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Bullrich llevó su pelea con Sartor hasta el despacho del Presidente

La ministra exigió el cierre de Desarrollo Social. Lo habló en público y luego con Colombo y De la Rúa. Amenaza con irse del Gobierno si no le hacen caso. También se peleó con Dumón.

Por Romina Calderaro

Se ganó la confianza del Presidente y fue premiada con un ascenso. Supo hacerse necesaria y ayer empezó a pedir su recompensa: la ministra de Seguridad Social, Patricia Bullrich, condicionó su permanencia en el gabinete a la disolución del Ministerio de Desarrollo Social, que conduce Daniel Sartor, y dijo que su sucesor en Trabajo, Gabriel Dumón, cometió un “error total” al dar marcha atrás en la decisión de obligar a los sindicalistas a la presentar la declaración jurada de bienes. Recién llegado de Estados Unidos, el Presidente se enteró de lo que la ministra había dicho por radio. Y lo escuchó de su boca en una reunión que mantuvieron por la tarde. Trascendió que De la Rúa se enojó con el planteo de Bullrich, pero que no desestimó su pedido: su decisión se conocerá esta semana, cuando se presente el Presupuesto 2002.
Bullrich cree que si el Gobierno decidió crear un ministerio de Seguridad Social –y ya puso al aire las propagandas que lo publicitan– tiene que disolver los programas del ministerio que conduce Daniel Sartor. Bullrich ya anunció un programa “revolucionario” que destierra los planes Trabajar. A cambio, las familias con hijos con ingresos inferiores a los 1000 pesos recibirán 30 pesos mensuales por cada hijo de hasta 14 años. También habrá cien pesos para los mayores de 75 años que no tengan ningún ingreso. Pero Desarrollo Social sigue manteniendo bajo su órbita algunos programas –como el programa alimentario y de capacitación Unidos– y la ministra quiere que la situación se defina cuanto antes. “Es una cosa que ya se anunció. Hay un montón de gente que llama todos los días a la ANSES para anotarse en la lista de beneficiarios y uno no puede decirles que esperen porque hay que desmontar una estructura paralela. Tiene que haber una sola persona que administre el ministerio. Es una decisión del Presidente, pero ella se va a ir si esto no se resuelve”, dijo a este diario un cercano colaborador de la ministra.
En una reunión privada con Bullrich –quien se reunió antes con Colombo- el Presidente quedó en analizar la situación. Y aunque la lógica indica que el costo político de enemistarse con Sartor es menor que el de perder a Bullrich, una funcionaria hasta ahora leal a la que premió recientemente al ascenderla de Trabajo a Seguridad Social, todavía no dijo qué hará. Lo que sí dejó trascender es su malestar con el planteo de la ministra, que lo obliga a apurar una decisión que él no tenía ningún apuro en tomar. Amén de que hizo pública una discusión que perfectamente podría haber quedado entre las paredes de los despachos de la Casa Rosada.
Por su parte, el ministro de Desarrollo Social hizo saber a través de sus voceros que seguirá trabajando en su área y que “el único que decide la creación o la disolución de un ministerio es el Presidente”. Demás está mencionar la bronca que destilaban ayer sus colaboradores contra la ministra.
Y ya que iba a decir lo que pensaba, Bullrich no se perdió la oportunidad de atacar al nuevo ministro de Trabajo, Gabriel Dumón, quien decidió dar marcha atrás con la de decisión que en su momento tomó la ministra de obligar a los sindicalistas a presentar sus declaraciones juradas. El nuevo ministro cree que ése un tema que le compete a la AFIP y la Oficina Anticorrupción y no a su cartera. “Es una barbaridad y un error que se retroceda en los temas de la transparencia”, dijo ella. Por la tarde, Dumón se reunió con el Presidente para resolver si contestarle o no a Bullrich. El resultado de esa reunión fue un comunicado en el que puede leerse que “El país no espera una interna entre ministros del Poder Ejecutivo Nacional, por eso mi esfuerzo es bajarle a esta discusión todos los decibeles posibles”. En tiendas de Dumón, menos formales, repetían que la actitud de Bullrich es “mezquina”. “Quiere estar en todos lados. Opina hasta del Censo. ¿Me querés decir qué tiene que ver ella con el censo?” se preguntaban. En un día largo, Bullrich se jugó ayer a todo o nada. Si el Presidente le hace caso, tendrá de una vez por todas el superministerio que le prometieron. Si no, tendrá que irse silbando bajito.

 

 

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