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DINAR LINEAS AEREAS

ECONOMIA AVANZA EN EL CANJE AUNQUE LAS CALIFICADORAS LO DESCALIFIQUEN
Por camino de cornisa y sin radio de giro

Ayer el Palacio de Hacienda dio a conocer las condiciones del canje de los viejos títulos de deuda por préstamos a menor tasa. Prórroga de tres años para los vencimientos de la presente década. Mal clima con las calificadoras, mejor con los bancos locales.

Daniel Marx, secretario de Finanzas,
a paso firme, pese a la zancadilla de Standard & Poor�s.

Por David Cufré

El plan de reestructuración de la deuda, al que el Gobierno llegó más por necesidad que por convicción, empezó ayer a convertirse en realidad. El Ministerio de Economía dio a conocer las características de la operación. Primero se concretará el canje local, que deberá estar terminado “en tres semanas” y podría alcanzar un máximo de 24 mil millones de dólares, de acuerdo a los cálculos que el viceministro Daniel Marx informó anoche a Página/12. Y más adelante, en tres o cuatro meses, se ofrecerá el trueque de bonos a los inversores del exterior, por unos 36 mil millones. Del éxito o fracaso de esas operaciones depende una gran cuota del futuro del Gobierno y, en un sentido más amplio, de la economía argentina. Pero, a poco de arrancar, el plan ya tiene su primer magullón: las tres calificadoras de riesgo más influyentes del mundo cuestionaron la reestructuración. Standard & Poor’s, como había anticipado, le bajó la nota a la Argentina a nivel de “default selectivo”. Es la calificación que pone al país en la lista negra para todos los inversores.
“Standard & Poor’s considera que la Argentina se encuentra efectivamente en situación de incumplimiento, a pesar de que los tenedores (de bonos que participarían del canje) probablemente aceptarán” sus condiciones, sostiene el comunicado que la calificadora lanzó anoche desde Nueva York. ¿Por qué habría de caer el país en default, si los interesados en canjear los títulos convalidan los términos que propone el Gobierno? La agencia aclara el punto. Desde su perspectiva, el default se produce tanto “si no se realizan pagos del servicio de la deuda en las fechas programadas”, como en los casos en que la oferta de trueque “contiene términos menos favorables que la deuda reemplazada, y el acreedor no tiene una alternativa real de percibir el pago según las condiciones acordadas originalmente”.
La nueva nota que merece Argentina para S&P es la de “default selectivo”, lo que indica “el incumplimiento de ciertas obligaciones del país”. La calificación es para los bonos de corto y largo plazo, en moneda local y extranjera. Del mismo modo, la agencia Fitch consideró que el canje merece ser interpretado como “cesación de pagos”, y por tanto redujo la nota de Argentina a la categoría C. La otra agencia de peso a nivel mundial es Moody’s, que por ahora no movió la nota de Argentina, pero hizo saber que lo está analizando y que podría dar más malas nuevas a Cavallo.
Las calificadoras suelen transmitir la opinión de los “mercados”, pero amparadas en un discurso “técnico”. Ahora que Cavallo empieza a avanzar en la reestructuración de la deuda a nivel local, la respuesta de las agencias estaría anticipando las dificultades para repetir la experiencia con los inversores del exterior. De todos modos, Marx sostuvo que el canje sigue adelante y que “nos manejaremos con independencia de lo que digan las calificadoras”. Además, discrepó con la nueva nota asignada, al considerar que “desde el punto de vista contractual la Argentina no está en default, porque no hay ningún bono impago”. Eso implica que los acreedores no pueden demandar al Estado por incumplimiento en las cortes locales o de Nueva York.
Marx resaltó que lo trascendente es la presentación de las características del canje local. A cambio de los bonos actualmente en circulación –salvo las Letes, los Brady y los globales 2002, 2003 y 2004- se ofrecen préstamos garantizados por la recaudación impositiva, a tasa fija del 7 por ciento o flotante de Libo más 3 por ciento. El otro punto saliente es que los préstamos vencerán tres años después de lo que lo hacían los títulos canjeados, para aquellos que vencían hasta 2010 inclusive. El Estado tomará los títulos al 100 por ciento de su valor. La recepción de ofertas será a partir del 16 de este mes. Ahora, los acreedores tienen la palabra.

 


 

DETALLES DEL DECRETO QUE HABILITO EL CANJE DE DEUDA
Los locales en primer turno

A continuación se detallan los principales puntos del decreto con el que el Gobierno facultó al Ministerio de Economía a iniciar el canje:
Habilita a Economía para que ofrezca, en condiciones voluntarias, la posibilidad de convertir la deuda pública nacional por préstamos garantizados por préstamos garantizados o bonos nacionales garantizados, siempre que la garantía ofrecida o el cambio de deudor permitan obtener para el sector público nacional tasas de interés más bajas.
Para las obligaciones con servicios de capital hasta el 31 de diciembre de 2003, se requerirá adicionalmente la extensión de los plazos de cumplimiento.
La conversión de deuda se ofrecerá directamente a las entidades financieras, fondos de inversión, compañías de seguros y administradoras de fondos de jubilaciones y pensiones.
Los préstamos garantizados en que se conviertan las operaciones de deuda pública que resulten elegibles, serán a tasa fija o flotante y devengarán una tasa de interés de hasta el siete por ciento o de hasta el tres por ciento sobre tasa LIBO.
La conversión se realizará a valor nominal a una relación de uno a uno y en la misma moneda en la que estuviera expresada la obligación convertida, siempre que la tasa de interés del préstamo garantizado en que se convierta cada operación de crédito público sea al menos un 30 por ciento inferior a la establecida en el instrumento traído para su conversión.
El resultado de las operaciones de conversión de deuda por préstamos garantizados está exento del impuesto a las ganancias.
Se autoriza a Economía a afectar recursos que le corresponden a la nación de conformidad al régimen de coparticipación federal de impuestos o recursos del impuesto sobre créditos y débitos en cuenta corriente bancaria, hasta la suma que resulte necesaria para atender los vencimientos de capital e intereses de los préstamos garantizados.
El canje de los títulos, actualmente emitidos y en circulación, por bonos externos garantizados se realizará a la paridad, plazo y con las tasas de interés que determine el Ministerio de Economía, en base al criterio de valor presente neto equivalente al de los préstamos garantizados por iguales plazos.

 

Claves

El Ministerio de Economía dio a conocer las condiciones para la reestructuración de la deuda que vence hasta el 31 de diciembre de 2010.
Ofrece, a cambio, tomar un préstamo a menor tasa, con un máximo de 7 por ciento o Libo más tres puntos, con una prórroga de tres años en el vencimiento de las amortizaciones.
Ayer mismo, la calificadora Standard & Poor’s le bajó la calificación a la deuda argentina y colocó al país en la categoría de “default selectivo”.
Daniel Marx, secretario de Finanzas, cuestionó en diálogo con Página/12 que se asimile a la Argentina a una situación de cesación de pagos y aseguró que el canje sigue adelante pese a lo que opinen las calificadoras.
Los bancos locales mostraron un primer acercamiento a la propuesta oficial, en una reunión de conciliación en Casa de Gobierno luego de haberle anticipado sus exigencias a Cavallo.

 

OPINION
Por Julio Nudler

Neorrealismo a la Cavallo

Ahora todo está más claro. La Argentina ha dicho que no puede pagar, no sólo las tasas que hoy pretendería un prestamista, si existiese: tampoco la renta mucho más módica inscripta en bonos emitidos en épocas menos críticas. Y, por su parte, calificadoras como Standard & Poor’s respondieron colocando al país en el casillero del default (impago), aunque por ahora limitado al tramo local de la deuda. Esto no significa que esas agencias presagien la efectiva quiebra argentina, porque es perfectamente posible que los tenedores de los títulos a reprogramar acepten la oferta del Gobierno (menor tasa, mayor plazo y tres años sin vencimientos de capital), consolados por otros negocios. Simplemente, infieren que se trataría de un acuerdo forzado: aceptarían, aun perdiendo, porque (supuestamente) de otro modo perderían todavía más.
Sufrir una nueva baja en su nota no le hace demasiado daño al país dado que, ya antes de esta semioficialización de la cesación de pagos, la Argentina estaba potencialmente fundida y sin acceso al crédito voluntario. Finalmente, la fantasía omnipotente de Economía dejó paso a una aceptación más sensata de la realidad. Aun así, ésta, la realidad, tal vez sea mucho más torva de lo que se admite. Con un Producto Bruto en la pendiente, y la recaudación derribada, ¿cómo afirmar que el país puede pagar una tasa del 7 por ciento anual? Antes de poder efectivamente hacerlo deberá acabar con la depresión y aumentar los recursos fiscales. ¿Será eso posible dentro del marco de la convertibilidad, un régimen que precipitó a la Nación en la peor debacle económica de que se tenga memoria?
Sin ir tan lejos, hay cuestiones más inmediatas aún irresueltas. En primerísimo lugar, el necesario arreglo con las provincias, que con el fisco nacional y la banca conforman una especie de Triángulo de las Bermudas para cualquier equipo económico. Luego habrá que ver cómo resulta la negociación con los acreedores del exterior, ante los cuales será condición sine qua non contar con un respaldo internacional tangible. Mientras toda esta compleja negociación se desarrolle, la incertidumbre mantendrá retraídos a los inversores y temerosos a los depositantes. Sin poder mostrar que ha ganado esta guerra, el Gobierno tendrá que vencer en la batalla propagandística, que hasta ayer mismo perdía estrepitosamente. Por el momento, sólo tienen razones clamorosas para festejar las empresas y los ricos favorecidos fiscalmente con tanta esplendidez por este Domingo Cavallo que se empeña en recordarnos al de 1982.

 

Un abrazo a los banqueros antes de ir a negociar

El Presidente de la Nación recibió ayer a los directivos
de la Asociación de Bancos de
la Argentina y pudo recoger los primeros gestos favorables al canje de deuda. Previamente, en una cena íntima, los banqueros le habían pasado las facturas pendientes a Cavallo.

Antes de viajar a Nueva York, adonde se entrevistará con George Bush, Fernando de la Rúa quería darle un nuevo envión al canje de deuda con inversores locales. Ayer se reunió en la Casa Rosada con la cúpula de la Asociación de Bancos de la Argentina (ABA). Y consiguió las primeras declaraciones de respaldo de los popes de la city. Manuel Sacerdote, vicepresidente de la asociación y titular del BankBoston, sostuvo que el sector financiero “pondrá el hombro” y que tiene “una actitud positiva y de apoyo” hacia la reestructuración de la deuda. Todavía nadie comprometió su participación, pero el Gobierno descuenta que los bancos, AFJP y demás inversores locales terminarán sumándose, lo que constituirá el primer paso hacia el canje global.
La corriente acuerdista que impera por estas horas comenzó a gestarse el último domingo, durante una reunión entre los principales banqueros con Domingo Cavallo. Fue una cena en la oficina particular del ministro en la calle Tagle. Estuvieron discutiendo sobre la reestructuración hasta la una de la madrugada, exponiendo francamente cada uno su posición. Cavallo explicó que la operación es impostergable, porque las opciones son canje voluntario o default. Los banqueros comenzaron a aceptar que deberán resignar ganancias, pero plantearon distintas alternativas para amortiguar la caída de ingresos.
La visita de ayer a la Casa Rosada fue para exponer públicamente el nuevo marco en que transcurren las negociaciones. De todos modos, De la Rúa debió escuchar algún reproche de Sacerdote por la forma en que los banqueros fueron tratados por algunos funcionarios. La referencia fue por Nicolás Gallo, presente en la reunión junto con Cavallo, quien la semana pasada habló del “golpismo” de los mercados. El Presidente señaló que se está haciendo un gran esfuerzo para llegar al déficit cero, pero que la reestructuración es necesaria para poder continuar con el plan. Cavallo reiteró en que la operación les reportará “ventajas contables e impositivas”.
Sacerdote evitó pronunciarse abiertamente sobre la oferta de canje realizada por Economía. “Existen muchos detalles y los estamos viendo de manera positiva (y con) una actitud de apoyo y positiva”. “El Gobierno hizo una propuesta y la estamos analizando”, señaló el banquero, más elusivo que enigmático.
De todos modos, es claro el cambio de actitud de un importante sector de la banca con respecto al Gobierno de la vigente una semana atrás. En ello tuvo mucho que ver el encuentro del fin de semana en oficinas de Cavallo. Allí los banqueros no sólo escucharon la palabra del ministro, sino que hicieron oir sus quejas por ser siempre los “satanizados” en sus discursos. También sirvió para cambiar el tono con el que Cavallo se dirigió al sector financiero privado en su presentación en el auditorio del Banco Nación el lunes último.
Antes de dar el sí al canje, las entidades financieras evaluarán cuestiones tales como la liquidez del préstamo que sustituirá a los bonos, y en qué medida mejora sus balances el crédito valorizado –con respecto a los papeles de deuda que hoy tienen en cartera–, entre otros aspectos. Pero también harán su análisis desde la perspectiva de que el país transita por un camino de cornisa, sin demasiado espacio de maniobras. “La reestructuración de la deuda viene de todas formas, y más vale hacerla en términos amigables”, fue la reflexión que deslizó un banquero presente en las reuniones clave de esta semana.

 


 

BUSCAN EVITAR QUE SE LICUEN LOS APORTES A LAS AFJP
Las comisiones, sobre la mesa

Por Cledis Candelaresi

Antes del fin de semana, el Gobierno podría cerrar con las AFJP un acuerdo para evitar que los aportes personales se diluyan por el peso de las comisiones. De los varios caminos explorados hasta el momento entre el Gobierno y las empresas, el que tiene más viabilidad conjuga un recorte en el costo de los seguros con una reducción de las comisiones que cobran las AFJP. Como contrapartida, éstas exigen al Estado computar sus propios aportes patronales como pago a cuenta del Impuesto a las Ganancias.
La trabajosa negociación con las AJFP quedó en manos de Seguridad Social, aunque la decisión de reducir las contribuciones personales fue iniciativa exclusiva del Ministerio de Economía, que intenta con ella reforzar el ingreso de bolsillo de los trabajadores en blanco y dar así algún impulso a la economía. Pero el aumento que se conseguiría con el recorte del 11 al 5 por ciento del aporte de los asalariados, minimiza a un magro 1,5 por ciento de su remuneración lo que cada uno de ellos podrá capitalizar mensualmente.
El Gobierno adoptó la estrategia de golpear primero para negociar después. Con el decreto firmado, abrió el debate con las AFJP para que resignen algo de su comisión, equivalente al 3,5 por ciento del salario bruto, de modo tal que el aporte neto del trabajador no se esfume. Disposición para el diálogo, al menos, parece no faltar. “Estamos haciendo todos los esfuerzos para acordar con el Gobierno y trataremos de reducir las comisiones”, admitía anoche a Página/12 un representante del sector.
Sin embargo, el acuerdo no es fácil. Según los cálculos privados, si a la caída general de la recaudación previsional se suma el impacto de esta rebaja, la masa de recursos a administrar se achica a sólo el 25 por ciento de la que las empresas habían proyectado cuando se creó el sistema de capitalización. El dato fue inmediatamente puesto sobre la mesa negociadora por las AFJP, que también sugirieron la posibilidad de computar su comisión sobre el fondo capitalizado por cada beneficiario (creciente en el tiempo) y no sobre el salario de los aportantes. Pero la alternativa es legalmente poco factible.
Lo que hasta anoche sí parecía más viable era un acuerdo con las compañías de seguro para reducir el costo de las pólizas, equivalente al 1,2 por ciento del salario (incluido en el 3,5 por ciento de las comisiones). Las conversaciones con este cometido ya se iniciaron hace un tiempo y estarían a punto de alumbrar un pacto con las aseguradoras, sobre la base de cambiar el modo de computar contablemente un siniestro.
Al mismo tiempo, las AFJP estarían dispuestas a sacrificar una porción de su renta, aunque no gratuitamente. Las empresas aspiran a obtener a cambio “una reducción de la carga fiscal” que, para las administradoras con cobertura nacional, se traduce en la posibilidad de computar los aportes patronales que realizan sobre sus nóminas salariales a cuenta del Impuesto a las Ganancias. Hoy tiene la posibilidad de hacer ese cómputo a cuenta del IVA, pero como no lo cobran, esta alternativa no funciona para ellas. Aún no habría una respuesta oficial sobre esta demanda que, sin embargo, está muy a tono con la filosofía oficial de sintetizar todo el sistema tributario en aquel gravamen y el Impuesto al Valor Agregado.

 

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