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LA MINISTRA PELEA A DOS PUNTAS CON SARTOR Y DUMON
Bullrich, con palos para todos

Jugando fuerte una interna de gobierno, la ministra de Seguridad Social acusa al de Trabajo de vender su ministerio a los sindicalistas �Gordos� y al de Desarrollo Social de llegar �para hacer clientelismo�.

Patricia Bullrich ya no
se habla con medio gabinete.
Sus apoyos son Cavallo, De la
Rúa y algunos Sushi Boys.

Por José Natanson

La ministra de Seguridad Social, Patricia Bullrich, ha iniciado una disputa interna con final impredecible. A José Dumón no sólo lo acusa de desactivar su proyecto de transparencia sindical, sino que incluso va más allá: está convencida de que el ministro de Trabajo ha firmado un pacto de convivencia con los capos gremiales que tendría su traducción concreta en un nombre, el de Alberto “Gato” Tomazone, un sindicalista cercano a Armando Cavalieri que –según Bullrich– estaría trabajando bajo las órdenes de Dumón. Pero el ministro de Trabajo no es el único adversario. “Este chico se piensa que vino acá a hacer clientelismo”, le dijo Bullrich esta semana a un funcionario. Se refería a otro de sus compañeros de gabinete, el titular de Desarrollo Social, Daniel Sartor, con quien mantiene una disputa aún no saldada por las partidas asistenciales.
Bullrich llegó al gabinete en octubre del año pasado como parte de aquel recambio famoso que disparó la renuncia de Carlos “Chacho” Alvarez. Desde un principio, la funcionaria adoptó un rol protagónico que la llevó a enfrentarse y aliarse alternativamente con las principales figuras del Gobierno.
Un mes atrás, en una tensa reunión reservada en la Casa de Gobierno, Bullrich se cruzó a los gritos con Chrystian Colombo, a quien acusó de intentar desplazarla del Ministerio de Trabajo para designar en su lugar a un radical que recomponga el diálogo con los sindicalistas. Aunque es evidente que finalmente perdió esta pulseada, Bullrich fue designada en un cargo clave que concentra casi la totalidad de los recursos sociales del Estado nacional. A pesar de su nuevo rol, la ministra no tiene intención de aflojar en la pelea con los gremios y reclama en público que Dumón no archive su proyecto para obligar a los capos cegetistas a presentar su declaración jurada de bienes (ver recuadro).
Bullrich está convencida de que el acuerdo no se limita a anular el proyecto, sino que va más allá. Según dice, la presencia de Tomazone en un lugar privilegiado del Ministerio de Trabajo es la prueba viviente del pacto Dumón-CGT. “Le regalaron el ministerio a los Gordos”, se quejó ante un grupo de colaboradores.
La disputa por los planes Trabajar forma parte del problema. Aunque la idea es centralizar todos los recursos sociales del Ejecutivo en el ambicioso plan que manejará la cartera de Seguridad Social, Dumón se resiste a ceder los 300 millones de los programas de empleo. El control de los recursos también la ha llevado a una disputa con Sartor, cuyo ministerio quedaría disminuido y se ocuparía casi exclusivamente de atender situaciones de emergencia.
Bullrich dice que no tiene sentido mantener los planes Trabajar, una ayuda focalizada y a menudo clientelar, si el objetivo es universalizar la seguridad social. Sobre Sartor, directamente piensa que ha llegado para hacer clientelismo. Por eso, la funcionaria está dispuesta a seguir con su plan: esta semana presentará formalmente el Sistema Integral de Protección a la Familia, que luego irá poniendo en marcha provincia por provincia.
Desde luego, tanta obstinación la ha llevado a enfrentarse con buena parte del gabinete: además de Dumón y Sartor, con quienes apenas se habla, Bullrich mantiene una relación fría con Colombo y distante con Mestre, a quien define como un secretario del jefe de Gabinete. Su situación podría complicarse aún más si, como todo indica, De la Rúa designa a Rafael Pascual en el Ministerio del Interior a partir de diciembre: el jefe de Diputados, un delarruista histórico, nunca ha congeniado bien con los integrantes del Grupo Sushi.
Tiene un aliado –precario y cada vez más débil– en Domingo Cavallo: el ministro de Economía no sólo confía en su eficiencia. También prefiere que sea ella y no un radical quien se ocupe de la ayuda social del Gobierno.
En este esquema de virtual aislamiento, Bullrich cuenta con los jóvenes amigos de Antonio de la Rúa –Andrés Delich, Hernán Lombardi, LautaroGarcía Batallán, Darío Lopérfido y Darío Richarte– como aliados en potencia. Y con el apoyo del Presidente. “De la Rúa la considera ejecutiva y leal, aunque no sea de su estilo. A veces se asusta cuando la escucha por televisión y piensa que exagera, pero al final la defiende”, describe un hombre muy cercano al Presidente.

 

Transparencia o legalidad

“Me parece un absoluto despropósito no avanzar en la transparencia de la actividad gremial. La transparencia es un valor fundamental que no debería negociarse a cambio de nada”, asegura la ministra de Seguridad Social, Patricia Bullrich. Se refiere a la decisión del ministro de Trabajo, José Dumón (foto), de acordar con los abogados de las dos centrales sindicales dejar en suspenso una resolución que obligaba a los capos gremiales a justificar su patrimonio.
El proyecto fue uno de los ejes políticos de la gestión de Bullrich al frente del Ministerio de Trabajo. La relación con los sindicalistas se enfrió a tal punto que Fernando de la Rúa finalmente decidió trasladarla a otro cargo. Para Bullrich, la designación de Dumón –un radical bonaerense de buen diálogo con los gremios– como su reemplazante fue una forma de ceder en la disputa con los gremios. La funcionaria responsabilizó por la maniobra al jefe de Gabinete, Chrystian Colombo.
Ayer, Dumón salió a responderle. Dijo que su cartera decidió no avanzar en el pedido a los sindicalistas para que presenten su declaraciones juradas “porque hay un problema de legalidad ya que la ley establece que sea la AFIP la que reciba la información sobre los bienes personales de los particulares”.
A través de un comunicado, el ministro sostuvo que va a trabajar “con transparencia pero con legalidad” y explicó que “según la ley, los funcionarios debemos presentar nuestras declaraciones juradas ante la Oficina Anticorrupción, y los particulares deben hacerlo ante la AFIP. Aparentemente hay un problema de ilegalidad en el pedido de presentación de las declaraciones juradas, ya que según la ley el ministerio no está autorizado ni a exigirlas ni a recibirlas, pero vamos a seguir estudiando este tema”.

 

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