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LA ALIANZA DEL NORTE MULTIPLICA SU AVANCE EN EL TERRENO AL OESTE Y AL SUR
Cómo se cae el castillo de naipes talibán

Los antitalibanes dicen que conquistan territorios por doquier. A sólo tres días de la caída de la estratégica Mazar-i-Sharif, la resistencia de más de un mes de los talibanes empezó a desmoronarse en un fin de semana. Hay informes de huidas y deserciones masivas.

Por James Meek
y Rory McCarthy
Desde el Paso de Salang
e Islamabad

Cuando llegó el final, fue devastadoramente rápido. Mazar-i-Sharif, la estratégica joya del norte, fue abandonada en horas. El general Abdul Rashid Dostum, comandante de la Alianza del Norte, una vez que había rodeado la ciudad como si fuera un territorio propio, la atacó casi sin obstáculos. Los talibanes habían resistido las ofensivas de la alianza opositora que venían desde el sur, pero lentamente la presión aumentó. El viernes por la noche, debajo de una lluvia de bombardeos de aviones norteamericanos y frente a una avanzada coordinada con las fuerzas especiales de Estados Unidos y Gran Bretaña, se derrumbaron, finalmente, los frentes de batalla talibanes.
El momento clave llegó cuando un alto comandante del frente talibán fue gravemente herido. Abdul Raziq Nazif fue trasladado por la ruta que lleva a Kabul a un hospital en Pul-i-Khumri. Su partida disparó el pánico. Otros comandantes se retiraron hacia el sur –con lo que les quedaba de su artillería– cuando colapsaron las tropas; huyeron hacia el este, al sur y al oeste. Un segundo comandante talibán, Dadullah, que venía trayendo miles de soldados de refuerzo desde la capital del norte hacia Mazar, recibió la orden de dar la vuelta y regresar de inmediato. “Ellos se desplomaron totalmente. Los talibanes fueron siempre un castillo de naipes”, dijo un importante socorrista en Islamabad, cercano a fuentes afganas. Y agregó: “Fue muy tonto de su parte tratar de defender el norte. Su mayor error fue querer conservarlo por más tiempo”.
En Afganistán, un país que lleva veinte años en guerra, es común que los comandantes se pasen de bando a último momento y salven sus vidas por un puñado de dólares. Por eso, para controlar la turbulenta ciudad de Mazar, los talibanes trasladaron comandantes desde el sur, incluso del mismísimo enclave de Kandahar. Estos hombres sabían que no podían abandonar sus pactos con comandantes tales como Dostum. “Esta vez no hay tratos. Esta fue una retirada apresurada. Parece que hasta dejaron a los pakistaníes detrás, algo muy inusual”, declaró el mismo socorrista de Islamabad.
Horas después de la huida y la deserción de los soldados talibanes, una fuerza de 1200 combatientes árabes y paquistaníes hizo una última parada en una base militar ubicada a poco más de tres kilómetros de Mazar. “Les dijimos que se rindan porque nosotros somos musulmanes y la jihad no puede pelear en contra nuestra”, declaró Ustad Mohakik, un comandante musulmán chiíta de la Alianza. Y continuó: “Pero ellos resistieron y murieron peleando. La mayoría murió, algunos fueron capturados. No se ha permitido el ingreso de periodistas en la zona, por lo que no se podrá verificar ningún reclamo”. Anoche, muchos socorristas denunciaron rumores que 170 combatientes pakistaníes fueron capturados y asesinados en una escuela en el centro de la ciudad. No hubo manera de confirmarlo, pero se sabe que miles de jóvenes pakistaníes armados han cruzado la frontera de Afganistán para unirse a los talibanes desde que se inició la ofensiva militar. Más tarde, se informó que bandas armadas recorrían las calles de Mazar. Mientras tanto, la población se quedaba en sus casas a pesar de que los soldados talibanes ya se habían ido. “La gente de la ciudad está preocupada porque la situación podría empezar a deteriorarse”, dijo un testigo.
Ayer, sucesivas provincias cayeron en poder de la Alianza del Norte. Uno de los premios que se adjudicaron fue la norteña ciudad de Taloqan, donde funcionaron sus cuarteles generales hasta que perdieron la localidad en una dura batalla hace un año atrás. Los combatientes árabes y paquistaníes manejaban, hasta ayer, los frentes de combate de la ciudad pero debieron retroceder; luego, abandonaron la ciudad rápidamente, declaró la oposición. Esta victoria significa, para las tropas de la Alianza del Norte, que podrán comunicarse con su base en el noreste y ayudar a susaliados en Mazar. Al oeste de Mazar, la oposición dijo que había conquistado las provincias de Samangan, Sar-i-Pul, Jowzjan y Faryab.
“Están cayendo como fichas de dominó. Esto es lo que pensamos que iba a pasar, sólo que tardó un poco más de lo esperado”, declaró otro socorrista. Los comandantes de la Alianza del Norte, en la pequeña parte noreste del país que controlaban hasta que cayeron los talibanes, fingieron no estar sorprendidos por la victoria y dijeron que siempre habían estado seguros de la debilidad de su enemigo. A pesar de esto, estaba claro que la desordenada expansión de sus dominios, que les dio el control de la mitad del país en menos de dos días, los dejó aturdidos y sin respuestas. Cada hora de anoche, la Alianza del Norte se adjudicaba una nueva victoria a medida que avanzaban hacia sus próximos objetivos: Herat en el oeste y Kabul en el sur.
La mañana del viernes, la mayor parte de los 385 kilómetros del camino entre Mazar-i-Sharif y los frentes de la Alianza en el norte de Kabul, vía el túnel de Salang, estaban bajo control talibán. Pero ayer por la tarde, el general Abdul Basir –el comandante de la Alianza responsable en el túnel– dijo que sólo quedaban algunos talibanes en todo el trayecto. El ministro del Interior de la Alianza del Norte, Yunus Qanuni, sí admitió que estaba sorprendido. “En un principio no esperábamos que el enemigo se rindiese tan rápido. Siempre pensé que los talibanes eran como esos vasos de vidrio irrompible. Pero cuando se quebró una parte, se rompió entero”, aclaró el funcionario. En el mismo tono, el canciller de la Alianza, Abdullah Abdullah, dijo: “La importancia de esta dramática retirada de los talibanes no es sólo que hayan perdido su enorme territorio, sino que también perdieron su fuerza de combate: tenían más de 15.000 combatientes extranjeros y del sur de Afganistán”.
Miles de talibanes huyeron hacia el sur, hacia Bamiyán, y hacia el este, hacia Kunduz. Ayer, ambos destacamentos talibanes estaban rodeados. Hubo una combinación exitosa: los avances de la Alianza del Norte, los bombardeos norteamericanos y los levantamientos locales lograron reducir a las fuerzas de Kunduz; la provincia de Takhar y su capital, Taloqan, en el este, y la ciudad de Bahlan, en el sur, también cayeron en manos de la Alianza del Norte, acrecentando la seguridad de la oposición.
* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Verónica Gago.

La muerte de una periodista
Johanne Sutton, periodista francesa de Radio Francia Internacional (RFI), murió ayer por la noche en el frente noreste de Afganistán, cuando las tropas de la Alianza del Norte que acompañaba cayeron en una emboscada de los talibanes. Además, un periodista francés de RTL, que se había montado a un tanque con Sutton y otros periodistas extranjeros, fue dado por desaparecido, según el comandante de la Alianza antitalibana Mohammad Abdulá. Efectivos de la Alianza del Norte lograron recuperar el cadáver de Sutton en el frente y lo trasladaron a su puesto de Sharatai, en la provincia de Tajar (noreste). Apenas a diez kilómetros de esta localidad, talibanes y antitalibanes se trenzaban en violentos combates. Según Abdulá, en la emboscada también desapareció un comandante de la Alianza del Norte y un soldado resultó herido. Parece que una cosa es recuperar terreno y otra, mantenerlo.

 

 

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