Por Carolina Bilder
Desde
Madrid
ETA cargó ayer su quinto
coche bomba en lo que va del año en Madrid y lo activó a
pocos metros del vehículo en el que se trasladaba el secretario
general de Política Científica del gobierno español,
Juan Junquera. Un frenazo de su chofer le salvó la vida, pero la
explosión dejó 97 heridos, provocó enormes daños
y alteró la tranquilidad habitual en la zona norte de la ciudad.
A la actuación clave del chofer de Junquera se sumó otra
participación inesperada: la de un vecino que persiguió
en su coche a los etarras mientras avisaba por su teléfono celular
a la policía, que a los pocos minutos logró detener a dos
miembros de la banda, aunque un tercero pudo escapar.
Según la policía, son los autores de los últimos
cinco atentados cometidos en la capital y su detención supone la
desarticulación del denominado Comando Madrid, que
ayer por la tarde sufrió otro golpe al ser descubierta una de las
viviendas operativas que la banda mantenía en la ciudad, donde
se encontraron 40 kilos de dinamita, armas, patentes falsas y documentación.
Un estruendo ensordecedor, una lluvia de cristales rotos y las primeras
carreras desesperadas para escapar del lugar era el modo en que los vecinos
de la calle Corazón de María describían los primeros
momentos de la zona afectada por la explosión. Todo ocurrió
muy rápidamente. Era poco más de las 9 de la mañana
en una zona de muchísimo tránsito de coches y personas.
Casi 100 personas resultaron heridas por la explosión, pero el
hecho pudo haber terminado en un verdadero desastre ya que muy cerca del
lugar está el colegio Padre Claret, donde a esa hora había
casi 2000 chicos en clase.
A pocos metros se acercaba el objetivo de la ETA, Juan Junquera, quien
sólo sufrió algunos rasguños como consecuencia de
los cristales rotos. Junquera, de 65 años, ocupó en los
últimos años importantes cargos en los ministerios de Defensa,
Interior, Cultura y en la Presidencia del Gobierno. En mayo del año
pasado había sido nombrado secretario general de Política
Científica del Ministerio de Ciencia y Tecnología. Su nombre,
sin embargo, no había aparecido nunca en ninguna lista de la ETA
y por eso no llevaba escolta.
A pesar del sobresalto, Junquera decidió no interrumpir su jornada
de trabajo. A las pocas horas se presentó a un acto que tenía
previsto en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid, donde coincidió
con el presidente José María Aznar. Me considero un
hombre de mucha suerte; sin duda alguna tengo que dar muchas gracias a
Dios, dijo a los periodistas. Lo primero que pensó tras oír
la explosión fue que habían intentado matarlo. Luego abrazó
al chofer que le había salvado la vida al frenar el coche, quien
le dijo: Jefe, han intentado matarnos, a lo que Junquera respondió:
Sí, pero no lo han conseguido.
No es la primera vez que los madrileños tienen que hacer frente
al estallido de coches bomba activados a control remoto en las calles
de la ciudad. Pero a diferencia de ocasiones anteriores, esta vez los
etarras fueron detenidos rápidamente gracias a la intervención
de un vecino que se convirtió en el héroe imprevisto del
día. En estos casos, lo habitual es que tras los atentados algunos
testigos se comuniquen con la policía para dar información
sobre los sospechosos, pero ayer un vecino decidió ir más
allá y siguió a los sospechosos en su coche tras verlos
huir del lugar.
Con agilidad mental y sangre fría, se comunicó con la policía
a través de su teléfono celular y coordinó con ellos
cada uno de los movimientos. Tras esa llamada comenzó la persecución
policial. Los etarras Aitor García Aliaga y Ana Belén Egués
Gurruchaga se vieron cercados y siguieron huyendo a pie, aunque fueron
detenidos a los pocos metros. El tercero del grupo,Juan Luis Rubenach
Roiz, consiguió escapar y ayer era buscado por la Policía
en toda la ciudad. En el coche abandonado por los etarras se encontraron
dos pistolas, una mochila con explosivos, documentos y carnets falsos
de la Policía, la Guardia Civil y el Partido Popular.
En rueda de prensa, el ministro del Interior Mariano Rajoy afirmó
que los detenidos son los autores de los últimos cinco coches bomba
que explotaron en Madrid en lo que va del año y que esta operación
policial supone la desarticulación del Comando Madrid.
Tanto García
Aliaga como Egués Gurruchaga estaban con paradero desconocido.
Aliaga formó parte de un comando legal (no fichado) de la ETA,
denominado Ustargi, en tanto Gurruchaga fue concejal por EH en el ayuntamiento
de Guipúzcoa del País Vasco entre los años 1995 y
1999 e integraba el Comando Donosti junto con el huido Juan
Luis Rubenach Roiz. A raíz de las investigaciones que se pusieron
en marcha tras los últimos atentados, la Policía descubrió
ayer tres cuartos alquilados en los que vivían los etarras y horas
después encontró también un departamento vacío
en el barrio residencial de Salamanca en el que la organización
escondía unos 40 kilos de dinamita, además de armas y documentos.
Pasados los primeros momentos de nerviosismo y angustia, la calle Corazón
de María intentaba recuperar por la tarde su tranquilidad habitual.
Los escuadrones municipales de limpieza trabajaban junto a los bomberos
en la remoción de escombros y retiraban los cristales reventados
por la onda expansiva. La mayoría de los heridos son empleados
del Centro Operativo del Banco Bilbao Vizcaya, cuyo edificio quedó
entre los más afectados. A la hora de la explosión, más
de 100 empleados se encontraban en sus puestos de trabajo. Hemos
salido justo por la esquina donde ha sido la explosión, contó
uno de ellos a Página/12. Ardían varios coches, había
una señora estaba tirada en el suelo y muchísimo humo. Pero
no pude ver más porque nos desplazaron a varios metros de allí,
agregó otro de los empleados, quien dijo haber escuchado el estruendo
mientras estaba en una clase de información sobre el Euro en la
planta baja del edificio. Además del edificio del banco, hay al
menos otros siete con daños importantes en su estructura. Los cálculos
efectuados ayer por el jefe de bomberos de Madrid, Juan Redondo, elevaban
a 120 el número total de las construcciones dañadas.
TRIMBLE
VUELVE AL PODER EN ULSTER
Un acuerdo sin caballeros
Dicho en una frase bromista,
fue otro prehistórico día en la asamblea de Irlanda del
Norte. Como David Trimble finalmente tuvo éxito al volver a ocupar
su puesto de liderazgo del poder compartido en el gobierno de Irlanda
del Norte, los políticos a favor y en contra del acuerdo de paz
de Viernes Santo estaban alborotados en lo que terminó siendo una
disputa en el salón grande del Castillo Stormont el lugar
de la asamblea. El detonante fue cuando Trimble y Mark Durkan el
líder entrante del partido Socialdemócrata liberal reelegido
como viceministro ayer, ocuparon sus lugares con micrófonos
afuera de la sala de debate de la asamblea. En las columnas de mármol
retumbaron los gritos de traidor de los unionistas extremistas
del partido de Ian Paisley, que hacían directa referencia a que
la mayoría unionista que Trimble necesitó para su elección
a primer ministro fue asegurada con el voto del partido de centro Alianza,
que designó como unionistas transitoriamente a tres de sus miembros.
OPINION
Por Claudio Uriarte
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Un suicidio no asistido
La ETA está cometiendo suicidio. Y es un suicidio no asistido,
sino uno que ella sola quizás inconsciente de lo que
hace se está encargando de consumar. Porque, a la zaga
de los atentados del martes 11 de septiembre en Nueva York y Washington,
y de la recategorización por Washington de todos los movimientos
armados como fuerzas terroristas homologables a Osama bin Laden,
cometer un atentado como el de ayer en pleno Madrid equivale a la
actitud de un individuo que se pusiera en la frente un blanco ante
un torneo de tiradores expertos. Es la inversión en espejo
de lo que hizo el IRA irlandés, que en reacción a
los ataques del 11 muy pronto acordó su desarme para febrero
de 2002 y reactivó de ese modo el proceso de paz. Las consecuencias
de ese solo acto se verificaron antes del atentado de ayer: el IRA
quedó fuera de la orden de congelación de fondos impartida
por Estados Unidos a los grupos terroristas; la ETA, adentro. En
el fondo, esta diferencia de procedimientos responde a la radicalidad
de las diferencias programáticas entre ambas organizaciones:
el IRA busca sólo integrar el Ulster a un país ya
existente, la República de Irlanda; la ETA, crear un nuevo
país en Europa Occidental, cercenando territorio de España
y de Francia. Por cierto, la ETA hizo una política del hecho
de atacar en un solo frente -España- mientras dejaba el otro
-Francia- sólo para operaciones logísticas y de retaguardia.
Por largo tiempo, Francia hizo la vista gorda a las operaciones
de la ETA, en una típica maniobra de maquiavelismo dieciochesco
para desestabilizar a su vecino español por un lado, mientras
se pactaba tácitamente con la organización que no
habría operaciones en el País Vasco francés,
convertido de este modo en santuario etarra. Pero desde hace un
tiempo más o menos coincidente con la integración
de Europa en una moneda única esta política
francesa se está desvaneciendo. Y ahora, con un pacto antiterrorista
mundial en el que todo el mundo quiere entrar pero donde las
tarjetas RSVP están siendo muy avaramente distribuidas
se trata de una política liquidada, como lo subraya de modo
indirecto la cumbre de ayer entre George W. Bush y el presidente
francés Jacques Chirac. Esta deriva al nihilismo de la organización
que alcanzó su apogeo con la voladura del automóvil
del delfín del dictador Francisco Franco en 1974 -con el
delfín adentro, el auto impactando en un piso alto y rebotando
en otro superior ya estaba insinuada antes, con la ruptura
de negociaciones y el ataque de civiles y la continuación
del terror tras la paliza electoral que recibió su partido
en las elecciones de este año. La parábola se cierra
trágicamente, y es ahora la ETA la que se tira desde un piso
alto.
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