|
De
rodillas
Por Antonio Dal Masetto
|
|
Esta noche en el bar somos
doce, igual que los apóstoles. Se abre la puerta y entra un tipo
desplazándose de rodillas. Se acerca a la barra y uno de nosotros
saca la billetera para darle algo.
Tenga mano compañero, no he venido a pedir sino a dar dice
el arrodillado. No soy un discapacitado sino un hombre que descubrió
las ventajas de vivir de rodillas. Y quiero transmitírselas a ustedes.
Por supuesto, la propuesta despierta inmediatamente nuestro interés
y le pedimos que nos cuente.
Queridos amigos, analicemos una mínima circunstancia cotidiana
que a todos nos aflige muy a menudo: cuando se les cae una moneda, ¿sacaron
la cuenta cuánto tardan en ubicarla, agacharse y recogerla? En
cambio, si uno ya se encuentra de rodillas, la moneda está siempre
al alcance de la mano. Y bien cerca del ojo. Imposible que se oculte.
Buena observación, maestro, nunca se nos había ocurrido
decimos los doce.
Voy a enumerar algunas otras ventajas al azar. Por lo pronto, no
hay más desgaste de calzado. Ese lindo par de mocasines con el
que uno se encariñó, no se verá obligado a abandonarlos
nunca. Tema llaves: basta de andar sufriendo porque no le acierta a la
cerradura, haya o no copetines traicioneros de por medio, la cerradura
estará siempre delante de la nariz de uno. Y hablando de eso, ya
que estamos, qué mejor posición que la del arrodillado para
espiar por el ojo de la cerradura. He visto cada cosa. Pero no voy a detenerme
en detalles, no quiero mancillar la honra de algunas damas.
De acuerdo, maestro, díganos más.
Para el que le gustan las mascotas, qué mejor que estar a
su altura, establece un vínculo afectivo con perros y gatos que
ninguno de los que andan parados podría llegar a tener jamás.
¿A quién le gusta la primavera?
A todos nos gusta contestamos los doce.
Cuando llega ese momento en que en los canteros revientan los pimpollos,
uno está exactamente a la altura que corresponde para poder apreciar
su perfume y color. La facilidad para calmar la sed con el agua fresca
de los bebederos de los parques y las plazas, el chorro siempre a tiro.
Y puedo seguir con múltiples ventajas de la vida cotidiana. Prender
el cigarrillo directamente de la hornalla de la cocina, tener bien cortitas
a las cucarachas y a las hormigas que están siempre en la mira
del arrodillado, encontrar rápidamente lo que está perdido
en el fondo de los cajones de los escritorios, el contacto directo con
llaves de encendido y controles de equipos musicales, televisores, computadoras,
videograbadores y cuanta parafernalia electrónica haya en una casa.
Todos esos minúsculos y recónditos botoncitos a la altura
de los ojos. No más salpicaduras en el lavado de los dientes y
el enjuague bucal porque se está exactamente a la altura del lavatorio.
Y para los golosos, en las reuniones, estar junto a la altura de las fuentes
de los bocadillos en las mesas, canapés, sandwichitos, bombones.
Todo eso es fantástico y lo podemos entender perfectamente,
pero nos asalta una duda. ¿Andar de rodillas es bueno para la salud?
preguntamos los doce.
No sólo es bueno sino que es lo más recomendable.
Olvídense de las várices, el lumbago, los callos. La caja
torácica se expande con el ejercicio de desplazarse de rodillas.
Para la belleza femenina las ventajas son innumerables, fortalecimientos
de los muslos, desarrollo de glúteos y firmeza del busto, y además
no se le hinchan los pies.
¿Andar de rodillas no nos limitaría un poco la velocidad?
No puedo creer que ustedes sean de los locos que quieren correr
sin ton ni son. ¿Cuál es el sentido de semejante agitación?
Andar de rodillas es la postura ideal para la concentración y la
meditación. Como dice el sabio proverbio italiano: Chi va piano
va sano e va lontano.
Nos convenció decimos.
Nos arrodillamos y empezamos a dar vueltas entre las mesas, guiados por
el maestro, quien de tanto en tanto nos pregunta:
¿Cómo se sienten?
Es buenísimo, lo estamos disfrutando mucho contestamos
los doce.
|