Por
Fernando Cibeira
No,
Alfonsín en esto no tiene nada que ver. Ahora se está portando
muy bien con nosotros. La frase es de un funcionario cercano a Fernando
de la Rúa y fue pronunciada a fines de la semana pasada, cuando
en el entorno presidencial hablaban de una maniobra desestabilizadora
en su contra urdida por diversos sectores comenzando por los gobernadores
del PJ. En medio de tantas malas noticias, Alfonsín le dio al Gobierno
una de las pocas alegrías al arrimar el apoyo de los gobernadores
aliancistas al convenio con la Nación. Y luego, ante la desesperación
de ver que se acercaba la cumbre con George Bush sin acuerdo con la oposición,
el Gobierno volvió a buscar la ayuda del ex presidente, quien el
sábado conversó con Eduardo Duhalde, pero luego se topó
con la intransigencia de Carlos Ruckauf. Esta dualidad por momentos
Alfonsín es enconado opositor y en otros operador oficialista
desconcierta hasta sus propios amigos. Aunque varios de ellos piensan
que Alfonsín sigue imaginando que De la Rúa no llega a 2003
y que su posición equidistante es para reservarse como gran armador
del gobierno de unidad nacional que reemplazaría al actual.
Los que sostienen esta posición aseguran que el ex presidente recibió
un informe escéptico de sus asesores sobre las posibilidades del
nuevo plan económico. Sin reactivación de la economía
en el corto plazo, sería su conclusión, la continuidad de
De la Rúa pendería de un hilo. La alternativa legal a la
que siempre adhirió Alfonsín fue la de crear un gobierno
que incorpore figuras de peso del peronismo, una idea que comparte con
Duhalde. De ahí que se quiera guardar para sí un rol más
institucional como explicaba ayer un dirigente cercano,
de manera de ocupar luego un rol activo cuando llegue el momento de ese
supuesto armado histórico.
En privado, a veces nos llegue a hablar de cisma partidario y todo.
Dos días después aparece en negociaciones a favor del Gobierno.
Ni nosotros lo entendemos bien, explicaba ayer un dirigente radical
que desde hace años milita cerca del ex presidente. El dirigente
aseguraba que parte de ese cambio podía tener que ver con la buena
relación de Alfonsín con el jefe de Gabinete, Chrystian
Colombo, quien suele llamarlo cuando necesita alguna negociación
de ésas que le gustan al cacique radical. Por ejemplo, este fin
de semana, cuando le pidió que hablara con Duhalde para ver si
conseguía acercar posiciones con los gobernadores justicialistas.
Duhalde se mostró muy dispuesto a acordar, pero el problema
fueron los otros, principalmente Ruckauf, explicaban cerca del ex
presidente.
Alfonsín apoya porque las medidas económicas son indiscutiblemente
buenas, respondía un radical incondicional de De la Rúa.
Los problemas con él empiezan cuando le da mucha bola a lo
que dicen Moreau y Storani, agregaba. Justamente, cerca de Leopoldo
Moreau y de Federico Storani se enojaban por esa diferenciación
notoria que ahora hacen en la Rosada sobre la posición destructiva
de ellos frente a la constructiva del ex presidente. Y detrás
de esa jugada dicen ver la mano del ex ministro Enrique Coti
Nosiglia, a quien le adjudican una gran influencia sobre Colombo y su
intención de convertir a Alfonsín en operador de lujo del
gobierno delarruista.
Las dudas, entonces, quedarían remitidas a las razones de Alfonsín
para aceptar ese papel. En Gobierno creen que el ex presidente abandonó
la idea del gobierno de unión nacional y que ahora es sólo
Duhalde quien opera en ese sentido. No es lo que dicen ayer un encumbrado
radical: Alfonsín no le da mucha vida a este gobierno. Por
eso piensa que ahora tiene que mostrarse colaborador, total se cae igual
y luego puede reconstruirlo.
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