Mendicantes
Por Antonio Dal Masetto
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Numerosas
veces fui alumno en las academias que a lo largo de los años inauguró
y dirigió mi viejo conocido el licenciado Almayer. Asistí
como aspirante a cónsul, a financista, a juez, a funcionario público,
a redactor de discursos de campaña, a dirigente político
y también a rey. Ahora recibo un folleto donde Almayer me anuncia
la apertura y comienzo de cursos de su Escuela de Excelencia para Mendicantes
de Clase Media. Voy volando a verlo.
Me recibe con los brazos abiertos en su esplendorosa oficina del vigésimo
cuarto piso con vista al río.
Estimadísimo, ¿a qué debo la alegría
de su visita?
Recibí su tarjeta y quisiera anotarme en la carrera.
Como siempre eligió bien, es la profesión del momento.
¿Cree que tengo condiciones?
Conociéndolo como lo conozco, estoy seguro de que hará
la carrera de taquito, si me permite la vulgaridad de la expresión.
Estoy un poco apurado, ¿cuándo podría empezar?
Ya mismo. Voy a darle una clase introductoria para que no vaya tan
crudo al aula. Antes que nada bórrese de la cara toda expresión
que pueda inducir a los demás a pensar que en usted existe la más
mínima posibilidad de estar conforme de vivir en este mundo. Acá
tiene una foto de Buster Keaton, el hombre que jamás reía,
la mejor cara de desamparo que existió en la historia de la humanidad.
Allá hay un espejo, se me para delante y practica hasta conseguir
una cara bien triste y mientras tanto no deje de repetir: Una monedita
por el amor de Dios.
¿Voy ya al espejo?
Primero veamos el tema de la pilcha. Acérquese que voy a
arrancarle las dos mangas de la campera y el cuello de la camisa. A ese
pulóver hay que darle el tratamiento que corresponde; esta pintura
amarilla da muy bien la mancha de huevo y esta colorada, la de tuco. También
le haremos un par de agujeros. Ahora el pantalón, un lindo siete
en la pierna derecha y dos en la izquierda. Sáquese las medias
y pise sobre los talones de los zapatos de manera que le queden como chancletas.
Ya se está acercando a le physique du rôle perfecto. Del
resto se van a encargar los profesores. Ni hablar que se va a mover en
ambientes privilegiados; sus objetivos son los barrios de alto poder adquisitivo
y turísticos, por lo tanto los idiomas son muy importantes, acá
le vamos a enseñar a decir en no menos de quince lenguas una
monedita por el amor de Dios. Esto, en el futuro, le permitirá
viajar por el mundo. A diferencia de otras muchas profesiones,ésta
es internacional, no va a tener que revalidar su título; todos
los mercados están abiertos a su actividad. Para cuando decida
viajar, la escuela tiene un asesoramiento de postgrado. Puede actuar profesionalmente
en Helsinki, Sydney, el Vaticano, Zurich, Tokio, Moscú.
Ya me estoy viendo tirando la manga frente a las cúpulas
de la Plaza Roja.
Le recuerdo, y esto no es un detalle menor, que la nuestra es una
carrera con salida laboral simultánea, va a poder pagar sus estudios
con lo que recaude como practicante. A propósito, acabo de recordar
que usted es aficionado a la pluma, podría colaborar escribiendo
historias truculentas para nuestros aspirantes, le haríamos un
descuento en el curso. Y no se preocupe si los argumentos son muy sofisticados,
el alumnado viene con una formación cultural de alto nivel, un
buen porcentaje de ellos tiene estudios universitarios.
Y cuando termine, ¿voy a tener mi diploma de mendicante?
Uno muy lindo, por cierto. Se lo entregaremos después del
examen final, lo que en otras carreras se conoce como tesis, y que en
nuestra institución es la prueba de fuego: ir a manguear a la puerta
del Ministerio de Economía y venir con una limosna.
Eso sí que es difícil, un hueso duro de roer.
Hay que ir e insistir hasta que se consiga traer algo. Los alumnos
que junten más de dos pesos se reciben con medalla de oro. Hasta
ahora no entregamos ninguna. Tómelo como un desafío. Sería
un orgullo para mí que usted sea la primera medalla de oro. Ahora
sí, ya puede ir a pararse frente al espejo con la foto de Buster
Keaton. Si en algún momento se le pianta un lagrimón, póngase
contento, significa que va por buen camino.
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