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Autodefensa académica ante el miedo a la libertad

Hay mucho movimiento en los campus de las universidades norteamericanas, pero no es contra la guerra, sino a favor de ella, y de que las autoridades castiguen a quienes la critiquen.

Vigilancia policial
cerca de una universidad.

El rol de los estudiantes es
al revés que en Vietnam.

Por Lee Elliot Major

Un levantamiento académico se está preparando para defender el derecho a hablar abiertamente contra la política del gobierno de Estados Unidos, en medio de una creciente preocupación por el hecho de que el gobierno y los funcionarios universitarios están aplicando medidas disciplinarias contra los oradores que cuestionan la respuesta a los ataques terroristas del 11 de septiembre. Cientos de académicos han firmado una declaración defendiendo el derecho a escuchar críticas y voces disidentes con respecto a la política exterior de Estados Unidos y a la campaña de bombardeos a Afganistán, y planean publicarla en el New York Times.
La rebelión viene después de una serie de ataques a académicos que se atreven a cuestionar a la administración Bush públicamente. El gobierno de Estados Unidos también planea introducir nuevos poderes forzando a las universidades a dar a conocer detalles confidenciales sobre los estudiantes extranjeros, como parte de un nuevo sistema de rastreo computarizado para evitar que entren terroristas a Estados Unidos con visas de estudiantes. La declaración, que está circulando entre los académicos en Estados Unidos y Gran Bretaña, dice: “En la crisis precipitada por los terribles hechos del 11 de septiembre, miembros de las comunidades académicas en todo Estados Unidos han participado en seminarios, coloquios, manifestaciones y otros eventos dirigidos a desarrollar una comprensión crítica informada de lo que sucedió y por qué. Lamentablemente, algunos participantes en estos eventos han sido amenazados y atacados por haber hablado. Los representantes legales de la Universidad de la Ciudad de Nueva York están pensando en realizar denuncias formales a los miembros de las facultades que criticaron la política exterior de Estados Unidos en un seminario. Ha habido intentos similares de silenciar la crítica en la Universidad de Austin en Texas, MIT, en la Universidad de Chapel Hill de North Carolina, en la Universidad de Amherst de Massachusetts y en otras partes”.
Concluye: “Pedimos a todos los miembros de la comunidad académica que hablen abiertamente y con fuerza en defensa de la libertad académica y las libertades civiles, no sólo como un principio abstracto sino como una necesidad práctica. En un momento como éste, debemos asegurarnos de que todas las voces informadas, especialmente aquellas que son críticas y que disienten, sean escuchadas”.
La Asociación Americana de Profesores Universitarios no firmó hasta ahora la declaración, pero su secretaria general, Mary Burgan, advirtió sobre una violenta reacción antiintelectual. “Era predecible que después de que hubiéramos pasado por las fases iniciales de reacción al 11 de septiembre, querríamos un análisis más sutil. Y así los discursos de los académicos, apasionados y también tranquilos, comenzaron”, dijo. “Y también comenzaron las reacciones desmedidas de aquellos que creen que pensar en voz alta para nuestros colegas y universidades es tan subversivo que debiera pararse, de alguna manera. Una desconfianza hacia los universitarios siempre acechó debajo de la superficie de la opinión popular norteamericana. Ahora ha comenzado a filtrarse nuevamente.”
En uno de los varios ataques recientes, los académicos de la Universidad de la Ciudad de Nueva York que sugirieron que la política exterior de Estados Unidos era en parte culpable por los ataques terroristas, fueron denunciados públicamente por el rector de la universidad por dar “inaceptables justificativos” a los terroristas. Un profesor en la Universidad de Austin en Texas provocó la ira del presidente de la universidad por publicar un artículo sosteniendo que Estados Unidos mismo había perpetrado “masivos actos de terrorismo” en sus tratos con otros países. Los estudiantes también han estado pidiendo las cabezas de los académicos que cuestionaron las acciones del gobierno de Estados Unidos. Un profesor de Ciencias Políticas hablando en una vigilia en la Universidad de Chicago en el estado de California, fue insultado por los estudiantes, y bombardeado por cartas de odio.
Una encuesta en el Instituto de Política de la Universidad de Harvard mostró que casi cuatro de cada cinco estudiantes universitarios apoyan los ataques aéreos en Afganistán, y más de dos tercios apoyan el uso de tropas de tierra norteamericanas. El Senado de Estados Unidos dio un paso atrás después de las propuestas iniciales de prohibir nuevas visas para los estudiantes extranjeros después que se informara que uno de los secuestradores del 11 de septiembre entró a Estados Unidos con una visa de estudiante. El gobierno, sin embargo, está introduciendo un sistema de rastreo que le dará a la policía información sobre los nombres, universidades, fechas de asistencia y tema de los títulos de algunos de los 500.000 estudiantes extranjeros. Los indicios iniciales sugieren que el número de estudiantes extranjeros en Gran Bretaña aumentaría como resultado de la política de Estados Unidos.

 


 

CRITICA MILITAR A ESTADOS UNIDOS
Brasil se sale de filas

Estados Unidos no quiere que ningún país deje de alinearse tras la retórica –y la política– de la guerra contra el terrorismo. Pero el gigante regional de América del Sur parece rechazar la idea de alistarse automáticamente bajo las exigencias militares norteamericanas. “Quieren meternos por los poros que la guerra existe en Brasil”, advirtió el ministro brasileño de Seguridad Institucional, general Alberto Cardoso, tras declarar al diario Jornal do Brasil que sufre presiones para que vigile a la comunidad árabe en el país y “entre en una guerra ajena”.
Cardoso dijo que existe una “presión fortísima para que los países que aún no han sido asolados por la guerra también se declaren parte de ella”, aunque se negó a identificar la procedencia de las exigencias. Y cuando le preguntaron si el requerimiento venía de Washington, respondió: “Es una presión de la coyuntura que se pasó a vivir en todos los países tras los atentados del 11 de setiembre en los Estados Unidos”. El ministro sólo explicó que el principal pedido hecho al país es que extreme la vigilancia sobre los cerca de 12.000 árabes que viven en la “triple frontera” entre Brasil, Argentina y Paraguay. Cardoso salió al cruce: “No se puede señalar a la comunidad árabe automáticamente como sospechosa” declaró, tras indicar que todas las investigaciones sobre la supuesta presencia de terroristas en la “triple frontera” han sido infructuosas. “Hace más de cinco años tenemos operaciones de inteligencia tratando de detectar en diversas partes del país indicios de células y bases terroristas y podemos afirmar categóricamente que no existen esos indicios”, aseveró.
A la vez, el diario O Globo anunció que tanto la CIA como el FBI rastrean a simpatizantes de Osama bin Laden en la “triple frontera”.

 

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