Por
Julián Gorodischer
Otra vez, estarán allí los amigos, el bar Central Perk y
esos diálogos sobre la nada. Pero sucederán en otro canal.
Desde mañana martes a las 20, Friends se emitirá
por Warner Channel. En su nueva temporada, encabezará la programación
de un canal que, hasta ahora, había incluido sólo series
de bajo perfil, sin los éxitos indiscutidos de sus competidores
Fox y Sony. Friends es la apuesta fuerte de Warner y Rachel
Green (Jennifer Aniston) es la de Friends. Para despedir su
temporada anterior, la serie la colocó en el centro de la escena:
¿estaba embarazada? (los afiches promocionales que invadieron Buenos
Aires por estos días, así lo prueban). Por su parte, la
señal Fox tiene reservado su golpe para la nueva serie The
Job, crónica de un policía antihéroe en conflicto
entre el trabajo tal como debe ser y su vida privada descontrolada.
Políticamente incorrecta y muy simple en su factura técnica
(utiliza el recurso de la cámara de mano, movediza), la serie corta
la seguidilla de sitcoms parecidas entre sí con una estética
nueva, más ligada al cine que a la televisión de los últimos
tiempos.
Cada año, al terminar su temporada, Friends revisita
el mismo recurso: deja picando una intriga que se develará una
vez terminada la pausa obligada del verano estadounidense. Primeros y
últimos capítulos, por tanto, se vuelven solemnes, recargados
de información y en tono serio, como si la serie quisiera
convertirse en una trama de suspenso y temas serios y relegara lo que
mejor le sale: sus pasos de comedia. El recorrido de su primer capítulo,
entonces, es moroso: se trata de idas y vueltas en torno a la revelación.
Rachel lo niega y las otras insisten; Rachel lo reconoce, y las otras
la apoyan. Un nuevo test es, por culpa del mensajero, ambiguo en su resultado.
Y así transcurre la fiesta de casamiento de Mónica, aligerada
gracias a la trama y los personajes de fondo.
El aire fresco queda reservado a los rezagados, ésos que se resisten
al menos todavía a la vida adulta tal como el ciudadano
común estaría esperando que ocurriese. Ross (David Schwimmer),
en la boda, despliega la misma seducción torpe que lo lleva a fracasar
ante cada nueva conquista. Cambia su tarjeta para estar en la mesa de
la chica más linda, se equivoca, y va a parar a una de niños
insoportables. Su noche consiste, de allí en más, no en
el amour fou con la rubia, sino en el baile con nenas que insisten en
subirse sobre sus pies. Alguien, en tanto, le arrebata su presa. Phoebe
(Lisa Kudrow), mientras tanto, alterna ingenuidad y malicia cuando se
atribuye el embarazo de su amiga y juega, después, con la expectativa
de Rachel ante el resultado de un nuevo test.
El nuevo Friends contradice la propia historia de los amigos.
Si lo suyo, hasta hace muy poco, era la vida de puro presente, y las tardes
y noches perdidas en diálogos sobre la nada e intercambio de frustraciones,
ahora todos (o casi todos) tienen grandes proyectos: son formas de incorporarse
al mundo adulto que les quita el aire de infancia a los treinta y pico.
La decisión del guión fue hacerlos madurar de golpe: una
boda para Mónica (Courtney Cox Arquette) y Chandler (Mathew Perry)
fue el eje de la temporada anterior. Este es el turno de un embarazo para
Rachel, como si se tratara de una repartija de tópicos adultos
para que no se sature el recorrido por las vidas inútiles. El Friends
serio (aunque persistan los gags y los chistes rápidos) entiende
que la vida de los adultos se construye de a dos: un matrimonio, dos padres
para un hijo, y eso cambia radicalmente la dinámica de grupo
de amigos que fue su razón de ser desde un principio.
En The Job, (los domingos, desde el 11 de noviembre, a las
21.30 por Fox), a Mike McNeil lo destaca su condición de chico
terrible en rol de policía. Alcohólico e impredecible (le
dicen el loco, en llamativacasualidad con serie vernácula),
el policía de la nueva apuesta de Fox (interpretado por el actor
Dennis Leary, también guionista) es, en rigor, un antipolicía
que no ayuda a la anciana cuando se cae, sino que es asistido por ella
cuando tropieza. Como siempre, no agradecerá la atención;
lanzará un insulto. Es torpe y agresivo pero cumple con su trabajo.
Tiene un ligero aire anacrónico, cuando devuelve la acción
a las calles de Nueva York y se sumerge en el bajo fondo.
Poco pretenciosa, The Job recupera un espíritu cinematográfico.
Su confección es simple, descuidada. La rutina del policía
es registrada por una cámara que se mueve; hay un fondo en colores
despintados, sin efectos especiales, ni estruendos, ni masas de extras.
Lo suyo es el deambular y la contradicción entre el descarriado
de la intimidad y el que pretende una chapa de impecable policía.
McNeil ejerce un trabajo, que implica la queja y el error, y no el heroísmo
de otras tramas menos realistas. The Job produce un doble
corte: con la uniformidad de algunas sitcoms del canal, que reproducen
la dinámica de tres chistes por minuto y escenario hogareño,
y con otros policiales maniqueos. Bien y mal no son categorías
cerradas para The Job, una serie que no cree en los hombres
intachables ni en la acción sin conflictos psicológicos.
Fox
también tiene sus expectativas
Textuales
de Carolina Sitnisky, gerente de Fox.
-Además de los programas que estrenamos, esta semana
comienzan las nuevas temporadas de Ally McBeal, Dharma
y Greg, Sí, mi vida y Titus.
Y en diciembre pondremos el reality show Temptation Island
2 y la entrega de los Billboard Music Awards. También estrenaremos
la película Titanic, que apoyaremos con secuencias de detrás
de cámara, un documental que nos cedió The National
Geographic y una entrevista exclusiva a Bob Ballard, que fue quien
encontró el barco en el fondo del océano.
-La política de Fox en cuanto a estrenos es: en noviembre
las comedias, en marzo los dramas (volverán Los expedientes
secretos X, Buffy, Angel, Roswell
y Dark angel), y la animación en mayo (Los
Simpson, Futurama).
-Sabemos que David E. Kelley, el productor de Ally McBeal
y Los practicantes, planea hacer referencia a los atentados,
aunque no tenemos idea de cuándo ni cómo. Sí
puedo decir que existió una discusión sobre borrar
o no las Torres Gemelas de las presentaciones de cada uno de estos
programas. En Fox están en alguna que otra película
y no sé si las están borrando, pero personalmente
no estoy de acuerdo, porque forman parte de la historia y bueno
que se vean así. De todos modos, me parece respetable que
haya gente que no quiera verlas, por el dolor que produjeron estos
atentados en Estados Unidos.
|
Las
expectativas de Warner
Textuales
de Alejandra Solet, gerente de Warner Channel:
-Es una gran responsabilidad tener una serie como Friends,
que fue tan bien posicionada y que logró una relación
tan estrecha con Sony. Es como cuando vas a tener un hijo: es una
belleza la realidad de ser madre, pero hay que pensar en cómo
criarlo y mantenerlo. Enseguida tuvimos que poner una comunicación
muy agresiva para informar a la gente y no crear confusión
en el mercado. Además de la nueva temporada, contamos con
los capítulos de las últimas cuatro.
-Otra serie que pasó de Sony a Warner Channel es E.R.,
de la cual adquirimos todos los capítulos viejos (que irán
de lunes a viernes a las 20), además de los estrenos de la
nueva temporada. Ambos programas irán subtitulados en el
horario de la noche, pero las repeticiones al mediodía serán
dobladas, porque son para un público diferente.
-Tanto Friends como E.R. son producidas
por Warner, pero cuando se decidió que salieran en América
latina por Sony, el Warner Channel tenía un perfil de canal
infantil. Desde hace tres años esto cambió, el target
es público de 18 a 34 años, por eso es un momento
adecuado para tener esas series. De todos modos, el traspaso de
las series excedió a los gerentes de Sony y Warner Channel:
fue una decisión corporativa tomada por Time Warner, que
quiere que lo mejor de su producción esté en nuestro
canal.
|
|