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�El significado de una cultura está en su sonido�

Integrante de MIA, de MPA y
de un recordado dúo con Liliana Vitale, Verónica Condomí acaba de grabar un CD en trío, con Ernesto Snajer y Facundo Guevara, y lo presentará en vivo.

Voz: �La voz es el reflejo del cuerpo tanto como del alma, y enel medio está la mente, manejándolo todo. Es imposible separar una cosa de otra�.

Verónica Condomí presentará
el martes 13 su nuevo disco.

Por Diego Fischerman

Hay dos relatos de fondo. Y una música coral que se alimenta de ambos. Por un lado, las historias personales, el folklore escuchado en guitarreadas familiares, una maestra llamando a los padres para decirles que “la nena tiene condiciones para cantar”, más tarde el rock en un momento en que el rock se pensaba a sí mismo desde la modernidad, desde la búsqueda de nuevas fronteras y, tal vez, desde la posibilidad de conquista de todo un universo cultural. El grupo se llamaba MIA (una sigla que significaba, con sencillez, músicos independientes argentinos) y la joven con condiciones, Verónica Condomí. La otra voz es la de ese país que le daba el nombre al grupo, en el que ella creció, cantó, aprendió, fue parte del Coro de Niños del Teatro Colón y vio, en 1976, cómo desaparecía su padre, un cantante y compositor de canciones de tradición folklórica al que ahora, fervientemente, reencuentra desde la elección de su repertorio (actualmente hace algunas canciones escritas por él y a las que ella caracteriza, obviamente, como su “herencia” y su “orgullo”) y desde su propia imagen como artista.
Un dúo con Liliana Vitale, centrado, sobre todo, “en la experimentación vocal” dio lugar, ya en los ‘80, a su participación en uno de los grupos más importantes de la evolución de los géneros populares en Argentina, MPA. Junto al Chango Farías Gómez, el Mono Izarrualde, Peteco Carabajal y Jacinto Piedra, empezó a trabajar en un territorio mucho más cercano al de sus propios comienzos. “Fue una revolución en mi vida. No me había dado cuenta pero había toda una zona de mi corazón que había estado guardada, sin latir. Una zona que se asociaba con mi padre y que había quedado absolutamente dormida.” Una zona a la que ella prefiere denominar música popular en lugar de folklórica. “Es una manera de definir mejor la música de la gente que está viva, de lo que todavía como pueblo podemos decir”, explica. “Y, además, no me interesa encerrarme en un concepto como música folklórica argentina porque, de hecho, hago muchas cosas que no son ni folklóricas ni argentinas. Canto cosas de Guatemala, de Cuba, de México, de Paraguay, de Brasil. No tenemos por qué ceñirnos a nada que no sea el propio corazón.”
La forma actual de esa búsqueda permanente de Verónica Condomí alrededor de las canciones y de lo que ella llama “el sonido de la gente”, es la de un trío. Pero no es un trío típico. Ella, que en algún momento (en un grupo anterior en el que también participaba Javier Malosetti) tocaba piano, aquí renunció a cualquier cosa que no fuera cantar. Junto a ella están el guitarrista Ernesto Snajer (uno de cuyos discos fue producido por Egberto Gismonti y editado por el sello Carmo, una subdivisión de ECM) y el percusionista Facundo Guevara, con quien Condomí quería tocar desde hace un largo tiempo. El grupo grabó, parte en vivo y parte en estudio, un CD que saldrá a la venta la semana próxima. La publicación coincidirá con la presentación que harán el próximo martes 13, en el Teatro Presidente Alvear. “La música tiene la posibilidad de curar nuestra alma social y de resguardar nuestra cultura”, reflexiona la cantante. “Y en mi caso, el hecho de cantar en varios idiomas, de usar el guaraní, el portugués o un dialecto de los indios guatemaltecos, permite entrar en algo que es indisoluble de la cultura: su fonética, su sonido. Más allá de lo que quiera decir la letra, a veces el significado más profundo está allí, en esa manera de sonar.”
Para un intérprete, elegir una canción de otro, hacerla propia, decidir la forma en que esa canción va a ser cantada, es una manera de componer. Condomí afirma que “la voz es el reflejo del cuerpo tanto como del alma, y en el medio está la mente, manejándolo todo. Es imposible separar una cosa de otra. Creo que el instrumento no es la voz sino el ser. La voz es una parte de un todo, que soy yo”. Y en ese proceso de elección, lo que primero la conmueve es la música. “Después está, por supuesto, el texto. O tal vez inconscientemente uno ya lo ha escuchado y por eso esa música nos pareció intrascendente o maravillosa”. Entre las canciones amadas estánalgunas de Guastavino o de Ginastera, “esa parte de la composición argentina que no es masiva” que ella conoció en el Colón y que, aun en el medio de las revoluciones posteriores, nunca abandonó del todo.

 


 

CICLO DE JAZZ DE LOS JUEVES
El empuje de La Tromba

La Tromba, además de un nombre que remite a torbellinos, viene produciendo varios de los acontecimientos más interesantes en el ámbito del jazz local. Además de haber juntado la música con otras expresiones como la literatura, las artes plásticas o la fotografía y de haber dado cabida a muchos de los músicos más representativos del momento, viene siendo un modelo de energía aplicada a la concreción de proyectos artísticamente significativos. Como parte del ciclo de los jueves en el Espacio Urania-Giesso, Cochabamba 360, el grupo anuncia para mañana a las 22 la actuación del notable guitarrista y compositor Guillermo Bazzola (uno de los motores de La Tromba), junto a numerosos músicos invitados, en su última actuación antes de partir en una extensa gira europea que lo llevará por España, Holanda, Alemania y Francia.
El jueves 15 se presentará por primera vez una especie de mezcla entre grupos preexistentes conformada por el saxofonista Rodrigo Domínguez y dos de los integrantes de Cambio de Celda, el cellista Martín Iannaccone y Ernesto Jodos en piano. Una semana después será el turno de Cacerola, el grupo del cornetista Enrique Norris junto a Wenchi Lazo en guitarra y Alejandro Ferrera en percusión, presentando el material de su primer álbum. En la última actuación del mes, el jueves 29, debutará dentro del ciclo el contrabajista y compositor Juan Elías junto a su grupo, Hombres Trabajando, integrado por los saxofonistas Luis Nacht (que acaba de publicar un muy buen disco llamado Nachtmusik) y Pablo Puntoriero y por el baterista Hernán Rodríguez.

 

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