasa...
Eso en realidad son pendejadas.
¿No le parece que Occidente no sólo no promueve la
democracia en el mundo, sino que en realidad depende de dictadores para
proteger los buenos climas para las inversiones contra los
nacionalistas locales, para servir a las corporaciones occidentales?
Sí. Pienso que siempre fue el caso. El término dictador,
supongo, tiene que ser visto ahora de una manera diferente. Hay muy pocos
dictadores obvios en la actualidad, sabe. Pero ha sucedido algo distinto.
Estoy muy, muy interesado, por ejemplo, en el caso de Haití, que
se me viene de inmediato a la mente, como un caso típico. Haití
es un sitio que interesa un pepino a la mayoría de la gente, sabe.
Pero la realidad es que el caso de Haití representa uno de los
ejemplos más terribles de manipulación y abuso del poder
de EE.UU. que el mundo haya visto. No hay mucha gente que sepa que EE.UU.
el capitalismo a la manera de EE.UU.-apoyó a los más
atroces dictadores de Haití, los Duvaliers, durante años,
y años y años. Y finalmente cuando, para decirlo en pocas
palabras, el pueblo haitiano estuvo tan exhausto y harto de todo el maldito
asunto, EE.UU. dijo demasiada gente ha sido torturada y asesinada,
mejor retiramos nuestro apoyo, un poquito, y veamos lo que sucede.
Y así tuvieron realmente elecciones democráticas y Aristide
fue elegido un 67 por ciento votó por él y EE.UU.
dijo ésta es una elección verdaderamente democrática.
El hombre fue elegido democráticamente de verdad.
No se supone que funcione de esa manera.
Así que esperaron mientras Aristide estaba preocupado por
hacer algo verdaderamente por el país y por la gente, y no someterse
a la estrategia neoliberal y a toda la maldita manipulación total,
financiera y económica. Y en 1991, cuando tenía ocho meses
en el poder, un golpe militar, y ¡Bang! Fuera. Aristide escapa a
EE.UU.: pretendieron darle asilo, pero en realidad el golpe lo causaron
ellos mismos, la CIA asociada con los militares lo hicieron. Así
que se lo llevan para allá y tratan de implantarle la idea de su
verdadera responsabilidad hacia ellos, o seahacia el capitalismo. Mientras
tanto los militares asesinan por lo menos 3000 personas, siguen tres años
brutales y EE.UU. dice ahora vamos a hacernos los buenos.
Así que invaden Haití bajo los auspicios de la ONU y establecen
lo que es en apariencia un estado democrático salvando el
mundo para la democracia. Lo que están diciendo en verdad
es que la única manera de sacar adelante ese país es una
estrategia neoliberal en la que el mercado controla todo. El nivel de
pobreza en Haití es peor que jamás lo ha sido, absolutamente
atroz; el país está prácticamente devastado. Ahora
vuelvo al término dictador: no existe en la actualidad un dictador
como el que había en Haití, pero existe una elite, y esa
elite es extremadamente rica; la mayoría de sus miembros son empresarios,
y ahí está la cosa: la nueva dictadura me parece que es
una dictadura empresarial.
¿Forma parte de la idea de que no es bueno para el turismo,
ni para las inversiones, que parezca que hay una dictadura? Digamos en
Argentina o Chile: Pinochet se mantiene al margen, pero en realidad sigue
en el poder, o por lo menos el ejército sigue.
El ejército está ahí, precisamente. Los tanques
están a la vuelta de la esquina.
Me parece que usan algunos trucos psicológicos muy básicos.
Uno es cuando dicen tenemos que hacer algo, hay un genocidio.
Cualquier persona cuerda piensa, bueno, desde luego no podemos marginarnos,
es como el Holocausto, tenemos que hacer algo. Y entonces Tony Blair
dice lo siento, pero simplemente porque no podamos ayudar a todo
el mundo, lo que no significa que no debiéramos ayudar a la gente
a la que sí podemos ayudar. Pero, desde luego, si uno mira
a Irak, donde 800.000 niños han muerto como resultado de las sanciones
occidentales, a Cuba donde los niños con cáncer no consiguen
medicinas contra náuseas y vomitan 28 veces al día, cuando
Blair dice que no podemos ayudar a esa gente, hay que considerar que lo
que quiere decir en verdad es no queremos sacarles la botas del
cuello.
Muy bien formulado. Estoy totalmente de acuerdo. Realmente es repugnante.
De verdad que se hace muy difícil encontrar palabras suficientemente
fuertes.
La distancia entre la realidad y la representación de la
realidad se hace tan inmensa que uno casi no puede franquearla sin parecer
absurdo. Es un verdadero problema, ¿no le parece?
Sé lo que quiere decir, sí. Siempre dije que mis escritos
políticos tienen que ver en su totalidad con hechos. No invento
absolutamente nada. Una cosa que tiene EE.UU. es esa Ley de Libertad de
la Información no es realmente muy buena, porque borran casi
todo, pero no pueden borrar todo y hay que conceder que la tienen,
está ahí, así que hay que utilizarla, mientras que
en otros países, como el nuestro, todo el asunto es una farsa,
una vergüenza. Pero por lo menos tenemos algo a disposición
y hace un tiempo conseguí documentos estatales sobre la CIA, sobre
la participación del gobierno de EE.UU. en el golpe militar en
Chile. Está todo ahí, así que ¿qué
están haciendo los demás escritores?
¿Cómo explica el hecho de que haya tan poca gente
dispuesta a decir realmente ciertas cosas? ¿Conoce gente que lo
sabe, pero que no quiere hablar?
Hace un tiempo, la gente en una escuela de verano, en Cambridge,
gente de todo el mundo, de todas partes, me hizo varias preguntas muy
interesantes. Una era ¿qué hacen los otros escritores en
este país sobre los bombardeos de la OTAN? En primer lugar dije
no sé. Y después lo pensé y dije dos
cosas. Una es que los jóvenes escritores hay muchos dramaturgos
jóvenes, con inquietudes, en estos días parece que
guardan silencio sobre todo el tema de lo que ocurre. Se puede
decir que comparten un cinismo básico sobre el mundo...
Que no se puede hacer nada.
Sí, así que les importa un pepino. Es el mundo,
así es el mundo. Hagan lo que les dé la gana con el mundo,
no nos interesa.
Los medios convencionales hacen lo posible por dar la impresión
de que no hay ninguna esperanza, que no puede haber un cambio. Es un arma
psicológica muy poderosa para que la gente no se comprometa ¿no
es así?
Exactamente. Hay otra cosa que tengo que mencionar: hay un montón
de gente inteligente que no puede dejar de ver lo que está sucediendo
en este maldito mundo y calla por razones como, por ejemplo, ser parte
del sistema.
¿Por las recompensas?
Y por el status, supongo. Y por el hecho de que son amados, abrazados.
Normalmente diría que es dinero, poder y prestigio. ¿Está
diciendo que es porque necesitan algo como pertenecer a alguna parte?
Pienso que es posible. No es una investigación científica,
son sólo proposiciones.
¿Qué sucede cuando se hace lo que hace usted? ¿Se
convierte en un extraño total?
Bueno, estoy en una posición extraña porque en un
sentido soy indudablemente un extraño en la sociedad, simplemente
porque utilizo mi inteligencia crítica. Pero al mismo tiempo, tengo
que enfrentarme al hecho no es algo malo de que soy una parte
importante del mundo en el que vivo, porque he sido parte de él
durante mucho tiempo y he realizado un tremendo montón de trabajo,
y mi trabajo se escenifica, y se interpreta, y yo soy parte de todo eso.
De manera que pienso que también soy aceptado generalmente como
un tipo idiosincrático, sabe, que sin embargo es parte del teatro
contemporáneo, mis obras han sido representadas durante los últimos
45 años.
¿Se siente políticamente solitario?
Sí, he pasado por algunos pasajes muy, muy solitarios. Hay
varios sitios, otros países, donde me siento mucho más en
mi casa: Italia, Grecia y España. Quiero decir, un 95 por ciento
de los griegos estuvo contra los bombardeos, ¡95 por ciento! Lo
mismo en Italia, odiaron toda la maldita porquería. Pero incluso
ahí el gobierno tuvo que adaptarse. Ese es el verdadero horror
del poder de EE.UU.
Así que lo que impide que la gente diga esto no es el dinero
y el status, es el dolor psicológico que hay que sufrir cuando
uno es marginado al afrontar lo que no debe ser afrontado. Si uno dice
cosas como no tenemos una prensa libre, tenemos que
apoyar dictadores para proteger nuestras ganancias.
Pienso que es cuestión de asegurarse su sitio inseguro y
precario en el mundo: lo mejor es no hacer demasiadas preguntas. Usted
recordará que Mohammed Ali fue reclutado por el ejército
y que hizo su famosa declaración: ¡Yo no tengo nada
en contra de esos del Vietcong!. ¡Eso es lo que dijo y le
trajo tantos problemas! ¡Todo lo que trataron de hacerle! Es un
tipo extraordinario. Así que pienso que en el caso de alguna gente
hay un temor terrible a ser impopulares, pero de alguna manera siempre
he sido vagamente impopular, así que ya estoy acostumbrado.
Por
que harold pinter
Por
D. E.
Un agente provocador
Harold
Pinter es uno de los dramaturgos británicos más conocidos.
Nació en Londres y en 1948 estudió durante poco tiempo
en la Royal Academy of Dramatic Art. En los diez años siguientes
fue actor en varias compañías de repertorio en gira
por las Islas Británicas. Entre sus muchas obras se destacan
La fiesta de cumpleaños, El portero, El amante, El retorno
al hogar, Viejos tiempos, Tierra de nadie y Traición. También
escribió muchas obras cortas para televisión, radio
y teatro. Entre sus guiones cinematográficos se encuentran
El sirviente (1963), Accidente (1967), El mensajero (1971), de Joseph
Losey, El último magnate (1976), de Elia Kazan, y La mujer
del teniente francés (1981), de Karel Reisz.
Como una segunda carrera, hace años que se transformó
en un terrible crítico de la política de su país,
de los medios de comunicación, de la OTAN y de las acciones
de los Estados Unidos. Su estilo provocador les asegura ecos a sus
declaraciones. Por ejemplo, este año, hablando a la Confederación
de Analistas británica, comenzó su discurso diciendo
que Hubo una época en que yo pensaba que el primer
ministro Tony Blair haría bien en consultar a uno, o incluso
a dos, de ustedes, damas y caballeros, presentes aquí esta
noche. Es que me impresionaba ese brillo guerrero y demencial en
sus ojos. Pero ahora ya no estoy tan seguro de que esté realmente
chiflado. He llegado a la conclusión de que su fervor y fanatismo
moral son una mascarada.
No hay datos acerca de cómo reaccionó esa audiencia
de terapeutas junguianos ante la descripción del paciente
potencial como chiflado diagnóstico terapéuticamente
incorrecto, pero la conferencia de Pinter en realidad trababa
sobre las acciones de la OTAN en Serbia. Aprovechando la presencia
de varios profesionales yugoslavos en el auditorio, Pinter transformó
la velada en un casi violento debate sobre la intervención
occidental en la región, de la que sacó una conclusión:
La única manera en la que nos meten en estas intervenciones
es por nuestra total ignorancia del asunto.
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