Por Martín
Piqué
El Gobierno quiere conciliar
con los gobernadores del PJ, pero lo quiere hacer con sigilo, casi en
secreto. El recuerdo del portazo del jueves está muy presente,
y los negociadores del Ejecutivo quieren evitar un nuevo fracaso delante
de las cámaras. Por eso, el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo,
eligió ayer una nueva vía para tratar con los peronistas:
les mandó por correo electrónico la última versión
de la propuesta oficial. El documento, sin embargo, no conformó
a los jefes provinciales. Las medidas no cambian sustancialmente,
son sólo cambios de redacción, dijo anoche a Página/12
un asesor de Rubén Marín. La negociación seguirá
hoy a las 11 en la Casa de Salta con los miembros del Frente Federal.
Una hora y media después, los 14 gobernadores del PJ se volverán
a encontrar en el Consejo Federal de Inversiones (CFI).
Durante las primeras horas de ayer, la mayoría de los mandatarios
del PJ se hallaban en sus provincias. Sólo unos pocos estaban en
Buenos Aires: el santacruceño Néstor Kirchner, el tucumano
Julio Miranda, y el puntano y titular del CFI Adolfo Rodríguez
Saá. Habían llegado a la Capital un día antes que
el resto para, entre otras cosas, asistir a una reunión partidaria
con los senadores electos Eduardo Duhalde y Ramón Puerta (ver página
11). Todo hacía suponer que eran la avanzada del PJ en la negociación
con Colombo. Sin embargo, uno de ellos negó a este diario que hubieran
hablado con gente del Gobierno. Colombo me estuvo buscando toda
la tarde, pero no lo atendí, comentó.
Entretanto, los gobernadores que aún estaban en sus provincias
se preparaban para viajar a Buenos Aires. Y mientras tanto, culpaban a
la Nación de supuestas operaciones de prensa destinadas a responsabilizarlos
por otro eventual revés en las negociaciones. La Nación
no tiene interés en arreglar advertía Marín,
desde La Pampa. Esta operatoria de instalar que ya hay acuerdo es
intencional: buscan decir después que acá no se arregló
porque nosotros no quisimos. Lo mismo decía, casi a la misma
hora, el santacruceño Kirchner: En los últimos días,
no hemos tenido mayor comunicación: hay muchas operaciones de prensa
que salen del propio gobierno.
Pero los llamados habían existido, aunque no a todos. Se habían
hecho, eso sí, durante el fin de semana y el lunes. Y la discusión
con la Nación continuó ayer, después de las 18, a
través del correo electrónico. A esa hora, Colombo comenzó
a mandar a cada provincia la nueva propuesta del Gobierno para cerrar
un acuerdo. Consistía en un documento muy largo, con muchas cláusulas,
y una introducción firmada por el propio jefe de gabinete. Contenía
varios puntos que los ministros de Economía de cada distrito comenzaron
a analizar con minuciosidad:
u Se establecía una tasa de interés del 7 por ciento para
refinanciar las deudas provinciales.
u Admitía que el Ejecutivo usaría Letras de cancelación
de obligaciones provinciales (Lecop) y efectivo para pagar las deudas
por coparticipación del año 2001, a través de un
complejo mecanismo que consiste en eliminar el goteo (el descuento
mensual que la Nación hace de los débitos provinciales antes
de enviar la coparticipación).
A pesar de la energía que depositó el Gobierno en su presentación,
la nueva propuesta no conformó a casi ningún gobernador
del PJ. No ofrece nada nuevo, nada sustancial explicaba a
este diario un colaborador de Marín. No aclara cuánto
de la deuda se pagará en letras y cuánto en dinero ni define
cuál es el poder cancelatorio que tienen las Lecop. Este
último punto, precisamente, es una de las demandas sobre la que
más insisten los peronistas. Nosotros queremos que nos paguen
la mitad en Lecop y la mitad en pesos. Si no, nos van a inundar de bonos,
señaló ayer Kirchner a Página/12.
En verdad esa posibilidad preocuparía a Kirchner, a Marín
o al puntano Adolfo Rodríguez Sáa que manejan provincias
poco adeudadas. para la mayoría de sus colegas, el mayor problema
no es más o menos Lecop sino la reducción en la tasa de
interés. Previsibilidad era la palabra- exigencia que
más se oía ayer en labios de varios mandatarios del PJ.
LOS
ALIANCISTAS SIGUEN DUDANDO
Alfonsín como mediador
Los gobernadores de la Alianza
se debatían anoche entre firmar o no el acuerdo con la nación.
La nueva propuesta que a primera hora de la tarde formuló el Gobierno
es para algunos suficiente, pero para otros en cambio no
modifica sustancialmente la situación. Los mandatarios aliancistas
se disponían al cierre de esta edición a cenar con Raúl
Alfonsín, quien está tratando de acercar posiciones en la
negociación.
El modo en que cada gobernador de la Alianza recibió el último
borrador de acuerdo que les envió el jefe de Gabinete, Chrystian
Colombo, varió según la situación económica
y financiera que cada uno enfrenta en su provincia. Conceptualmente
la propuesta es exactamente igual a la que rechazamos la semana pasada,
advirtió uno de los gobernadores más duros.
Entre los aliancistas más reacios a sellar un acuerdo con la nación
en los términos actuales estaban ayer Angel Rozas (Chaco), Sergio
Montiel (Entre Ríos) y Roberto Iglesias (Mendoza), cuyas provincias
presentan las situaciones más delicadas. El mendocino, incluso,
instruyó a los legisladores de su provincia para votar a favor
de la coparticipación de la Ley del Cheque si las negociaciones
fracasan y ayer estuvo en la Cámara de Diputados hablando de ese
tema con la conducción del bloque radical.
Más proclives al acuerdo aparecían Pablo Verani (Río
Negro), Luis Lizurume (Chubut) y el interventor de Corrientes, Oscar Aguad,
quien se sorprendió por no haber sido invitado a la cena en lo
de Alfonsín. En este grupo se percibía como un avance importante
que inmediatamente a partir de la firma del acuerdo las provincias pasen
a pagar el 7 por ciento del interés por el dinero que adeudan.
El sanjuanino Alfredo Avelín y el catamarqueño Oscar Castillo
viajaban a última hora a Buenos Aires y aún no había
fijado su posición.
OPINION
Por James Neilson
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No confesar nunca
Puede que, como dicen los teólogos responsables de medir
con precisión maniática 2497 en vez de 2312
el riesgo país, la Argentina ya esté en default y
que el nuevo megalocanje anunciado la semana pasada sea no sólo
compulsivo sino también claramente ilegal, según
cualquier pauta mercantil existente, pero sucede que en circunstancias
como éstas es claramente mejor aferrarse a una mentira evidente
que confesar la verdad. Lo es porque una vez que se haya oficializado
la quiebra desde el estado de Nueva York se pondría en marcha
la maquinaria trituradora que se encargaría de salvar para
los acreedores externos las partes rescatables del país dejando
a la mayoría de sus habitantes aquellos residuos que ni siquiera
el vendedor más astuto conseguiría vender.
Es que hoy por hoy, la Argentina se asemeja a un asesino atrapado
en flagrante que para indignación de la policía insiste
en proclamarse inocente y que confía en lograr zafarse gracias
a alguno que otro tecnicismo tribunicio descubierto por su abogado.
Puesto que no es del interés de los países más
poderosos o de la banca internacional que se produzca justo en este
momento el cese de pagos más grande de la historia del género
humano, es factible que Domingo Cavallo se salga con la suya. Por
los mismos motivos por los que gobiernos de países como Estados
Unidos y Gran Bretaña se niegan a firmar declaraciones formales
de guerra contra países enemigos, aun cuando ya están
demoliéndolos a bombazos, al Mingo y al presidente Fernando
de la Rúa les conviene seguir hablando como si sólo
se tratara de algunas dificultades contables pasajeras que pronto
serán superadas porque la Argentina siempre honrará
todas sus obligaciones.
El problema es que, si bien los gobiernos extranjeros y, con suerte,
los bancos podrán estar dispuestos a fingir tomar en serio
sus afirmaciones en tal sentido a sabiendas de que son mentiras
piadosas, en casa aún hay muchos que prefieren creer que
la situación dista de ser tan grave como hacen pensar los
números y que por lo tanto no tienen por qué modificar
su conducta.
Desde su punto de vista, Cavallo no está procurando ganar
un poco de tiempo que es necesario aprovechar al máximo porque
de lo contrario la verdad verdadera terminará imponiéndose
a la versión falsa pero útil del discurso gubernamental,
está dando manotazos de ahogado en un esfuerzo por conservar
su trabajo y el modelo. De triunfar esta tesis, las
consecuencias serán desagradables aunque algunos intenten
consolarse celebrando con júbilo la derrota aplastante sufrida
en este rincón del mundo por el capitalismo liberal.
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