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REPORTAJE EXCLUSIVO A HUSSEIN HAMAD, OPOSITOR PAQUISTANI
“Queremos derrocar al gobierno”

El encarcelado Kasi Hussein Hamad, quien interrumpió un momento este reportaje exclusivo con Página/12 para dirigirse a una manifestación a través de un teléfono celular, convoca a una revolución para este viernes.

Una manifestación protalibán en la ciudad paquistaní de Karachi contra Estados Unidos.

Por Eduardo Febbro
Desde Peshawar

Dentro de 24 horas, los partidos religiosos de Pakistán van a poner a prueba su poder de convocatoria con la huelga general y la jornada de manifestaciones previstas para este viernes. Kasi Hussein Hamad no estará en Islamabad para asistir al inicio de la ocupación de la capital que él mismo convocó con el objetivo de que la gente permanezca en Islamabad hasta que el presidente Pervez Musharraf renuncie a su cargo. Hussein Hamad medirá el éxito o el fracaso de su iniciativa desde su casa. El líder del partido religioso más importante de Pakistán, Jamiat-i-Islami, se encuentra en arresto domiciliario en su casa de Peshawar. Al igual que a otros dirigentes religiosos del país, el gobierno de Musharraf le puso un estricto control policial en la puerta de su casa. Hamad no puede salir y para ir a entrevistarlo hay que pasar un cordón policial dejando antes el nombre, el medio de prensa al que pertenece, el hotel y el número de habitación donde residen los periodistas. Un trámite formal y rápido que abre las puertas de un mundo hospitalario y particular. Una media docena de hombres van y vienen por un vasto corredor al aire libre. Uno de ellos acompaña hasta la salida a una periodista alemana que tuvo la mala idea de querer estrecharle la mano para despedirse. Correcto y seco, con una leve sonrisa en los labios y llevándose la mano al pecho, el hombre dijo: “Lo siento, soy musulmán”. La mujer, respetuosamente vestida con un pañuelo que le cubría la cabeza, se fue azorada. No sabía que en el orbe de los partidos religiosos, los hombres no dan la mano a las mujeres y rara vez aceptan mirarlas a los ojos.
Kasi Hussein Hamad está sereno. Parece confiado en que de una manera u otra llegará el momento oportuno. Su arresto domiciliario no lo preocupa demasiado y hasta es capaz de darse el lujo de participar en las manifestaciones a las que el gobierno le tiene prohibido acudir. En un momento de la entrevista con Página/12, Hussein Hamad se puso de pie y anunció que se iba a manifestar. El dirigente no salió de su casa. Hussein manifiesta por teléfono. Los hombres de su partido lo llaman, y reproducen sus discursos telefónicos por altoparlantes.
–Usted y su partido iniciaron en Pakistán una vasta movilización con vistas a empujar al presidente Pervez Musharraf a la renuncia. Sin embargo, pese a los intentos anteriores de convocar al conjunto de la población, los partidos religiosos no lograron atraer a otros sectores y a los demás partidos tradicionales. ¿Cree que la población está hoy más atenta que antes a las ideas de los movimientos islamistas?
–Pervez Musharraf no es un presidente elegido constitucionalmente. Es un dirigente militar que llegó al poder a la cabeza de un movimiento apoyado por mucha gente y que reemplazó a un gobierno civil. Fue temporalmente aceptado únicamente porque la gente quería que se pusiera término a las irregularidades del gobierno anterior. Durante dos años, Musharraf trabajó como se debía, justificando su presencia en el poder. Hoy, sin embargo, la gente está contra su política de alianza con Washington porque va en contra de nuestros vecinos y de los inocentes. La cuestión no es saber si Islamabad hace una alianza con Washington, con Moscú, con la India o con la Unión Europea. La verdadera cuestión es que se trata de una causa injusta en la que se está bombardeando a afganos inocentes. La gente considera que esto es de una gran crueldad.
–¿Usted está dispuesto a comprometer a su partido en la guerra de Afganistán?
–La guerra fue impuesta por los norteamericanos. A los afganos no les queda otra posibilidad más que resistir. Mi partido no tiene recursos, mi partido es un partido religioso que trabaja para que haya cambiospacíficos en Pakistán. La gente siente que no hay ninguna diferencia, que si se bombardea Kabul, Karachi o Quetta es como se estuviera bombardeando a Pakistán. Jamiat-i-Islami considera que ésta es una guerra injusta, impuesta a personas que son inocentes. Nos oponemos totalmente a esta guerra.
–¿Está usted de acuerdo con llamar a la gente a la Jihad?
–La Guerra Santa es una batalla contra la opresión, la Jihad es una batalla para defenderse de una agresión. No tiene ninguna importancia que yo llame o no a la guerra santa. La guerra santa es un deber, cada persona está obligada a estar al lado de los pobres y contra el agresor, a luchar contra el poder cuando éste quiere imponerle sus sanciones a los inocentes y a los pobres. La Guerra Santa no consiste solamente en combatir, es una respuesta contra los sistemas injustos, es una lucha contra la opresión.
–Hoy hay muchas personas que están dispuestas a ir a hacer la Jihad en las zonas tribales de Pakistán fronterizas con Afganistán.
–Entre una frontera y otra no hay diferencias. La frontera entre Pakistán y Afganistán no separa a dos pueblos. Ambos son lo mismo. Son gente que comparte una misma historia. La frontera atraviesa territorios donde vive gente que tiene la misma religión, el mismo idioma, la misma historia. Las familias han sido divididas por esa frontera. Cuando hay problemas en Afganistán las personas que viven del otro lado de la frontera no pueden permanecer indiferentes. Sin embargo, debo decir que, por el momento, los afganos no necesitan un gran despliegue de fuerzas suplementarias. Pienso que no hace falta que toda esa gente que está en la frontera vaya a Afganistán porque todavía no hay combates terrestres.
–Sin embargo, lo que usted dice durante las manifestaciones convocadas por su partido moviliza a la gente para que vaya a pelear en Afganistán.
–Mi discurso no consiste en convocar a la gente para que vaya a hacer la Guerra Santa a Afganistán. Yo quiero que haya cambios políticos en Pakistán.
–¿Cuál es su objetivo político?
–Nosotros queremos cambiar al gobierno paquistaní. No queremos que el próximo gobierno apoye la política de Estados Unidos. Queremos que Pakistán tenga un gobierno que esté con los afganos que sufren. Yo no llamé solamente a mis militantes a manifestar contra Musharraf. Yo convoqué a todo el pueblo paquistaní. Es una práctica democrática que se vio en otras ocasiones. Es una demostración pacífica que apunta a que el gobierno termine de aplicar estas medidas políticas injustas y escuche el sentimiento del pueblo. Los problemas no se resuelven con la violencia. Yo y la gente de este pueblo queremos un gobierno elegido constitucionalmente.
–Estados Unidos ha decidido mantener la campaña militar en Afganistán durante el mes de ayuno musulmán del Ramadán. ¿Usted considera que esa actitud agrega un menosprecio al mundo musulmán?
–Lo importante no es el Ramadán, lo vergonzoso y cruel es que las bombas maten a gente inocente. Todos los justos del mundo deben oponerse a esta situación. Este conflicto ha sido provocado por un agresor, que es la potencia número uno del mundo. El país más potente atacó al más débil. La única solución a este conflicto es que haya justicia, pero no solamente aquí. Debe haber justicia en Kashmir, en Palestina, en Chechenia, en Afganistán. La soberanía de las naciones debe ser respetada. La guerra en Afganistán es una guerra injusta, es una guerra contra la humanidad y los valores humanos. Es una guerra cruel cuya única meta es oprimir y aterrorizar a la gente.
–Los talibanes no parecen haber respetado esa justicia dentro de Afganistán. Implementaron una política represiva, con ejecuciones públicas, con castigos a las mujeres y leyes aplastantes. –Los talibanes tienen sus propios valores, sus propias leyes que no deben ser juzgadas con los ojos de Occidente. Los talibanes aportaron la paz a Afganistán y pusieron término a los enfrentamientos internos. No había otra alternativa.
–El rey Zaher Shah, ¿le parece a usted una alternativa posible con vistas a un gobierno de concordia en Afganistán?
–El rey Shah no puede volver a Afganistán. Esa alternativa fracasó, quedó sepultada bajo las bombas de Estados Unidos. El rey Zaher Shah ya no tiene más raíces en Afganistán, no tiene dónde ir. Se fue hace más de 20 años del país, es un anciano. El país ha cambiado totalmente, las circunstancias no son las mismas.
–¿Es posible imaginar un Afganistán sin los talibanes?
–Después de los bombardeos norteamericanos, la población apoyará inevitablemente a los talibanes. Si hubo una alternativa, ésta ya no tiene más posibilidades por culpa de Estados Unidos, que bombardeó a gente totalmente inocente.
–¿Le parece que la actitud de Bin Laden y sus frecuentes declaraciones a través de cartas o videos están a la altura del drama que vive el pueblo afgano?
–No tengo por qué hablar de Bin Laden, no tengo ningún lazo con él. Soy el representante de mi propio partido. Bin Laden es una creación de los medios de comunicación de Occidente. Todos quieren decir algo sobre el caso Bin Laden. Bin Laden es un invento de Occidente.
–Pero cuando se expresa, Bin Laden lo hace en el canal árabe AlJazeera.
–Al-Jazeera es también una creación de Occidente.

 

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