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Con el mazo norteamericano dando,
y a la única voz talibán callando

El gobierno paquistaní prohibió al embajador talibán en el
país criticar públicamente la ofensiva militar de EE.UU. Además, cerró el consulado talibán en Karachi. Hoy habrá más manifestaciones contra el gobierno de Pervez Musharraf, que está de viaje rumbo a la Asamblea General de la ONU.

Por Eduardo Febbro
Desde Islamabad

El gobierno paquistaní tiene un arte consumado de hablar varios idiomas al mismo tiempo. A pesar de que apoya política, moral y “técnicamente” a Estados Unidos en su campaña militar en Afganistán, Pakistán es el único país del mundo que mantiene relaciones diplomáticas con los talibanes. El embajador afgano en Islamabad, Abdul Salam Zaeef, es la única voz autorizada a hablar en el exterior en nombre del régimen que representa.
El gobierno pakistaní parece ahora haberse comprometido en una ofensiva diplomática contra los talibanes al pedirle a Zaeff que cese de organizar las conferencias de prensa con denuncias que luego son transmitidas en medios de comunicación mundiales. Pero lo más significativo fue el cierre de consulado talibán de Karachi, la capital económica de Pakistán. Esta no es la única medida que el gobierno de Musharraf tomó en estos días: ante el temor de que la opinión pública de su propio país se sume de manera masiva a la huelga general que se realiza hoy, el gobierno prohibió toda protesta en Islamabad y preparó un dispositivo represivo de considerable alcance en resto del país.
Las informaciones sobre las víctimas civiles, las diatribas contra Estados Unidos y la denuncia de las represalias norteamericanas eran paciente y eficazmente destiladas por Zaeff en sus memorables conferencias semanales. Según la prensa local, el miércoles Islamabad pidió al embajador que “respetara las normas diplomáticas” y se abstuviera de “criticar” públicamente a un tercer país “mientras esté en territorio pakistaní”. Ese primer acto de lo que se asemeja a una “guerra diplomática” fue seguido ayer por una decisión de mucho más peso: el cierre del consulado talibán de Karachi. La medida habría sido adoptada a causa de las numerosos reuniones organizadas por ese consulado con los sectores que se oponen a la campaña de Washington en Afganistán. A pesar de que esta política marca un cambio de actitud de Pakistán en sus relaciones oficiales con Afganistán, el presidente Musharraf hizo saber a través de sus portavoces que Pakistán no tenía la intención de “romper sus relaciones con Kabul”, por lo que continuará abierta la embajada afgana en Islamabad. Recordemos que poco después de que Estados Unidos comenzara a atacar Afganistán, Zaeef calificó de “acto terrorista” y de “genocidio” los bombardeos norteamericanos. Si Islamabad consigue silenciar al embajador, Kabul perderá el único “comunicador” a escala mundial que le quedaba. O tal vez el único que tenía.
En tanto, el general Musharraf hizo aplicar un importante abanico de medidas con vistas a la jornada de huelga general y manifestaciones convocadas para hoy. Esto incluye la movilización del Ejército y de policías, el refuerzo del arresto domiciliario de los dirigentes de los partidos religiosos, y prohibiciones drásticas de todo tipo. El Consejo de Defensa de Afganistán, una instancia que reúne a los partidos islamistas y a los jefes religiosos opuestos a la alianza entre Islamabad y Washington, llamaron a protestar por la continuación de los bombardeos, el creciente aumento de las víctimas civiles y la actitud “pactista” de Musharraf. Hasta ahora, los islamistas no lograron nunca igualar las masivas manifestaciones que organizaron en todo el país durante la Guerra del Golfo. “Trataremos con mano de hierro a las personas que provoquen disturbios”, advirtió el gobierno. La convocatoria del consejo logró en todo caso dividir a los partidos políticos de la oposición. Un sector de la Liga Musulmana adelantó que estará presente en las calles.

 

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