Por Felipe Yapur
Sin banderas ni cánticos,
sin calor y sin color, el congreso nacional del Partido Justicialista
resolvió fruto del acuerdo alcanzado entre Eduardo Duhalde
y los gobernadores desplazar de todo espacio de poder partidario
a los seguidores del detenido Carlos Menem. Esta decisión le costó
al senador electo la entrega del control de la Comisión de Acción
Política a los mandatarios provinciales, quienes definirán,
entre otros temas, la convocatoria a elecciones internas desde donde saldrá
el seguro presidente peronista de 2003.
El encuentro se realizó en el microestadio de Lanús con
la presencia absolutamente mayoritaria de congresales bonaerenses, pero
también de varias decenas de representantes del resto del país.
Duhalde, que necesitó de una fuerte negociación con los
gobernadores para convencer a algunos de participar de la reunión,
se esforzó por mostrarse como un jefe congresal dispuesto a permitir
un amplio debate. Pero disimuló mal: los acuerdos previos se notaban
a la legua, así como también la notoria ausencia de congresales
santafesinos y cordobeses que, a pesar de los desmentidos bonaerenses,
prenuncian tormenta entre los gobernadores (ver página 6).
De todas formas, el armado le alcanzó a Duhalde para concretar
una de sus máximas aspiraciones, desbancar al menemismo. Rodeado
de los gobernadores Carlos Ruckauf (Buenos Aires), Néstor Kirchner
(Santa Cruz) y Adolfo Rodríguez Saá (San Luis), y del vicegobernador
salteño Walter Wayar, y con la cantidad necesaria de congresales
que exige la carta orgánica, desactivó el consejo nacional
partidario, reducto donde el menemismo tiene mayoría.
Los discursos pronunciados en el histórico congreso
como lo calificó el propio Duhalde se sucedieron con
marcada coordinación y con un eje bien definido: destacar la necesaria
organización del PJ con vistas a la recuperación del
poder en el 2003. El ex gobernador bonaerense, por caso, anunció
el fin de la etapa de confusión del PJ empujado por una marea
ultraliberal. Sin duda, una singular definición del período
menemista, etapa en la que todos, a excepción de Kirchner, supieron
vivir con absoluta comodidad. Y para evitar suspicacias, Duhalde aclaró
que todo lo decidido no tiene otro objetivo que beneficiar al partido.
Lo pasado pisado, aseguró a manera de mensaje a sus
archienemigos del menemismo.
Pero a pesar de la declamada amnistía para el menemismo, el congreso
no perdió tiempo y decidió desafiliar al PJ de la Unión
Democrática Internacional, la internacional conservadora a la que
Menem adhirió y donde participan el Partido Republicano de Estados
Unidos y el Conservador inglés de Margaret Thatcher. A renglón
seguido, desplazaron a los menemistas Carlos Corach y César Arias
del cargo de apoderados del partido y en su reemplazo designaron al duhaldista
Jorge Landau y el ruckaufista Jorge Casanovas. Y, por si faltara algo,
dieron por terminado el mandato de los interventores menemistas de los
distritos de Corrientes y Capital Federal. A partir de ahora ocuparán
esos puestos el ex integrante del Grupo de los 8 (el embrión del
Frepaso), José Conde Ramos y Duhalde, respectivamente.
A su turno, Ruckauf buscó mostrarse alejado de estas definiciones
partidarias y se limitó a desarrollar un discurso de barricada,
propio de un candidato presidencial. Hay una sola concertación
posible, la concertación con nuestro pueblo, dijo para luego
calificar la administración de Fernando de la Rúa como el
peor gobierno nacional de la historia argentina. A pesar de los
tibios aplausos, y en consonancia de su socio bonaerense, convocó
a separar a los liberales del Movimiento Nacional Justicialista
y a participar de la larga marcha para cambiar a la Argentina, pero
una corta marcha para recuperar el poder. Y sin más, se retiró
inmediatamente del estadio.
El patagónico Kirchner, otro aspirante presidencial y uno de los
más duros en la negociación con el Ejecutivo por la coparticipación,
prefirió ser más concreto y dar pistas de los próximos
pasos del partido: anuncióque el PJ presidirá las dos cámaras
del Congreso, desde donde impulsarán un seguro de desempleo, la
modificación del sistema impositivo y la restitución de
los aportes patronales de las empresas privatizadas. Debemos recuperar
la rebeldía sin miedo, se entusiasmó el santacruceño
antes de destacar que no va haber una conducción más
representativa del peronismo que la que se decida a través del
voto.
Justamente este punto el de la elección interna es
uno de los atributos de la comisión de acción política
y que, de acuerdo a la opinión de varios congresales, deberá
definir cuanto antes. Los duhaldistas sostienen que deberían ser
convocadas para fines de marzo, al tiempo que juran que su líder
no será de la partida: Duhalde sabe que su tiempo pasó,
que su imagen quedó pegada a la de Menem. Por eso sólo quiere
ayudar a organizar el partido y que seamos gobierno en el 2003.
Las decisiones del congreso todavía estaban frescas cuando comenzaron
las repercusiones. Colaboradores del senador en retirada y ultramenemista,
Eduardo Bauzá anticiparon que el peronismo está al
borde de la fractura, impulsada por los dirigentes de la provincia de
Buenos Aires.
OPINION
Por Mirta Mántaras *
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Hay un nuevo espacio
Al confirmar la Cámara Federal la invalidez e inconstitucionalidad
de las leyes de punto final y de obediencia debida,
que había declarado el juez Cavallo en la causa Poblete,
podemos decir que se abrió un espacio jurídico-político
para que la Argentina deje de ser el paraíso de la impunidad
y pueda juzgarse internamente a los autores de delitos de lesa humanidad.
Este fallo podría ser recurrido ante la Corte Suprema, pero
es improbable que ese tribunal modifique la decisión pues
está fundada en sentencias de la propia Corte (por ejemplo
en el caso Priebke) donde se declara que los delitos de lesa humanidad
son imprescriptibles y al ser crímenes internacionales se
rigen por el derecho de gentes válido para todas
las naciones por sobre cualquier ley interna. Dice el fallo de la
Cámara que esas leyes resultan violatorias de los acuerdos
internacionales y, por ello, nunca pudieron ser emitidas válidamente
por el Congreso, ya que un principio del derecho internacional es
la prohibición de contrariar sus disposiciones con leyes
internas, toda vez que al Estado corresponde la protección
y garantía del cumplimiento de derechos básicos, como
son el acceso a la justicia y la sanción de los responsables
de los delitos que ofenden a la familia humana. La sentencia dictada
el 14 de marzo de este año por la Corte Interamericana de
Derechos Humanos en el caso de Barrios Altos, Perú,
es considerada especialmente en el fallo de la Cámara porque
la Argentina está sometida a la jurisdicción de esa
Corte y debe acatar su jurisprudencia. Esta doctrina sentada en
la región es contundente en su repudio de las leyes de impunidad
al punto de considerar que, pese a ellas, el carácter internacionalmente
ilícito de los delitos se mantiene y es el Estado que las
convalida el que efectúa una continuada violación
de los derechos humanos protegidos por los acuerdos entre las naciones.
En nuestra Constitución el artículo 118 (ex 102 de
la de 1853) establece la aplicación del derecho de
gentes, es decir, del derecho internacional, aspecto destacado
en la sentencia de la Cámara, que siguiendo el actual consenso
de la conciencia jurídica universal considera imperativa
la aplicación de sus normas. Estas establecen categóricamente
que los delitos de lesa humanidad no prescriben, no pueden ser indultados
o amnistiados, no permiten justificación mediante eximentes
de responsabilidad como la obediencia debida y, por su naturaleza,
son siempre extraditables. Concluyen los jueces con un corolario
ejemplar: que decidir sobre la ineficacia de estas leyes no es una
alternativa, sino una obligación.
* Abogada de Derechos Humanos.
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