Por Cledis Candelaresi
Si algún responsable
de una AFJP hubiera escuchado la primera exposición pública
que hizo ayer Joseph Stiglitz en Buenos Aires, quizás habría
sentido cierto escozor. Aunque sin mencionar a la Argentina en ningún
párrafo, el Nobel de Economía puso en dudas las bondades
del sistema de jubilación privada, que incluso en otros prósperos
rincones del mundo apunta a ser muy poco beneficioso para los futuros
jubilados, aunque muy lucrativo para el sector financiero. Como broche,
enunció que Estados Unidos tiene un régimen previsional
estatal que funciona de maravillas.
El economista norteamericano, recientemente distinguido con el máximo
galardón en la materia, ganó fama con sus críticas
a las posturas oficiales del Fondo Monetario Internacional y el Banco
Mundial, fundadas en el Consenso de Washington, esa fórmula que
impuso a los países en desarrollo un duro ajuste fiscal, apertura
de la economía y reducción del Estado como receta ineludible
para alcanzar una bonanza imposible.
Al clausurar ayer en Buenos Aires el Congreso Internacional del Centro
Latinoamericano de Administración para el Desarrollo, Stiglitz
reforzó aquella controvertida posición, aunque desde un
ángulo diferente. No hay sustento teórico en que el
afán de lucro hace más eficiente las organizaciones privadas,
sentenció. El intento fue obvio: derrumbar el prejuicio de que
el Estado no puede ser eficiente y, al mismo tiempo, que las privatizaciones
son la panacea. Para lograr su cometido, el catedrático de Stanford
apeló a nítidos ejemplos.
Estados Unidos cuenta con un programa público de jubilación
muy exitoso y eficiente. Pero Wall Street presiona para que se privatice,
sólo por una cuestión dogmática, ilustró
el economista. Pero el golpe más certero a la capitalización
lo dio con el otro ejemplo, también del Primer Mundo: señaló
que un régimen de capitalización del Reino Unido, con un
saludable funcionamiento de su mercado de capitales, provocará
a sus socios una pérdida del 40 por ciento de lo acumulado en sus
cuentas, a raíz de los movimientos especulativos propios del sistema.
Este costo es, simplemente, una transmisión de renta de los
beneficiarios al sector financiero, concluyó.
No fue el único ejemplo para sembrar dudas acerca de las ventajas
de declinar en manos privadas funciones tradicionalmente públicas.
Entre otros ejemplos de malas privatizaciones, recordó la del sistema
de control del tráfico aéreo en los Estados Unidos. Stiglitz
no hizo ninguna referencia a los atentados del 11 de setiembre, ni a las
supuestas fallas de los adjudicatarios, pero la referencia quedó
sobreentendida.
La ideología del presidente (George) Bush hizo imposible
resolver esto, en otros términos, dar marcha atrás
con una decisión que se tomó en 1994, cuando las restricciones
del presupuesto norteamericano habían dejado obsoleto el equipamiento
del área responsable de controlar el espacio en el que se mueven
los aviones, función finalmente delegada.
En palabras del Nobel, hay muchos casos en los que el sector público
es notablemente menos eficiente que el privado. En otros, sin embargo,
resulta comparable: los estatales ferrocarriles canadienses poco tienen
que envidiarles a líneas privadas. En la tercera categoría,
finalmente, hay ejemplos que prueban que una organización pública
puede ser aún mejor. Es el caso de la siderurgia de Corea y Taiwan,
contra la que las acerías norteamericanas tuvieron que buscar amparo
porque no podían competir. Es muy difícil para un
norteamericano admitir que algo público pueda funcionar mejor que
algo privado remató; simplemente, no lo entiende.
Argentina asusta
No sólo se encuentra al tope del ranking de riesgo país.
Como si no fuera suficiente que, además, sus más altas
autoridades deambulen por los mercados financieros en busca de ayuda
y comprensión, Argentina acaba de recibir otro mensaje
de la baja consideración en que ha caído en el mundo.
Ayer, un ex ministro de Economía de Panamá quiso dramatizar
para describir la grave situación en materia de endeudamiento
público que padece esa nación, y no tuvo mejor idea
que hablar del riesgo de argentinización de su
economía. Guillermo Chapman, ex ministro durante el gobierno
de Ernesto Pérez (1994/99), calificó de insostenible
la deuda pública panameña, de 8000 millones de dólares.
Si no se producen cambios en la política financiera
y fiscal del país, Panamá corre el riesgo de una argentinización,
señaló Chapman, como para alarmar a sus connacionales.
Al menos, todavía nos queda la Selección Nacional
de Fútbol para que nos respeten en el mundo.
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La Bolsa balconea
la crisis
La falta de acuerdo con los gobernadores tensionó los ánimos
de los mercados. La posibilidad de que se apruebe la
coparticipación del Impuesto a las Transacciones Financieras
puede quitar sustento al canje de deuda. En línea con esta
incertidumbre, en la Bolsa de Comercio las acciones líderes
cayeron el 2,6 por ciento. A la par de la baja de los bonos en 3,6
por ciento, el riesgo país trepó hasta los 2438 puntos
básicos, 118 por encima del jueves. Los datos de depósitos
del pasado miércoles mostraron un comportamiento estable,
con un leve aumento de 9 millones de pesos. Las reservas netas del
Banco Central quedaron en 17.825 millones, 226 más que el
martes. Sin embargo, la nueva suba del call ayer, que llegó
al 40 por ciento en pesos y 26 en dólares, junto a pases
activos por 2113 millones, podrían ser una señal de
la continuidad de la sangría de fondos del sistema.
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EL
RIO Y EL FRANCES REDUCEN SUS PRESTAMOS
El que huye supera la crisis
El Banco Río, filial
del Banco Santander en Argentina, y el BBVA Francés, perteneciente
al Bilbao Vizcaya, redujeron en conjunto en 955 millones de dólares
sus préstamos al sector privado y en 1200 millones sus tenencias
de bonos de la deuda pública en apenas un año. Como forma
de cubrirse de la crisis y los riesgos de debacle financiera, las dos
principales entidades financieras españolas y líderes en
el mercado argentino han provocado una fuerte sequía de la plaza
local, actitud que no podría tener otra consecuencia que haber
acelerado la crisis.
Para Domingo Cavallo, la reactivación sólo se producirá
cuando bajen las tasas de interés y el sector privado vuelva a
acceder al financiamiento. Es la teoría del canal de crédito
o del círculo virtuoso, que por una razón u otra, viene
fallando desde hace años. Un informe que revela la estrategia de
los bancos Río y BBVA Francés permite preanunciar que la
teoría volvería a fracasar.
El objetivo del Santander es contar en Argentina con una gestión
de crédito muy conservadora, de acuerdo a fuentes de
la entidad consultadas en España por la agencia de noticias EFE,
autora del informe. Esa política conservadora se expresó
a lo largo del último año con una reducción de la
asistencia crediticia del Río a sus clientes de 204 millones de
dólares. Además, la entidad disminuyó su cartera
de bonos argentinos en 1200 millones. En España observan con detenimiento
la evolución de los acontecimientos en Argentina. En especial,
el resultado del canje de deuda, que los tiene como protagonistas. Antes
de volver a aumentar su exposición en el país, esperarán
a ver cómo el Gobierno resuelve el tema de la deuda y cómo
consigue luego la reactivación.
Al igual que el Río, el BBVA Francés se ha preocupado
en intensificar la reducción de cartera de créditos,
señala el informe. En especial, ese achicamiento se notó
en el último trimestre, cuando la asistencia bajó
un 13 por ciento. Y en lo que va del año, la entidad prestó
750 millones de dólares menos que en igual lapso de 2000, equivalente
al 19 por ciento de baja.
Para mantener acotada la morosidad, haremos un seguimiento estricto
de los acreedores, dijeron en el Bilbao Vizcaya Argentaria, respecto
de la política del Francés. Los bancos españoles
fueron protagonistas salientes del proceso de extranjerización
de la banca argentina, aprovechando durante años el negocio de
prestar caro al sector público. Ahora que esa posibilidad parece
vedada, las entidades se repliegan y no prestan ni a las empresas ni al
Estado.
Como medida complementaria, el Santander y el BBVA decidieron crear sendos
fondos especiales para posibles contingencias, debido a la preocupación
por la brusca desaceleración de la economía mundial y por
eventuales dificultades de sus filiales en Argentina. El Santander constituyó
un fondo de 678 millones de dólares, que prevé ampliar a
900 millones, mientras que el BBVA separó 180 millones.
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