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DECIDIDO A SEGUIR CON EL CENSO, EL GOBIERNO BUSCARA VOLUNTARIOS
Un ministro puede llamar a su puerta

Tras la negativa docente, el Gobierno
en bloque salió a asegurar que el censo
se hará de todos modos, aunque tengan
que ir los propios funcionarios. Patricia Bullrich anunció que abrirá un registro de voluntarios entre los empleados públicos, pero ATE ya anticipó que no participará.

La ministra Patricia Bullrich junto
con el titular del INDEC, Héctor
Montero, confirma el censo.

Por Horacio Cecchi

El Gobierno imprimió ayer un gesto político contundente al salir en bloque a confirmar la realización del Censo 2001, en la fecha prevista –17 y 18 de noviembre–, con o sin docentes. Uno a uno, los ministros aseguraron que “el Censo se hace de cualquier forma”, llegando algunos a ofrecerse como voluntarios. Pese a las reticencias iniciales del director del INDEC, Héctor Montero, de que se realizara la encuesta sin la participación docente, por la tarde la ministra de Seguridad Social, Patricia Bullrich, acompañada por el mismo Montero, anunció la apertura de un registro de voluntarios para empleados públicos nacionales, provinciales y municipales, para suplir a los docentes. Los estatales de ATE, sin embargo, rechazaron el convite. A última hora, el ministro de Trabajo, José Dumón, envió intimaciones al gremio de los docentes para que realizaran el censo. Es tal el empeño del Gobierno de hacer el censo a cualquier precio que el ministro de Justicia, Jorge de la Rúa, llegó a presentar una llamativa propuesta: que lo realicen los guardiacárceles y administrativos del Servicio Penitenciario Federal.
Por la mañana, Montero se mostró muy dubitativo sobre las posibilidades de realizar el Censo 2001. Cuestiones técnicas como el exiguo tiempo de capacitación –apenas 8 días ya que el Gobierno se plantó en la fecha pautada del 17 y 18 de noviembre próximo– y la necesidad de los vecinos de abrir la puerta a una figura confiable como puede ser el docente. Además, planteó la dificultad de recuperar uno a uno, los manuales ya entregados a los maestros. “Estamos en una situación técnica complicada. Tenemos cubierto un 15 a 20 por ciento de inscriptos sobre los 490 mil docentes que estaban a cargo del Censo.”
Pero las dudas de Montero fueron cortadas de plano por el Gabinete en bloque. La señal política del Gobierno era clara: “El censo no se posterga”, aseguró el ministro de Interior, Ramón Mestre. “Lo haremos con las Fuerzas Armadas, con las fuerzas de seguridad –como anticipó ayer Página/12–, con los funcionarios públicos y, si es necesario, saldremos los ministros a cumplir con la tarea de censar.”
Con Mestre estrechó filas inmediatamente el vocero Juan Pablo Baylac. “Cada 10 años hay que hacer el censo. Es un bochorno internacional no hacerlo”, aseguró, pese a que el año pasado el censo fue postergado por el mismo Gobierno. Baylac calificó de “extorsión” la decisión de los docentes de no realizar la encuesta. “Vamos a convocar a militares, estudiantes, funcionarios.” Después de trenzarse en una polémica radial con el dirigente de SUTEBA (docentes bonaerenses) Hugo Yasky, se comprometió a salir él mismo a censar. También Chrystian Colombo fue de la partida. “El censo de población —señaló— es una política de Estado que nos sirve a todos como ciudadanos. Es una irresponsabilidad que los docentes se nieguen a colaborar.”
El ministro de Salud, Héctor Lombardo, minimizó la necesidad de los docentes en la realización del censo. “Claro que nosotros podemos salir a censar. El Censo es llenar planillas, y acá (en el Ministerio de Salud) todos los días llenamos planillas”.
Por su lado, Marta Maffei, titular de CTERA, ratificó la medida y aseguró que “ya habíamos avisado al INDEC que había problemas en el gremio por falta de pago de salarios e incentivos, y anunciamos la posibilidad de que no participaran los docentes en el Censo”.
Pero el Gobierno no estaba dispuesto a ceder un paso. No sólo confirmó las fechas pautadas. La ministra de Seguridad Social, Patricia Bullrich, organizó una reunión de emergencia en la que participaron representantes de todos los ministerios, Montero, y Alejandro Giusti, director del Censo.
“Vamos a convocar a todos los que haya. Absolutamente todos –aseguró Bullrich, antes de iniciar la reunión–. Intendentes, concejales, legisladoras provinciales, diputados provinciales, senadores, ministros,secretarios de estado, secretarios, todos. Yo tengo dos botas de goma así que no tengo problema”, agregó.
Al término de la reunión, Bullrich anunció la apertura de un registro de voluntarios entre empleados de la administración pública nacional, provincial y municipal, con los que se intentará suplir a los maestros. En el anuncio la acompañaba el mismo Montero, dando la pauta de que las dificultades técnicas, en pocas horas, se habían solucionado. Poco después se conoció el rechazo de ATE: por solidaridad con los docentes no participarán.
Montero confirmó que hoy el INDEC tendrá “en claro la cantidad de inscriptos como censistas y a partir de esos datos sabremos qué necesidades tenemos”. Según especulaba ayer Patricia Bullrich, “el número de docentes que va a desertar es mínimo, está relacionado con el activismo y calculamos que oscila entre el 5 y el 10 por ciento. Si es así, no será complicado reemplazarlos”.
A todo esto, el ministro de Trabajo, José Dumón, tras una frustrada reunión de última hora con Marta Maffei, intimó a CTERA a realizar el censo. Las cédulas serán recibidas hoy, entre 10 y 11 de la mañana. De la respuesta del gremio dependerán las medidas a tomar.
Horas antes, el ministro de Justicia, Jorge de la Rúa, intentó solucionar el problema. Organizó un plan de emergencia, por el que convocará a los guardiacárceles y administrativos del Servicio Penitenciario Federal, que estén de franco el 17 y 18, a los que se sumará el aporte voluntario de los retirados. También, ofreció las unidades penales como centros logísticos y los camiones de traslado de presos para llevar censistas de ocasión, entre los que podrían contarse algunos ministros.

 

Claves

Todo el Gobierno salió a confirmar que el censo nacional se hará en la fecha prevista, 17 y 18 de noviembre, pese a la decisión de los docentes de no realizarlo.
Los ministros llegaron a decir que ellos mismos podrían participar como censistas si fuera necesario.
Al mismo tiempo, el Ministerio de Trabajo anunció que intimará a Ctera para que revea la medida.
Patricia Bullrich abrió un registro de voluntarios para empleados públicos nacionales, provinciales y municipales. ATE ya rechazó la posibilidad de participar.
Los especialistas consideraron que preparar a los censistas en tan breve tiempo pone en riesgo la calidad de la información que pueda recogerse.

 

¿SE PUEDE HACER BIEN EL CENSO? OPINAN LOS ESPECIALISTAS
“El apuro puede afectar la calidad”

Por Mariana Carbajal

Si el censo se realiza el fin de semana del 17 y 18 con voluntarios, como anunció el Gobierno, se pondrá en riesgo la calidad de la información recolectada por la dificultad de capacitar en pocos días a los nuevos encuestadores, advirtieron ayer especialistas en estadísticas y demografía consultados por Página/12. “Es imposible cumplir con la capacitación de 500 mil censistas en una semana”, consideró Héctor Valle, quien tuvo a su cargo la dirección del Censo ‘91. “Si se quiere lograr la calidad y la cobertura exhaustiva de todo el territorio y de toda la población, como está planificado, no se puede hacer en una semana”, coincidió la socióloga Susana Torrado. Los especialistas señalaron otro aspecto que conspirará contra el éxito del censo sin docentes y es el temor de la población –por la inseguridad reinante– a abrir la puerta de su casa al encuestador. “Si ya había problemas con los maestros, imagínese si se convoca a cualquier persona y se le dice a la población: ‘Mire, lo que sabemos de esta persona es que tiene el título secundario, atiéndala’”, alertó Torrado.
Desde 1914, cuando se hizo el tercer censo del país, los docentes tuvieron a su cargo la tarea de encuestar. En primer lugar, por la estructura piramidal del sistema educativo que permite “entrenar a las personas por la cúspide de manera que después, por cascada, vaya llegando hacia los maestros, que son quienes van al campo a recoger los datos”, explicó Torrado y aclaró que no hay otra institución en la Argentina con esas características. El segundo motivo por el cual históricamente ha recaído la tarea censal sobre los docentes es su distribución proporcional a la población en todo el país. En tercer lugar, por el compromiso que requiere la actividad. “Se han hecho experiencias con estudiantes secundarios y andan bien en la realización del cuestionario, pero no en disciplina. Muchos estudiantes se salteaban hogares o no se presentaban. El censista se tiene que comprometer a encuestar las viviendas asignadas y a llenar el cuestionario con la información que da la gente, ya que existe el riesgo de que la invente”, señaló Edith Pantalides, doctora en sociología, investigadora del Conicet en el Centro de Estudios en Población (Cenep) y una de las profesionales que trabajó en la confección del cuestionario censal. Pantalides consideró que “no cualquier” persona puede ser censista. “Tiene que tener secundario completo o estar próximo a tenerlo y tener cierto hábito de llenar formularios. El formulario no es difícil, pero requiere atención”, detalló.
Al día de ayer casi la mitad de los docentes que iban a participar del censo habían pasado por los cursos de capacitación. Los que ya lo hicieron tienen en su poder la “cartografía” del segmento a censar, es decir, el recorrido asignado. Según indicó el director de Estadísticas y Censo de la ciudad de Buenos Aires, Martín Moreno, la recuperación de ese material y la impresión de más manuales de instrucción para capacitar a los nuevos encuestadores son otros dos obstáculos a sortear en la cuenta regresiva hacia el censo sin maestros. Sin contar el tiempo que demande el reclutamiento de voluntarios, el funcionario porteño estimó que serían necesarios diez días hábiles para preparar a los 36.000 censistas calculados para cubrir el territorio de la Ciudad (2000 más son empleados de Promoción Social y censarán las villas). “Si hacemos un esfuerzo muy grande podríamos llegar antes del otro fin de semana, pero la pregunta que hay que hacerse es si se llega con la calidad requerida, si el apuro por hacer el censo no afecta la calidad de los resultados”, opinó Moreno.
Para Héctor Valle, titular del Indec cuando se hizo el último censo, la investigadora del Conicet Susana Torrado y el economista y director de Sociedad de Estudios Laborales (SEL) Ernesto Kritz, es “imposible” reemplazar a los maestros en una semana. “Si el censo se hace la semana que viene, de cualquier forma, me parece que vamos a tener problemas serios de calidad en la información. Espero que se tome una decisión sensata”, opinó Kritz, quien sugirió postergarlo hasta marzo, teniendo en cuenta la dificultad de realizarlo en las proximidades de Navidad y durante el verano. “Es imposible cumplir con la capacitación en una semana. El apuro puede afectar severamente la calidad de los datos. Se corre el riesgo de que se capte mal la información”, advirtió Valle. “Ojalá me equivoque, pero si se quiere lograr calidad y la cobertura exhaustiva de todo el territorio y de toda la población, como está planificado, no se puede hacer en una semana”, coincidió Torrado, en declaraciones a una radio.
Los especialistas consultados coincidieron en señalar al problema de la inseguridad como otro escollo. En el mismo sentido, incluso, opinó Noemí Muchnick, directora de Difusión del Indec. “Si ya había un gran rechazo a abrirle la puerta a los maestros”, que sucederá “cuando le digan a la población: ‘Mire, yo junté estudiantes, profesionales, todos con nivel secundario para arriba, que además no los tengo registrados en ninguna parte, no tengo un legajo...’ Es muy complicado”, dijo Muchnick. La funcionaria admitió, sin medias palabras, la dificultad de realizar el censo sin los docentes: “Si hubiésemos creído que eran tan fácil de reemplazar, ayer (por el miércoles) cuando me preguntaban (cómo se haría el censo) les hubiera dicho: ‘Mire, ni estamos esperando a la Ctera, estamos capacitando gente’”.

 


 

EN QUE CONSISTE LA FORMACION DE LOS CENSISTAS
No es sólo saber poner cruces

¿Por qué es importante la capacitación de los censistas? “Aunque la mayoría de las preguntas del formulario censal son sencillas, algunas pueden llevar a confusión. Por ejemplo, algo tan primario como a quién se debe censar y a quién no, o qué se considera trabajo, son aspectos que, en general, no quedan claros con la lectura del manual, según observamos en las evaluaciones. La idea es que los encuestadores tengan el mismo criterio para contestar las preguntas”, explicó a Página/12 José Martín Carbajal, instructor de censistas en el partido de Almirante Brown.
La decisión de Ctera de quitar su colaboración al censo se notó en los cursos que tenía previsto dictar ayer. “De los cien censistas convocados, vinieron 60 y 18 se fueron. En lugar de 5 grupos, armamos 2”, detalló.
Uno de los puntos clave que se les transmite a los encuestadores en los cursos es que la “fotografía” del país que tomará el censo es la de la cero hora del sábado. Esto significa que se debe censar en cada vivienda a quienes hayan pasado la noche ahí. Si un miembro de la familia fallece a las 5 de la madrugada de ese día, aunque esté muerto, se lo debe censar. No así a los bebés que nazcan a partir de la medianoche del viernes. Otro aspecto controvertido es la definición de hogar. “Quienes viven bajo el mismo techo y comparten todos los gastos conforman un hogar. Si en un departamento viven tres estudiantes, pero cada uno se banca sus gastos de comida, por ejemplo, se deben contar como tres hogares. Si en la vivienda de adelante vive un matrimonio y en otra, al fondo, pero dentro del mismo terreno, vive el abuelo y comparten los gastos, se deben considerar como dos hogares, porque hay techos separados, pero si el abuelo vive en una pieza pegada a la casa es uno solo”, diferenció el instructor. Las dudas entre los censistas también surgen con el concepto de trabajo. “Se considera como tal los planes trabajar, la tarea de las manzaneras y también el trueque”, señaló Carbajal.
Según detalló el instructor, los censistas tuvieron una primera aproximación a su tarea a través de un video de unos veinte minutos que se les proyectó semanas atrás. Posteriormente se les asignó el recorrido y se les entregó un manual de 65 páginas con todos los detalles de la actividad. Luego se les entregó el cuestionario censal y se les realizó una evaluación sobre cómo completarlo. La información que surgió de los resultados del examen le sirvió a los instructores para organizar las clases de capacitación. Cada curso dura poco menos de 8 horas y se dicta en un día. Además de sacarse las dudas, los censistas aprenden a recorrer el segmento de viviendas asignado, de modo de no saltear a ninguna. Al final de la clase algunos de los participantes realizan un simulacro. “En ese momento, observamos los puntos que quedan flojos. Por ejemplo, muchas veces infieren respuestas, algo que no deben hacer. Aunque vean que tiene agua en la cocina, deben preguntarle si la vivienda tienen red”, aclaró.

 


 

Qué pasa si el Estado se desentiende de la sociedad

Desde distintas miradas, el Censo Nacional es rescatado como un valor de la sociedad al que se debe proteger de quienes quieren �privatizar� la información e incluso de la inoperancia oficial para llevarlo a cabo.

Por Raúl Dellatorre

Hace décadas, el ciudadano esperaba la visita del censista con una actitud casi litúrgica, ansioso por hacer conocer “su” realidad. Lo usual era escuchar, en los días posteriores al censo, las quejas por la insuficiencia de los tópicos alcanzados por la encuesta. Hoy en día, la actitud es prácticamente la contraria. Primero, fue la preocupación por cuánto tiempo le “robaría” el censo, entre el horario de espera y el que concretamente demandara la sesión de preguntas y respuestas. Después, apareció el cuestionamiento al ingreso de ese “extraño” al domicilio y se empezó a debatir si se le debía franquear la puerta o no. Finalmente, apareció el conflicto salarial de los censistas–docentes a los que se les negó hasta lo que en otro momento se les prometió para resolver otro largo conflicto. Mucha agua ha pasado bajo el puente, y el individualismo y el miedo fue ocupando el lugar que antes correspondía a las preocupaciones sociales y por el futuro en común. En muchos sentidos, a lo largo de más de una década de aplicación de políticas neoliberales, el Estado se fue desentendiendo de fundamentales cuestiones sociales. Ahora está al borde de desentenderse hasta de conocer la propia sociedad.
El Déficit Cero y las restricciones que el plan impone a los recursos públicos es apenas la manifestación presente de esa política, que logró poner en riesgo la realización de un Censo Nacional imprescindible para la definición de futuras políticas de Estado. Más allá de si la actitud de los maestros al poner en riesgo la realización del censo sea cuestionable o no –las opiniones y los enfoques aparecen hoy sorprendentemente encontrados, aun entre voces de un mismo espacio político e ideológico–, hubo coincidencia en el señalamiento de que el Estado falló en privilegiar una tarea que se le impone por obligación histórica: elaborar la estadística que permita conocer, cada diez años, cuál es el estado de situación de la sociedad.
La versión menos condenatoria de la actitud oficial señala que el Estado no ha llegado a desentenderse por completo de su obligación de censar, ya que no puede leerse su actual actitud como si hubiera terciarizado en una empresa privada su realización. Desde este enfoque, se interpreta que se le puede cargar a las autoridades la responsabilidad de no haber hecho las previsiones necesarias para garantizar la realización del acto censal, pero ello sería producto de su inoperancia, no de una actitud política determinada.
Otro enfoque refiere a la pérdida de valores esenciales por parte del Estado, entre los cuales se apunta el haber permitido un profundo deterioro de la educación, la baja asignación de recursos al área y las consecuencias que hoy se derivan de ello. Tampoco es ajeno a este deterioro, señalan los que sostienen este punto de vista, el propio sentido de responsabilidad de los maestros, que no estarían asumiendo como “carga pública” la obligación de censar utilizando la negación de la tarea como elemento de presión gremial. Lo sorprendente es que no son, justamente, sectores antisindicales o “de derecha” los que así opinan, aunque lo hagan con pedido de estricto “off the record”.
Una tercera medida de los costos de la actual situación conflictiva en torno al censo está dada por quienes advierten sobre los riesgos ulteriores de no acceder a la información que puede ofrecer la consulta. En un contexto en el que la información pasó a ser una mercancía privilegiada –se sostiene–, que el Estado se quede sin conocer su propia sociedad es cederle una ventaja adicional a quienes tienen la posibilidad de “comprar” esa mercancía. El Estado quedaría en la condición de ser un cliente más, en todo caso, de ese mercado, por los datos confiscados por un poder privado sin más interés que el provecho propio.
“Ya el voto en blanco se ha revelado como la segunda fuerza política del país, demostrando que la sociedad, en una buena proporción, se ve reflejada en una manifestación sin rostro ni ideas, ¿y qué pasó? Nada”, sostuvo uno de los consultados para esta nota. “Ahora, el Estado puede llegar a darse el lujo de ni siquiera contar estadísticamente a la sociedad: estamos ante la más fabulosa operación de desentendimiento del Estado con respecto a lo colectivo”, opinó la misma fuente como conclusión.
De nada sirve, y es además injusto, repudiar a los docentes acusándolos de una actitud extorsiva, aunque se pueda discrepar o discutir la oportunidad de su respuesta. Pero menos aún sirve prestar atención o dejarse tentar por aquéllos que, desde una definida mirada ideológica, aprovechan para atacar al censo e invitan a la población a encerrarse y darle la espalda. Más de una década de neoliberalismo le ha hecho perder a la población el sentido de la organización social, los valores comunes, la importancia de lo estratégico. Un censo nacional es parte de esos valores, el conocimiento de sí mismo por parte de una comunidad, el saber sobre el cuerpo que se debe operar para ejecutar la intervención certera. Es comprensible, desde otros intereses, que haya quienes no se interesen por un censo cuyos resultados deberán ser públicos. Lo grave es que, a la par de una sociedad manipulada que se desentienda, el Estado también lo haga.

 

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