George W. Bush finalmente pronunció
la palabra que casi todos estaban esperando: Palestina. Y
fue en el primer día de la Asamblea General de las Naciones Unidas
en Nueva York. Tras varios días de especulaciones sobre cómo
el gobierno de Bush se iba a referir al conflicto de Medio Oriente sin
desequilibrar la alianza con los países árabes necesaria
en su guerra en Afganistán y sin desestabilizar la relación
con Israel, el presidente norteamericano dijo: Esperamos que llegue
el día en el que dos estados Israel y Palestina vivan
pacíficamente juntos, dentro de fronteras reconocidas y seguras.
Haremos todo lo que está a nuestro alcance para llevar otra
vez a ambas partes a las negociaciones. Pero advirtió: La
paz sólo vendrá cuando todos hayan dejado para siempre la
incitación, la violencia y el terror. Atento a sus palabras
se encontraba el líder palestino Yasser Arafat, con el que Bush
se negó a reunirse hasta que no termine la violencia entre israelíes
y palestinos. De cualquier manera, Arafat dijo que sus palabras fueron
importantes y constructivas.
En su discurso Bush hizo hincapié en la lucha contra el terrorismo,
para lo que propuso analizar la perspectiva más horrorosa,
que incluye armas nucleares, químicas y biológicas. Esta
amenaza no puede ser ignorada, insistió el presidente. Cualquier
país es un blanco potencial, y todo el mundo enfrenta la perspectiva
más horrorosa de todas: estos mismos terroristas están buscando
armas de destrucción masiva, las herramientas que transformarían
su odio en holocausto. Con esto, Bush pidió una decidida
acción mundial contra un terrorismo internacional cada vez más
peligroso, por lo que llamó a actuar de manera conjunta en la guerra
contra el terrorismo desatada a partir de los atentados del 11 de setiembre:
la civilización que compartimos está amenazada
por las armas de destrucción masiva. De hecho, el propio Osama
bin Laden se ocupó de subrayar esa amenaza, en una entrevista que
se publica en la próxima página. Al respecto el presidente
paquistaní Pervez Musharraf dijo no poder imaginar
que el saudita más buscado tenga la capacidad de producir o almacenar
armas nucleares, mientras Bush afirmó que esas declaraciones hacían
aún más necesaria la captura del sospechoso
número 1 por los atentados del martes 11 de septiembre.
Cada miembro de Naciones Unidas tiene la responsabilidad de cortar
las finanzas del terrorismo. Debemos aprobar todas las leyes necesarias
en nuestros países para posibilitar la confiscación de los
haberes del terrorismo, aseguró Bush. En los discursos que
siguieron, mandatarios de todas partes del mundo apoyaron la lucha contra
el terrorismo norteamericano. La Unión Europea se declara
totalmente solidaria con Estados Unidos y confirma su apoyo sin reserva
a la acción militar adoptada en legítima defensa y en conformidad
con la Carta de Naciones Unidas y las resoluciones del Consejo de Seguridad
de la ONU, afirmó ayer Louis Michel, actual presidente de
la UE y canciller de Bélgica. Así quedó explicitada
la intensificación de la relación entre Estados Unidos y
la Unión Europea, luego de los ataques del 11 de setiembre, específicamente
en cuestiones relacionadas con información policial, judicial y
financiera para estrechar el cerco hacia todo tipo de terrorismo.
Estados Unidos trabajará con la ONU para apoyar un gobierno
postalibán que represente a todo el pueblo afgano. Al respecto,
el presidente pakistaní Musharraf dijo que hay que evitar un
vacío de poder que derive en anarquía en Afganistán
una vez logrados los objetivos militares en la campaña que lleva
a cabo Estados Unidos. Musharraf resaltó que el futuro gobierno
tiene que asegurar la unidad y la integridad territorial de Afganistán
y contar con la representación multiétnica más amplia
posible. O sea; que el próximo gobierno no sea sólo de la
Alianza del Norte, donde la tribu de los pashtunes, que es mayoritaria
en el país, resulta en cambio minoritaria en las fuerzas rebeldes.
OPINION
Por Claudio Uriarte
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La ópera de
dos centavos
Todavía supera en trivialidad, verbosidad y despilfarro
a las reuniones del G7, la OMC o el FMI, pero no falta mucho para
que éstas la alcancen. Quizá por eso mismo, la verdadera
novedad es que la Asamblea General de la ONU, reunida ayer en una
Nueva York convertida en una superfortaleza, logró mantenerse
en un lugar intermedio, entre lo importante que pasó y lo
importante que no pasó.
La Asamblea se despliega en dos ámbitos, uno público
y otro privado. El público son las sesiones plenarias, que
en el pomposo contexto de modernismo cincuentista del recinto pueden
parecer a un desprevenido amante de la ópera como un interminable
torneo de sprachtgesang (o canto hablado), enigmático por
la diversidad de los idiomas en que discurre, pero que pierde de
inmediato cualquier misterio si se escuchan las traducciones simultáneas
por auriculares. Allí se habla del desarrollo, de la necesidad
de una mejor distribución de la riqueza, de las injusticias
de Israel con los países árabes, de las injusticias
de los países árabes con Israel, de la necesidad de
una salida al mar de Bolivia, de la enseñanza de música
dodecafónica a niños discapacitados en Nigeria, etc.
El otro ámbito de la Asamblea es más camarístico
y ocurre en las misiones diplomáticas de cada país,
donde se trenza lo poquísimo concreto que saldrá del
multiencuentro. Pero la regla no es de hierro: las sesiones operísticas
de la Asamblea pueden ser usadas para anuncios trascendentes, mientras
la música de cámara tiene una deliberada instancia
semipública en los entreactos que discurren en los pasillos
del Gran Teatro.
Ayer, la ópera y los pasillos fueron usados respectivamente
para un modificador importante y para una falta de novedad igualmente
importante: George W. Bush pronunció la palabra Palestina
y defendió la perspectiva de su existencia como Estado, pero
la prevista deferencia de un apretón de manos del presidente
norteamericano a Yasser Arafat en los pasillos no se concretó.
Que el do de pecho del texano no haya sido continuado por el paso
de comedia en el foyer tiene una lectura precisa: Palestina debe
existir no ya por justicia como por practicidad pero
no habrá trato como jefe de ese Estado que todavía
no existe mientras Arafat siga tercerizado el terror o al menos
no pueda controlarlo (en cuyo caso tampoco puede ser jefe de Estado).
Esos son los mensajes que se transmitieron ayer.
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