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MANOLO JUAREZ SE PRESENTA ESTA NOCHE COMO PIANISTA
“Jugar libremente con la música”

Fundador de toda una manera de concebir los lenguajes de tradición folklórica y maestro de varias generaciones, este músico notable improvisará alrededor de temas nuevos y viejos, propios y ajenos.

Herencia: �No se trata sólo de decir `que sigan ellos�. Lo importante es
que haya nuevas ideas, que tengamos nosotros también de dónde aprender�.

Manolo Juárez es una de las
figuras de la música argentina.

Por Diego Fischerman

Algunas de las cosas que dice podrían atribuirse a una especie de humildad impostada, de falsa modestia, si no fuera porque allí, cuando asegura, por ejemplo, que su estilo está dictado “por lo que me da el cuero para tocar en el piano”, aparece el mismo tipo de sinceridad imprudente que más de una vez ha puesto en práctica sugiriéndole a alguno de sus alumnos de música que se dedicara a otra cosa. Manolo Juárez siempre dice la verdad. Por eso, cuando asegura que hay una camada de músicos nuevos sumamente interesante, que el inventor de todo lo que él hace es Eduardo Lagos o que el gran nombre de la música argentina es Waldo de los Ríos (“Waldo, no Waldorf, el que destruía a Mozart”, aclara), conviene creerle.
En el medio de varios proyectos, que incluyen un cuarteto de cuerdas, el plan de hacer algo “que vaya hacia otra zona del lenguaje, que busque por otro lado”, junto al violinista Elías Gurevich, la próxima grabación de un disco en España y el trabajo con su quinteto estable, Juárez decidió hacer una serie de presentaciones como solista de piano, con el bajista Bucky Arcella como invitado en algunos temas. Los conciertos, hoy y el viernes que viene a las 22 en Notorious (Callao 966) rondarán algunas de las obsesiones del músico. En principio, la conformación de una especie de nuevo canon de la música de tradición folklórica, armado a partir de algunos temas ajenos que a él le parecen fundamentales (una lista en la que sobresale el nombre repetido del Cuchi Leguizamón) y algunos propios, antiguos y nuevos. Ya en su fundante “Chacarera sin segunda” Juárez anunciaba, desde el título, su idea de elaborar una nueva mirada sobre las tradiciones musicales argentinas partiendo, entre otras cuestiones, desde la forma. La historia de ese título pero, mucho más, de esa concepción de la música popular en la cual el lenguaje se hace abstracto e independiente de condicionamientos coreográficos, tiene que ver con el Mono Villegas. “El decía que no soportaba que los folkloristas, cuando hacían versiones instrumentales, dijeran `se va la segunda’. ¿Qué segunda, si tocaban de nuevo la primera?”.
El marco del piano solo le permite a Juárez, por otra parte, un contacto mayor con la improvisación. “En un grupo, por más que uno se conozca a la perfección con los demás y que las intenciones lleguen a adivinarse, de todas maneras hay una sujeción mayor”, explica. “Uno no puede quedarse en una idea, o desarrollarla para otro lado que el previsto o romper el ritmo o hacer una detención que no esté pautada de antemano. En cambio, al tocar solo, es posible ceñirse mucho menos a un plan y dejarse llevar”. Entre lo nuevo que mostrará en estos recitales hay un tema en el que el homenaje resulta obvio: “Río de los Waldos”. Como siempre, Juárez dice que “es muy posible que cambie de repertorio ahí mismo, que se me ocurran otras cosas”. La situación, dice, le da “la posibilidad de jugar más libremente”.
Maestro de varias generaciones de músicos argentinos, reconocido como uno de los máximos exponentes locales en análisis de obras, multipremiado por sus obras sinfónicas y de cámara y fundador del histórico Trío Juárez + 2 (que, por supuesto, era un quinteto), el pianista dice que hasta hace un tiempo lo que más lo preocupaba era no ver una generación de recambio. “Hablábamos con Lagos y lo que observábamos era que, dentro de este género, no aparecían músicos nuevos con cosas para decir. Ahora, por suerte, la situación empieza a ser diferente: está el negro Aguirre, está Lilian Saba, está Nora Sarmoria, que siempre se las arregla para sorprender y disparar para el lado que uno menos espera. Ojo, no se trata sólo de respirar tranquilos y decir `que sigan ellos’. Sobre todo, lo importante es que haya nuevas ideas, que tengamos nosotros también de dónde aprender”. Admirador de la coherencia estética de Anton Webern y de Frank Zappa, Manolo Juárez transita, en todo caso, por la bienaventurada incomodidad del que cree que siempre tiene algo nuevo para descubrir.

 


 

Opera barroca en el Planetario

Hasta hace un tiempo, la palabra ópera significaba obras italianas (con la excepción casi exclusiva de Wagner) y del siglo XIX. Los aportes de las investigaciones musicológicas y, tal vez, también el agotamiento de cierto segmento del mercado más afecto a las novedades que a las repeticiones, provocó, en los últimos años, un florecimiento de todo el repertorio que esos escasos límites dejaban al marco: óperas contemporáneas y óperas antiguas por un lado y óperas producidas fuera de Italia por el otro.
Una de las estrellas de la nueva movida fue el barroco francés. Y el espectáculo que desde el fin de semana pasado tiene lugar en el insospechado ámbito del PLanetario no hace más que confirmar la tendencia. Con nuevas funciones hoy y mañana a las 20.30 y el domingo 11 a las 19.30, la Compañía de las Luces, del Colegio Nacional de Buenos Aires presenta Castor y Pollux, una obra maestra de Jean-Philippe Rameau. Con dirección general de Marcelo Birman y dirección de escena de Diana Theocharidis, esta ópera está protagonizada por Bárbara Kusa, Ana María Moraitis, Norberto Marcos, Pablo Pollitzer y Clodomiro Forn y Puig.

 

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