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La buena situación de un ladrón
fue un agravante para su condena

El fallo consideró que
por su situación social, laboral y económica, el joven tenía �escasa vulnerabilidad� hacia el delito.
Distinto: �En la Argen-tina de hoy, lamentable-mente, abandonar el secundario es casi nor-mal, pero este chico no es un marginal como los que acostumbramos a ver�.

Seguramente nunca imaginó, cuando dejó la secundaria para trabajar en el taller mecánico de su padre, que su condición económica relativamente buena podría incidir para que terminara siete años preso. Carlos Gabriel Ronco, de 24 años, fue condenado por el Tribunal Oral en lo Criminal número 1 de La Plata, que en su fallo tuvo en cuenta como agravante que el joven por sus condiciones sociales, culturales y laborales, tenía una “escasa vulnerabilidad” hacia el delito.
“No fue sólo ése el agravante, también se consideró como muy importante que consumó el hecho con dos menores de 16 y 17 años, entre otros puntos”, aclaró el juez Guillermo Labombarda. Sin embargo, detalló a Página/12 que “(Ronco) se encontraba en una situación de no vulnerabilidad”. Agregó que por el contrario “un imputado sometido desde niño a malos tratos, condiciones de miseria, vejaciones, es un ser vulnerable, por lo que el derecho no se ensaña con él, más allá de que se aplique la justa pena que corresponda”.
En el caso de Carlos Ronco, se trata de un joven de clase media baja que abandonó la escuela pero comenzó a trabajar con su padre en un taller. El joven no tenía una sentencia condenatoria anterior ni tampoco era adicto a las drogas, lo que según los jueces podría haber influido para involucrarse en este delito. “En la Argentina de hoy, lamentablemente abandonar el secundario es casi normal, pero este chico no es un marginal como los que acostumbramos a ver”, explicó Labombarda.
El 4 de agosto de 1999 Ronco asaltó, junto a dos chicos, una pizzería de la capital bonaerense. En el negocio había dos empleados que fueron amenazados por los dos menores con armas de fuego y una cuchilla que estaba en el mostrador. Así robaron dinero, un reloj y una calculadora.
En ese momento entraron al lugar la hija del dueño y su novio quienes, junto a los empleados, fueron llevados a un patio interno. Los asaltantes escaparon en una camioneta Peugeot 504, que conducía Ronco.
Con el aviso a la Policía, comenzó una persecución. Uno de los menores disparó contra los patrulleros, hasta que el vehículo chocó contra un auto, al bajar de la rambla de la avenida 32 por la que se trasladaban. Fueron detenidos por la Policía, pero antes habían tirado una de las armas empleadas en el robo.
El Tribunal integrado por Labombarda, Samuel Saraví Paz y Patricia De la Serna consideró que Ronco actuó en el hecho como partícipe necesario y coautor de la resistencia a la autoridad. Además, el fallo indica como atenuantes la ausencia de condenas previas, el buen concepto vecinal y laboral y la inmediata recuperación de lo robado, como también el hecho de que Ronco solamente manejaba la camioneta. Como agravantes, el documento señala el uso de armas de fuego, la asociación junto a menores y las características graves de la persecución.
En el texto, los magistrados recalcaron el “escaso grado de vulnerabilidad en que el imputado se encontraba respecto a los delitos cometidos, atento sus condiciones sociales, culturales y laborales”. En este sentido, el juez Labombarda destacó que la familia “lo acompañó permanentemente durante todo el proceso”.
“Era un acusado con características diferentes a la mayoría que comete estos delitos. Generalmente se trata de jóvenes de 18 a 25 años que explotan las cárceles bonaerenses, y son aquellos que no tienen ninguna expectativa de mejorar su vida”, comentó Labombarda.
Producción: Romina Ruffato

 

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