Desordenado y destructivo
A la Argentina le espera un
default desordenado, destructivo, que barrerá con la convertibilidad
y provocará bancarrotas masivas en el sector bancario. De esa situación
de tierra arrasada, sin embargo, se pasará en el mediano plazo
a una estabilidad aceptable, con un ambiente propicio para el reingreso
de inversiones. Tal es la predicción que hace un sector importante
de Wall Street sobre lo que sucederá en Argentina de aquí
en más. La reestructuración de la deuda que propone el Gobierno
fue asumida por esos financistas como una suerte de provocación
y es rechazada. Quienes así opinan son voceros calificados de una
parte de la banca de inversión, que estará invitada a sumarse
al canje. Su posición anticipa el duro trabajo que le espera al
Gobierno para avanzar con la operación a nivel internacional.
El caso argentino se convirtió en tema de debate central entre
los economistas más cotizados y los inversores de Wall Street y
Europa. Claro que ese debate en parte está teñido por los
intereses que defiende cada uno. Amer Bisat, gerente de portafolio del
banco de inversión Morgan Stanley, quien administra 3000 millones
de dólares en títulos de deuda de países emergentes,
sostuvo ayer en un seminario que claramente el mercado espera una
cesación de pagos muy desordenada, destructiva y asociada a miles
de juicios. Desafortunadamente estoy de acuerdo. Eso es lo
que está sucediendo, enfatizó. De nada vale que el
Gobierno siga negando el default, para muchos en Wall Street la reestructuración
de la deuda equivale al incumplimiento de los compromisos asumidos.
Bisat disertó en un seminario organizado por el Centro de Estudios
Estratégicos e Internacionales. Allí también estuvo
Francis Freisenger, economista jefe para América latina de Merril
Lynch, el banco al que acudió Cavallo para que lo asesore en el
canje. Curiosamente, el contratado dijo que la situación
de Argentina es desesperada y que la devaluación es
inevitable.
Argentina está en una trampa y necesita salir. Pero carece
de herramientas políticas, por su incapacidad para aliviar su política
monetaria, continuó Freisenger. Luego sostuvo que el canje
anunciado por el Gobierno recién es el principio del juego.
A esa altura, el economista se excusó de decir más porque
Merril Lynch asesora a la Argentina. De todos modos, se permitió
una última opinión de la política de déficit
cero que aplica Cavallo, la cual consideró que va en una
dirección opuesta a la recuperación y al crecimiento económico,
por lo cual no atraerá capitales y llevará al país
a una recesión y una deflación más profundas.
A esta altura, la verdad, ya no tenía que decir más nada.
Para Bisat, en tanto, la alternativa es abandonar el régimen
de Convertibilidad, lo que será extremadamente difícil y
llevará a quiebras masivas en el sistema bancario. Sin embargo,
indicó que después del caos, las cosas mejorarán
para Argentina en el mediano plazo por tres razones: La reestructuración
de la deuda bajará el pago de intereses. La devaluación
mejorará milagrosamente las cuentas fiscales, ya que los gastos
se reducirán por el colapso de los salarios. Finalmente, la devaluación
mejorará la competitividad, ofreciendo un mejor retorno a las inversiones,
pronosticó con la comodidad de vivir en Nueva York.
Enfrentar la realidad
Frente a la actitud beligerante
que exhiben algunos operadores de Wall Street, en la misma Nueva York
otros financistas parecen más comprensivos, aunque también
serán duros a la hora de sentarse a negociar. Uno de los pesos
pesado de la banca internacional, William Rhodes, vicepresidente del Citigroup,
declaró ayer que confiamos en que pueda lograrse un acuerdo
voluntario para la reestructuración de la deuda argentina.
Rhodes tiene una larga trayectoria en negociaciones con países
latinoamericanos con problemas de deuda y sabe cómo manejarse.
También Jacob Frenkel, el asesor de Merril Lynch que contrató
Domingo Cavallo, quien dijo que existe la necesidad de que los inversores
(argentinos e internacionales) enfrenten la realidad de que el canje
es la única solución para los problemas de solvencia que
afronta el Gobierno.
El trabajo que ahora hace Frenkel para Argentina, hace dos años
lo hizo el Citibank para Ecuador. Rhodes recordó que en aquella
oportunidad también hubo grandes presiones y muchas quejas por
la forma en que se realizó la reestructuración, pero
destacó que lo importante fue que la operación se
llevó adelante y ahora Ecuador está creciendo. Sin
embargo, a diferencia de lo que propone ahora Cavallo, aquel país
dejó de pagar la deuda, cayendo en un default abierto, devaluó
con dolarización posterior.
El banquero participó en Londres de un encuentro del Instituto
Internacional de Finanzas (IIF), que nuclea a 320 entidades, entre ellos
algunos de los bancos más grandes del mundo. Interrogado sobre
la situación argentina, William Cline, economista jefe del IIF,
resaltó que el país está tratando de evitar
una suspensión unilateral de los pagos de su deuda, y cuestionó
la postura que asumieron las calificadoras de riesgo, como Standard &
Poors y Fitch, que asignaron a la Argentina la nota de default
selectivo.
No estoy seguro qué tanto ayudan las definiciones de las
agencias sobre lo que es un incumplimiento técnico, señaló
Claine. Luego dijo que los esfuerzos de Argentina por resolver sus
problemas de deuda difieren claramente de los llamativos incumplimientos
que realizaron otros países emergentes en el pasado, cuando los
inversores sufrieron grandes pérdidas.
El economista avanzó en la discusión sobre la responsabilidad
que deben asumir los inversores que arriesgan capitales en países
con problemas, comprando bonos que les reportan grandes ganancias. Para
Claine, los tenedores de títulos de Wall Street tienen que reconocer
la pérdida y, en este caso, sugirió que es más conveniente
para ellos ingresar al canje que propone Cavallo que forzar a la Argentina
a caer en default. Si se coopera y se recibe un 7 por ciento de
interés es muy difícil quejarse cuando las tasas internacionales
han caído al 2 por ciento, indicó, en referencia a
la baja de la tasa en Estados Unidos.
Por su parte, Frenkel afirmó que los inversores locales y
extranjeros tienen pocas opciones a aceptar la propuesta de reestructuración
de deuda. Esa falta de opciones es lo mejor de una mala situación,
evaluó el asesor del ministro de Economía. Y respecto a
la resistencia de los acreedores externos para sumarse al canje, respondió:
Hay una necesidad de tratar a los inversores domésticos e
internacionales por igual. Y hay una necesidad de que ambos enfrenten
la realidad.
KRUGMAN
RECOMIENDA DEVALUAR PARA VOLVER A CRECER
Clavado en una cruz de dólares
La Argentina debe abandonar
la convertibilidad y permitir la flotación de su moneda. Solo así
podrá revertir la recesión económica que padece desde
hace 41 meses. El incumplimiento de su deuda no bajará las
tasas de interés, no hará más competitivos sus productos
ni pondrá fin a la necesidad de una austeridad fiscal draconiana,
declaró el economista Paul Krugman.
En una columna publicada ayer en el diario The New York Times, Krugman
sostuvo que las autoridades argentinas se encuentran ante un dilema similar
al que debió enfrentar Estados Unidos durante la Gran Depresión.
En 1933, el presidente Franklin Roosevelt tomó la por entonces
controvertida decisión de abandonar el patrón oro. La medida
fue uno de los componentes que permitieron volver al crecimiento de la
economía.
Para Krugman, el principal desafío de Argentina no es el pago de
la deuda sino terminar con la recesión. Sin embargo, la rigidez
de su sistema monetario evita que la economía pueda repuntar, cuando
la respuesta natural es sacarse la camisa de fuerza: dejar que el
peso flote, y hacer lo que sea necesario para salvar la economía,
explicó. Gran Bretaña lo hizo en 1931 y de nuevo en 1992
con resultados positivos, y Brasil dejó flotar el real en 1999,
lo que mejoró mucho su situación, destacó.
El economista responsabilizó a los centros de análisis
de la derecha estadounidense por insistir en que Argentina mantenga
su sistema monetario y criticó el aparente doble estándar
en los consejos de política económica. Los países
más avanzados a menudo devalúan sus monedas, pero a Argentina
se le dice que no puede. Los países más avanzados
nunca declaran una moratoria de su deuda, pero a la Argentina se le dice
que debe hacerlo, describió.
Con un déficit de entre el 1 y el 3 por ciento de su PIB, nada
mal para una economía en depresión y una deuda de
alrededor de la mitad de su PIB, Argentina tiene mejores números
que muchos países europeos. Pero el problema de Argentina no es
fiscal, es económico. Y la sola reestructuración de la deuda
no soluciona los problemas de la economía real, insistió.
Krugman reconoció, además, que los acreedores privados con
obligaciones en dólares sufrirán con la devaluación
y sugirió, al igual que el ex economista jefe del Banco Interamericano
de Desarrollo, Ricardo Hausmann, acabar por decreto con la indexación:
Es una solución radical, pero es una situación desesperada,
concluyó.
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