Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira
KIOSCO12


Los aliancistas le dieron una alegría a De la Rúa

Convencidos de que �dentro de
lo posible, se firmó lo mejor�, los mandatarios radicales y Sobisch, del MPN, llegaron a un acuerdo por la coparticipación.

Colombo firma por el Gobierno. Después lo harían Cavallo y los gobernadores de la Alianza.

Por Santiago Rodríguez

“Les agradezco mucho la confianza y la participación en este momento decisivo para la vida de la Nación”, les dijo ayer el presidente Fernando de la Rúa a los gobernadores de la Alianza y no era para menos: después de un mes de arduas negociaciones, los mandatarios firmaron finalmente el pacto fiscal y le dieron, al menos, la posibilidad de partir rumbo a los Estados Unidos con algo bajo el brazo. Aunque no consiguieron todo lo que deseaban, los aliancistas emprendieron el regreso a sus provincias satisfechos, convencidos de que “dentro de lo posible, se firmó lo mejor”.
El trato con los gobernadores de la Alianza –al que se plegó el neuquino Jorge Sobisch– estaba, en verdad, cerrado desde el miércoles a la mañana. En el acercamiento de las posiciones mucho influyó Raúl Alfonsín, cuando el martes por la noche les advirtió a los mandatarios radicales sobre la inconveniencia de “dejar solo en este momento” al Presidente. Lo que demoró la firma del acuerdo fue su redacción, pero básicamente los esfuerzos del Gobierno y de los mismos aliancistas por sumar a los peronistas, quienes finalmente le negaron a De la Rúa la posibilidad de exhibir en su reunión con George Bush un frente interno plenamente alineado con su plan para la renegociación de la deuda externa.
El convenio permitirá el canje de la deuda pública provincial con una reducción de las tasas de interés a un máximo del 7 por ciento anual e implica la postergación por tres años de los vencimientos de capital de las deudas de las provincias. Una vez finalizado ese plazo, esas obligaciones serán canceladas con recursos del fondo fiduciario que se integrará con la recaudación del impuesto al cheque. En cuanto a la coparticipación, el acuerdo dispone la cancelación de los montos que la Nación adeuda a las provincias con Lecop durante los próximos 15 días y la reducción en hasta un 13 por ciento del piso de 1364 millones de pesos que se giran a las provincias a partir de 2002. También establece que no se transferirá más del 40 por ciento de la coparticipación en Lecop.
Breve resultó el acto de rúbrica del acuerdo en el Salón Sur de la Casa Rosada –formalmente denominado “Segunda Addenda al Compromiso Federal por el Crecimiento y la Disciplina Fiscal– para lo prolongadas que fueron las negociaciones. Por la Nación firmaron De la Rúa; el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo; y los ministros de Economía, Domingo Cavallo, y de Interior, Ramón Mestre. Por las provincias estamparon su firma los gobernadores Angel Rozas (Chaco), Jose Luis Lizurume (Chubut), Sergio Montiel (Entre Ríos), Oscar Castillo (Catamarca), Roberto Iglesias (Mendoza), Pablo Verani (Río Negro), Alfredo Avelín (San Juan); el interventor de Corrientes, Oscar Aguad; y el jefe de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra, además del neuquino Sobisch.
De la Rúa destacó que el pacto implica la “solidaridad entre Nación y provincias para superar estos momentos difíciles e impulsar este proceso de desarrollo del país” y, en alusión a los peronistas, señaló que “vamos a seguir trabajando con los demás gobernadores porque aquí está en juego el interés del país”. A los aliancistas, además de agradecerles, les recalcó que “ustedes han hecho viable el acuerdo para sus provincias con beneficios inmediatos para ellas”.
“El acuerdo es satisfactorio y, sobre todo, para las provincias altamente endeudadas”, subrayó Rozas a Página/12, y si bien opinó que “hubiera sido bueno la firma de todos los gobernadores”, le restó dramatismo a la negativa de los peronistas y no descartó que en unos días decidan adherirse.
“Este es el mejor acuerdo posible”, declaró Iglesias también a este diario. Y lo que destacó el mendocino es que “por primera vez en la historia decidimos en conjunto rediscutir la deuda y no hacer recaer el ajuste en las espaldas de la gente”.
Aguad apuntó que “fundamentalmente termina con la asfixia del alto endeudamiento” y expuso el caso de Corrientes: “Viabilizó su futuro porque no habrá que pagar más el capital de su deuda, por la cual pesaba un embargo del 66 por ciento de la coparticipación.”

 

Optimistas, pesimistas y resignados
Eduardo Duhalde, senador electo por Buenos Aires: “Yo siempre soy optimista. Naturalmente depende de los gobernadores, pero lo central es que el Gobierno garantice los recursos que son legítimamente de las provincias”.
Alfredo Avelín, gobernador aliancista de San Juan: “Firmamos el acuerdo, aunque discrepamos en parte, por la necesidad de la reactivación que tiene la Argentina”.
Pablo Verani, gobernador radical de Río Negro: “El acuerdo es muy ventajoso y el PJ debería llamarse a reflexión en este tema. (El proyecto para hacer coparticipable el impuesto al cheque votado en Diputados) “demuestra la falta de reflexión que hubo en las mayorías del Congreso de la Nación”.
Carlos Juárez, gobernador justicialista de Santiago del Estero: “No hay acuerdo porque no podemos aceptar estas condiciones. El Gobierno debe mostrar otra actitud”.
José Luis Lizurume, gobernador radical de Chubut: “El Gobierno ha incorporado un nuevo artículo por el cual se compromete a realizar gestiones ante empresas para que reciban las Lecop y las reemplacen por dinero en efectivo, para ser adelantado a las provincias que tienen acreencias por disminución de la coparticipación. Por lo tanto, creemos que el acuerdo es positivo”.
Hugo Moyano, titular de la CGT disidente: “Los gobernadores se mantienen firmes en su postura de no aceptar el acuerdo que les propuso el Gobierno. El presidente Fernando de la Rúa se irá a visitar la madre patria (por Estados Unidos) sin el documento firmado. Es hora de que empiece a gobernar para la gente. El ultimátum de (Juan Pablo) Baylac, el guapo del 900, no va a tener resultado”.

 

OPINION
Por Eduardo Aliverti

Por favor

Hay un hilo conductor que une todas las medidas económicas conocidas en los últimos días: están atadas, sin excepción, con el alambre de prenderle a cada santo una vela.
Que por favor los especuladores acepten. Que por favor haya reactivación para no sumarse más deudas. Que por favor los que aportan a las AFJP aprovechen las chirolas de más para consumir algo. Y que todo eso, por favor, sirva para sembrar una confianza capaz de revertir la depresión general. Punto. Significa, en pocas palabras, que no se está ante decisiones políticas de fuste, ante capacidad de mando, ante si te gusta bien y si no también, sino frente a tirame un hueso. O dicho de otro modo, los dueños de la economía siguen mandando a los dueños de la política institucional.
Es así que puede pasar una de tres cosas:
A)Que los especuladores se “apiaden” y acepten una quita de la deuda para cobrarla con mayor seguridad, hasta que sobrevenga una “nueva” crisis porque la Argentina seguirá sin producir lo suficiente y, mientras tanto, la ausencia de oposición y organización populares les garantice no sufrir amenazas peores. En esta opción, nada cambia sustancialmente respecto de la actualidad. Todo sigue como está pero con la alucinación de que puede cambiar.
B)Que los patrones financieros digan minga, pagame todo lo que está firmado, seguí ajustando, reprimí, lo que sea pero me pagás todo. Esta opción termina con De la Rúa y Cavallo renunciantes y pre o post elecciones anticipadas, con el peronismo en el gobierno, lo que más les convenga: devaluación, dolarización, ambas cosas o lo que sea. O con el actual jefe de Estado terminando su mandato pero en condiciones de acefalía total.
C)(La más improbable) Que la Argentina ya haya sido considerada como definitivamente incorregible e inviable y que por lo tanto se dispongan a esperar que haga lo que se le antoje. Porque no ocupa un lugar estratégico en el mundo; porque lo que importa ahora y por largo rato es una guerra asaz funcional a los intereses del capitalismo; porque el patio trasero termina en Brasil; porque... En esta opción, lo que vaya a ser de este país excede a Nostradamus. Es la más improbable porque, a la corta o la larga, el capital y el imperio no abandonan sus negocios.
El final es, de nuevo, un hilo conductor que ata a las tres hipótesis. Nadie en su sano juicio debe esperar que los gerentes contraríen a la empresa.
De los pobres, de los excluidos, de la clase media groggy, de los dirigentes con vocación de cambio, se encargan ellos mismos o no se encarga nadie. Es una utopía complicada, pero no tan estúpida como creer que Cavallo o De la Rúa se convirtieron de la noche a la mañana en burgueses sensibles.

 

PRINCIPAL