La muerte de tres policías
bonaerenses en menos de 24 horas hizo que el ministro de Seguridad de
la provincia de Buenos Aires, Juan José Alvarez, reflexionara sobre
la presencia de una ola de violencia que no afloja y acerca
de la necesidad de mejorar las medidas de prevención.
El caso que produjo mayor impacto fue el virtual fusilamiento
que sufrió en el Tigre el oficial inspector Julio Conte, durante
un operativo antidroga. Esta muerte motivó la apertura de un sumario
para investigar las razones por las cuales el oficial había concurrido
al procedimiento, formando parte de un grupo de diez uniformados, sin
tener puesto el chaleco antibalas. El ministro Alvarez consideró
que se trató de un exceso de confianza y ahora habrá
que determinar si hubo alguna responsabilidad de parte de los jefes de
la División Narcotráfico que comandaron el fatal allanamiento
realizado en una vivienda del Tigre.
En el episodio del Tigre, ocurrido en la noche del viernes, también
fue herido de un balazo en el hombro el sargento Gabriel Divito, quien
se encuentra internado fuera de peligro en el Hospital Churruca. La segunda
de las muertes se produjo la misma noche y la víctima fue el cabo
primero Carlos Edgardo Cabrera, quien prestaba servicios en la jefatura
departamental de San Martín. El cabo fue asesinado por dos delincuentes
cuando se encontraba franco de servicio, manejando un remise, que era
su segunda actividad laboral. El tercero de los policías muertos
en menos de 24 horas fue el sargento primero Guillermo Fernández
Alanis, de la División Explosivos de San Martín. El cuerpo
de Alanis fue encontrado ayer a las 11,30 en la autopista Buenos Aires-La
Plata a la altura del kilómetro 3,5, de la mano que va de la Capital
Federal a la provincia. El sargento Alanis recibió un disparo a
la altura del oído derecho. El cuerpo fue encontrado boca abajo,
con un equipo de lluvia color gris oscuro, botas de agua y el casco de
motociclista puesto. El policía estaba vestido de civil y sin ninguna
identificación visible.
En el interior del casco fue hallado un plomo deformado y encamisado,
mientras que a unos pocos metros del cadáver se encontró
una cápsula servida calibre 9 milímetros. En la mano contraria
de la autopista estaba tirada una motocicleta marca Mondial, de color
bordó, de 150 centímetros de cilindrada. En la investigación,
a cargo del fiscal Lorenzo Latorre, se determinó que el policía
habría focejeado con un individuo que intentó robarle la
moto, ignorando que se trataba de un policía. Al sargento Alanis
le robaron el arma reglamentaria, una pistola Astra 100.
A unos 50 metros del lugar donde apareció el cuerpo, en el alambrado
perimetral que separa la autopista de la calle Pinzón en la Isla
Maciel, el alambre estaba cortado y sobre el piso de tierra se hallaron
marcas de pisadas que ahora son analizadas por los peritos.
El caso que mayor conmoción sigue provocando es el procedimiento
en el Tigre donde murió el oficial Conte y fue herido el sargento
Divito. El ministro Alvarez opinó que el episodio del viernes fue
un caso donde además de la violencia irracional de quien
dispara está también el exceso de confianza de quien va
a hacer un operativo casi como una rutina, sin tomar los recaudos que
debería haber tomado. Un dato reveló la gravedad que
se le adjudicó al episodio del viernes: en minutos se hicieron
presentes en el lugar el ministro Alvarez y el virtual jefe de la Policía
Bonaerense, comisario Amadeo DAngelo.
Alvarez dijo que está en marcha un plan de prevención que
consiste en poner una mayor cantidad de policías en la calle
porque una de las claves de la violencia es la falta de prevención
y darle a la policía la capacitación y los elementos
necesarios para poder actuar. El autor de los disparos que mataron
a Conte sería un hombre de unos 50 años, que vestía
una camisa roja y que logró escapar de la vivienda de la calle
Catamarca y Santiago del Estero, donde se hizo el operativo.
MURIERON
LOS CUATRO OCUPANTES
Cayó una avioneta
En la localidad cordobesa de
Juárez Celman, un vuelo recreativo terminó de la peor manera:
los cuatro ocupantes de una avioneta fallecieron cuando la máquina
cayó a tierra, sin que todavía se hayan podido establecer
las razones del accidente. Junto con el piloto, que pertenecía
a un aeroclub local, fallecieron los tres pasajeros, que eran oriundos
de la ciudad de Córdoba y se encontraban disfrutando el fin de
semana.
El accidente ocurrió pasadas las 19 de ayer en las inmediaciones
de la pista de aterrizaje del Club de Planeadores de Córdoba, entidad
que era propietaria de la avioneta y que organizaba en forma habitual
vuelos de paseo, principalmente los sábados y domingos. Juárez
Celman es una pequeña población ubicada a 18 kilómetros
de la capital provincial.
Voceros del aeroclub informaron que la máquina era piloteada por
un hombre de apellido Patule, de 50 años, quien tenía muchas
horas de vuelo y una gran experiencia con todo tipo de aviones.
Hasta anoche, ni los propietarios del aeródromo ni la Fuerza Aérea,
que tiene a su cargo la investigación del accidente, estaban en
condiciones de determinar las causas de lo ocurrido.
Lo que estaban realizando era un vuelo habitual, de recreación,
que había partido con excelentes condiciones climáticas
para la aeronavegación, sin vientos fuertes y con muy buena visibilidad,
explicó un vocero del aeroclub. La máquina cayó a
tierra cuando el piloto realizaba las maniobras para aterrizar en la pista.
Los tres pasajeros que iban en la nave fueron identificados como Rubén
Bertona, de 30 años, y los hermanos Martín Novoa, de 21,
y Mauro Novoa, de 15, todos procedentes de la capital cordobesa. Los restos
de la avioneta Piper accidentada fueron retiradas del lugar por personal
de la fuerza aérea, que ahora tratará de establecer las
causas del accidente.
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