Por
Victoria Ginzberg
El
coronel retirado del Ejército, Carlos Alberto Barda, ex jefe de
subzona 15, y amo y señor de Mar del Plata y sus alrededores durante
la última dictadura, fue detenido ayer por el Tribunal Oral de
la ciudad balnearia. Pero sólo estuvo preso unas horas, hasta que
el juez Mario Arturo Robbio lo dejó en libertad. El coronel se
negó a declarar en el Juicio por la Verdad, los magistrados del
Tribunal Oral lo arrestaron por desobediencia y su arrogancia
hizo que se ligara una cachetada de Eleonora Alais, cuyo padre está
desaparecido. La firma de Barda figura en un escrito en el que reconoce
el asesinato de Jorge Candeloro, uno de los abogados secuestrados en la
Noche de las Corbatas.
Barda entró a la sala de audiencia con el pecho inflado, dirigió
una mirada al público en la primera fila estaban las Madres
y Abuelas de Plaza de Mayo con sus pañuelos blancos y se
sentó ante los magistrados Roberto Falcone, Mario Portela y Néstor
Parra. Luego de dar sus datos personales, se dirigió a Falcone
y expresó: Señor presidente, me niego a declarar.
El juez le indicó que no podía rehusarse a ser interrogado
porque no debía contestar sobre él sino sobre la actuación
de terceros. Pero el hombre no cambió su postura. Los magistrados
ordenaron su arresto y lo pusieron a disponibilidad del juez Robbio, que
estaba de turno y que a las pocas horas lo dejó libre. En los pasillos
de los tribunales marplatenses estaban sorprendidos por la rapidez del
magistrado y recordaban que llegó a su cargo por sus vínculos
con los militares y que su hermano fue un subordinado de Barda.
Por la mañana, mientras el coronel salía custodiado de la
sala, Eleonora Alais le gritó asesino y llegó a pegarle
una cachetada (ver aparte). Barda quedó detenido en la alcaidía
de los tribunales, de donde iba a ser trasladado a la delegación
local de la Policía Federal, aunque el coronel retirado prefería
que lo llevaran a una dependencia militar.
Al negarse a testimoniar, el militar citó un fallo en el que el
año pasado la sala IV de la Cámara de Casación Penal
dispuso, ante quejas presentadas en Bahía Blanca, que los militares
que sean llamados a declarar en los juicios en los que se investiga el
destino de los desaparecidos no sean obligados a comprometerse a decir
la verdad. Pero el tribunal bahiense no reconoció la competencia
de Casación, ya que interpretó que el verdadero propósito
de los jueces Gustavo Hornos, Amelia Berraz de Vidal y Ana María
de Durañona y Vedia era paralizar el Juicio por la Verdad.
Como jefe de la subzona 15, Barda fue responsable de los centros clandestinos
de Mar del Plata, que funcionaban en la Base Naval, la Base Aérea,
la comisaría 4ª, el destacamento de Batán y la Escuela
de Suboficiales de Infantería del Mar. Fue procesado por diez delitos
pero la Corte Suprema de Justicia lo desprocesó el 21 de junio
de 1988 por aplicación de la ley de Punto Final. Hace dos semanas,
el tribunal oral había ordenado su captura porque el militar se
había mudado sorpresivamente el día en que debía
ser notificado de su citación. Los jueces sospecharon de su actitud
y dispusieron su inmediato arresto debido a que existía
temor fundado de que se oculte, fugue o ausente. Finalmente,
Barda tuvo que presentarse ante los magistrados que fijaron su citación
para ayer.
Uno de los casos sobre los que Barda debía responder es el de la
Noche de las Corbatas, en la que fue secuestrado un grupo
de abogados marplatenses. La firma del militar figura en un escrito en
el que reconoce el asesinato de Jorge Candeloro, uno de los letrados desaparecidos.
El 30 de septiembre de 1977 Barda, jefe de la Agrupación de Artillería
de Defensa, contestó un oficio judicial que le había enviado
el juez en lo penal Federico Hooft sobre la desaparición de Candeloro
y su mujer, Marta García. La respuesta del militar, en un papel
que lleva el sello de secreto fue: que mientras se realizaba
un operativo contra la banda de delincuentes subversivos PRT-ERP, el 28
de junio de 1977 en esta ciudadfue abatido el DS Jorge Candeloro en circunstancias
que aprovechando un desperfecto del vehículo que lo conduce y la
oscuridad reinante trató de huir sin respetar las voces de alto
dadas por el personal de custodia.
Los hechos no sucedieron exactamente como los narró Barda. Candeloro
y su mujer fueron secuestrados el 13 de junio de 1977 en Neuquén
y llevados a La Cueva, un centro clandestino ubicado cerca
de la base aérea de Mar del Plata. Allí también fueron
conducidos a principios de julio los abogados Norberto Oscar Centeno,
Raúl Alais, Salvador Arestín, Carlos Bossi, Camilo Ricci
y Tomás Fresnedas y su esposa embarazada.
En La Cueva, Marta García escuchó una noche
los gritos de su marido mientras lo torturaban, hasta que después
de un alarido la voz no se volvió a percibir. La mujer que
fue liberada seis meses después sólo supo en el 80
que existía la contestación de Barda al juez Hooft. Del
resto de los abogados, Ricci fue liberado a las pocas horas y Bossi apareció
con vida días más tarde en el baúl del auto de Centeno,
quien fue hallado asesinado. El resto continúa desaparecido.
Le
encajé un bollo
Por
V.G
Estaba
con mi marido y otros chicos de HIJOS, vi su reacción y me
agarró un veneno... fui, me metí entre los policías
y le encajé un bollo, a mucha honra. Eleonora Alais
describió así el momento en el que le pegó
una cachetada al coronel retirado del Ejército Carlos Alberto
Barda, luego de que el militar se negara a declarar en el juicio
por la Verdad de Mar del Plata. En el momento fue como una
catarsis, no pensé mucho, pero me dio un placer enorme,
narró a Página/12 la mujer que hizo realidad el deseo
de casi todos los que estaban en la sala. Eleonora hizo algo simple.
Se acercó, le dijo asesino de cerca y le pegó. No
fue algo premeditado ni lo dejó lastimado, al menos en la
piel. Fue una cachetada a la impunidad, que logró que el
hombre no saliera con la arrogancia que intentó trasmitir
al entrar. Creo que se asustó, pero no por el cachetazo
sino porque no esperaba encontrarse con los organismos, con las
Abuelas que estaban en primera fila. Es que es una indignación,
saber que dio la orden para que maten a tu viejo y está ahí
como si nada, dijo Eleonora.
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