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LAPIDARIO INFORME DE UNO DE LOS BANCOS LIDERES DE WALL STREET
“Argentina está lista para rendirse”

Para Joaquín Cottani, ex negociador de la deuda en la primera etapa de Cavallo y actual ejecutivo de Lehman Brothers, tras el default lo mejor que puede hacer Cavallo es devaluar y dolarizar.

Oportunidad: �La mejor respuesta al escenario posdefault sería devaluar y dolarizar. La oportunidad sería después de aprobado el Presupuesto 2002�,
dice Lehman Brothers.

Joaquín Cottani, ex subsecretario
de Financiamiento cavallista.

Por Maximiliano Montenegro

“Después de haber resistido valientemente una devaluación y una reestructuración de la deuda por casi un año, Argentina está finalmente lista para rendirse.” Eso cree Joaquín Cottani, ex subsecretario de Financiamiento de Domingo Cavallo y actual analista principal de Lehman Brothers. En un informe distribuido en las últimas horas entre sus clientes, grandes inversores internacionales, dice que su ex jefe hizo los anuncios después de fracasar en la negociación por una reprogramación voluntaria de la deuda con bancos y AFJP, y que el “default selectivo” con que es calificada ahora Argentina, se transformará en default a secas cuando ensaye una reprogramación con los acreedores externos sin las garantías necesarias. Para Cottani, este “default de facto” inducirá una fuga de capitales. “Cuando esto ocurra Argentina se enfrentará con la decisión de devaluar o dolarizar”, afirma. Y adelanta la posición de Lehman Brothers: “En nuestra opinión, la mejor respuesta al escenario posdefault sería devaluar y (después) dolarizar”. Más aún, arriesga que “la oportunidad para hacerlo sería inmediatamente después de aprobado el Presupuesto 2002”.
Hace apenas dos semanas, en su “secreto” (y fallido) viaje a Nueva York, Cavallo sólo logró entrevistarse con los directivos de Merril Lynch, con quienes formalizó la contratación como asesor del economista Jacob Frenkel; y con los ejecutivos de Lehman Brothers. La puerta de este último banco de inversión, con lujosas oficinas en el corazón de Wall Street, se la abrió Cottani, quien durante la primera etapa de Cavallo en Economía ocupaba un puesto clave en las negociaciones de la deuda externa –supuestamente– defendiendo los intereses del Estado argentino.
Entonces, Cottani parecía entusiasmado con la estrategia de su ex jefe, que, según explicó, se basaba en tres pilares: una negociación con los bancos locales para bajar las tasas de la deuda de Nación y provincias; un acuerdo con los gobernadores para enviar menos fondos a las provincias y poder cumplir el déficit cero; y la asistencia de los organismos internacionales y el Tesoro norteamericano con fondos frescos que sirvieran como garantía de una reprogramación de la deuda en poder de los inversores extranjeros.
“Hasta la semana pasada, la esperanza era que se lograra un alivio voluntario en el peso de la deuda, con un arreglo con bancos locales y fondos de pensión. Esto habría mejorado las expectativas de balancear el presupuesto en 2002, a la vez que restaurado la confianza del mercado. También habría aumentado la posibilidad de conseguir una gran cooperación financiera internacional del G7, vía el FMI y los bancos multilaterales”, recuerda Cottani, a quien evidentemente el ministro le había vendido personalmente esa idea.
Sin embargo, ninguno de estas metas pudo alcanzarse. “Desafortunadamente, las negociaciones con los gobernadores y los inversores locales se estancó, y los objetivos imaginados por el gobierno nacional nunca se cumplieron... La ruptura de las negociaciones llevó al Gobierno a seguir una estrategia diferente para lograr los mismos objetivos”, sostiene el ejecutivo de Lehman. Y no duda en echar sombra sobre el nuevo camino seguido.
Dice que “la expectativa es que las instituciones locales participen en el canje (de bonos) sólo porque el Gobierno las coerciona”. Horas antes de que Standard & Poor’s bajara la calificación de Argentina a “default selectivo” (ver página 3), el ex funcionario argentino anticipaba que esto ocurriría. Mirando hacia adelante, señala, la situación se transformará en default, a secas, cuando el Gobierno intente realizar el canje de bonos a nivel internacional sin contar con las garantías necesarias (nuevos préstamos de los organismos internacionales).
“Las instituciones financieras locales recibirán el golpe, induciendo la fuga de capitales. Cuando esta situación ocurra, Argentina se enfrentará a la decisión de devaluar o dolarizar. Si no se toma una decisión, laincertidumbre cambiaria se mantendrá alta, postergando cualquier recuperación”, sentencia.
A diferencia de su jefe político, que en los últimos días ha ratificado que mantendrá la Convertibilidad a rajatabla, Cottani estima que, llegado a este punto, lo más conveniente para Argentina es el “escenario triple D”: después del default, devaluación más dolarización. Y explica que el mejor momento para devaluar y después dolarizar sería antes de fin de año, apenas fuera aprobado en el Congreso el Presupuesto 2002. “Como la mayoría de los gastos están presupuestados en pesos (excepto los servicios de la deuda), la devaluación reduciría el gasto primario en términos de dólares más que lo que reduciría los ingresos fiscales”, afirma, sin más explicación. “El resultado sería un incremento del superávit primario, lo que, lo incrementaría la confianza entre los inversores después de la pérdida de reputación causada por el default. Además, el Banco Central se quedaría con algunas reservas después de la conversión de pesos en dólares, ya que la devaluación actuaría como un impuesto sobre los tenedores de pesos”, especula.
Para el ex subordinado de Cavallo, hoy consejero de los clientesinversores de Lehman Brothers, “en el evento de una devaluación razonable seguida de dolarización, los depósitos en dólares todavía podrían ser honrados, pero los préstamos tendría que ser reducidos (para evitar la insolvencia), aclara. Y agrega que “el impacto sobre el balance de los bancos podría fijado a través de la deuda pública. En este sentido, los depositantes podrían continuar confiando en el sistema financiero doméstico ya que los bancos se mantendrán solventes”. Para completar el cuadro, Cottani considera que “el G7 sería mucho más proclive a brindar apoyo a Argentina después de la triple D” y que tal asistencia financiera internacional dejaría reservas libres en el Banco Central para que éste pudiera actuar como prestamista de última instancia de bancos en problemas.
Evidentemente, durante su visita a Nueva York, Cavallo convenció a su ex colaborador de que, para que Argentina saliera de la crisis, había que realizar un “gesto patriótico” y tranquilizar a los inversores.

 


 

STAFFORINI, EX BANCO REPUBLICA, REEMPLAZA A DREIZZEN
De Raúl Moneta a Daniel Marx

Por Susana Viau

La noticia de su designación causó revuelo entre los bien informados: después de un extraño itinerario, Gustavo Stafforini era rescatado de las terceras o cuartas líneas de PAMI y de la AFIP para ocupar la Subsecretaría de Finanzas del Ministerio de Economía, en una situación álgida para Domingo Cavallo. El motivo de los comentarios, sin embargo, no radicaba en la súbita propensión de Stafforini a la gestión pública, sino a su antigua pertenencia al staff gerencial del caído Banco República en los momentos cruciales de la liaison de Raúl Juan Pedro Moneta con Richard Handley y el Citibank.
El currículum del ejecutivo de 51 años, padre de cinco hijos, egresado de la Universidad Católica con el título de licenciado en economía política y jugador de golf en el country El Argentino, no es frondoso. Buena parte de su actividad profesional la llevó a cabo en el Banco de Galicia, donde trabajaba codo a codo con Luis Ribaya (designado recientemente director), en la gerencia financiera primero y luego en la comercial. Y allí estaba cuando Raúl Moneta, todavía desconocido y titular de un modesto banco mayorista, encargó a la agencia internacional Edgon Zender una búsqueda para cubrir un área de capital importancia. La pesquisa de los head hunters dio por resultado el nombre de Stafforini.
El proyecto que se le ofrecía y los honorarios eran tentadores. La operación CEI estaba en marcha y Moneta intentaba “profesionalizar” el República, ponerlo a punto para los nuevos tiempos y colocar en el freezer a algunos de los hombres que, procedentes de la industria o la ganadería, lo habían acompañado cuando la constitución de la financiera y más tarde, durante el pasaje de financiera a banco. Un paso aceitado, precisamente, por los antiguos apellidos que, como el de Jorge Rivarola, se ligaba a través de Acindar a José Alfredo Martínez de Hoz.
Jorge Zorreguieta, padre de la futura reina de Holanda, formaba parte del grupo heterogéneo que había encarado la patriada, junto a Alfredo Lisdero, síndico del Banco de Italia, y Carlos Carballo, directivo de Finamérica, la financiera adquirida luego por el BCCI. Para desarrollarse como banco, la financiera de Moneta y su tío, Benito Jaime Lucini, captó a Michel Tiphaine y José Benegas, quienes se retirarían en 1993 para fundar la Corporación Metropolitana de Finanzas. También incluyó a un hombre que había quedado en la banquina tras la caída de Sasetru: Juan Pablo Beltrán.
La modernización del República y su adaptación a la flamante estrategia de capitalización de deuda desplegada por el Citi acercó, además de Stafforini, a Juan Carlos Bietti, a Daniel Aleatti (llegado de Exprinter) y en calidad de vocal del directorio a Felipe De la Balze. Stafforini, desde la gerencia de finanzas, reportaba a Raúl Moneta y tenía bajo su conducción a Pablo Lucini (hijo de Benito Jaime y primo de Moneta) y a Juan Carlos Bietti.
Todo marchó bien hasta mediados de 1995, cuando el ventarrón mexicano derribó bancos e hizo temblar al República. Superado el mal momento, Moneta tomó una decisión drástica: “desvinculó a Stafforini”, recuerda la gente de la city, que agrega que “con Stafforini y todo, el Tequila se lo llevó puesto igual”. Al mismo tiempo que Stafforini, Aleatti enfiló hacia la salida principal de la entidad de la calle Sarmiento. Pablo Lucini y Bietti tomaron el timón de la gerencia vacante, ahora dividida en finanzas y comercio. Cuando se indaga respecto de la “desvinculación” de Stafforini, las fuentes dudan y dan una respuesta cautelosa: “la administración no era su fuerte”, dicen.
En 1997, el flamante subsecretario de Finanzas fue adscripto a la gerencia de Finanzas del Banco del Suquía; en 1999 debutó en la administración pública como subgerente financiero de PAMI. Hasta ayer, día de su designación, Stafforini tenía un contrato como asesor de Administración y Planificación de la AFIP.

 

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