Por
Horacio Cecchi
Desde
las siete de la mañana, medio centenar de esposas y familiares
de policías rodeó al Comando de Patrullas de La Matanza,
impidiendo la salida de los patrulleros. La novedosa protesta, que se
mantuvo durante todo el día, se realizó por la falta de
pago de salarios: el jueves pasado cobraron el básico que para
un cabo es de 142 pesos, de los cuales el 70 por ciento fue pagado en
patacones. La medida fue tomada por las mujeres para evitar sumarios contra
sus maridos. Por la tarde, un radiograma de la jefatura policial aseguró
que el resto se pagará el viernes, pero el ofrecimiento sólo
caldeó los ánimos. Voceros oficiales dieron crédito
al reclamo espontáneo, pero lo desligaron de un intento de autoacuartelamiento
o de motivaciones políticas. Algunas versiones, a última
hora, indicaban que otros comandos de patrullas, mejor dicho sus esposas,
veían con buenos ojos plegarse al reclamo.
La puerta de entrada del Comando de Patrullas de La Matanza, sobre Camino
de Cintura, junto a la Autopista Ricchieri, tenía un aspecto desusado.
Tres chiquitos de entre 6 y 8 años jugaban a la hamaca colgados
de la barrera que cierra el ingreso al destacamento. Una nena correteaba
por el playón. Junto a la puerta, diez mujeres tomaban mate y mordisqueaban
algún bizcocho. Otro grupo de mujeres estaba de plantón
sobre la entrada. Objetivo: impedir la salida de los patrulleros.
Reclamaban el pago de salarios de sus maridos, oficiales y suboficiales
del comando, que a medida que llegaban se iban concentrando en el playón.
No quedaba claro a esa hora si se trataba de incertidumbre, de un autoacuartelamiento
o de órdenes de la patrona. Lo cierto es que los policías
no iniciaban sus actividades. Los patrulleros, estacionados sobre el playón,
fueron guardados dentro de un enorme galpón. Fue uno de los momentos
de mayor tensión.
Poco a poco, la situación se fue aclarando: las que tomaban la
bandera del reclamo eran las mujeres, para evitar sanciones sobre sus
maridos. Lentamente, los uniformados comenzaron a salir a sus destinos.
A pie, por La Matanza, el distrito más extenso y poblado de la
provincia.
¿Hoy qué es, lunes?... martes, miércoles, jueves,
viernes. ¿Y qué hago hasta el viernes sin una moneda?.
La pregunta se la hacía Vanesa, esposa de un policía, mientras
cebaba mates dulces para el resto del grupo. Estamos impidiendo
la salida de los móviles con el fin de que nos abonen nuestros
sueldos, explicó Mónica. El 8 pagaron un porcentaje,
entre el 20 y el 35 por ciento. Dieron 30 pesos y entre 50 y 100 patacones.
Ahora dicen que el resto lo van a pagar el viernes, pero todo en patacones.
Aseguran que la organización fue espontánea, que se fueron
plegando poco a poco a medida que aparecían en los medios. Sostienen
que no hay líderes, aunque algunas llevaban la batuta o, al menos,
se mostraban más inquietas. Dora era una de ellas. Esposa de un
policía y separada de otro, se quejaba: Si mi ex marido cobró
menos de 200 pesos no me va a pasar los alimentos de mis dos chicos.
Junto a ella, Beatriz aseguraba: Dicen que nos van a pagar el viernes.
Queremos que nos paguen ahora, que venga el gobernador (Carlos Ruckauf).
Alrededor de las cinco de la tarde, un radiograma con la firma del virtual
jefe de la Bonaerense, Amadeo DAngelo, afirmaba que se realizaría
el pago de la suma adeudada el viernes próximo. No hay nada
nuevo. No nos movemos de acá, decía enfervorizada
una mujer, mientras otras aplaudían.
Por fuera del cuartel, el cabo primero Ricardo Santillán se transformaba
en el único uniformado sin uniforme y del otro lado del vallado.
No doy más. Después de 11 años, dije basta
confió Santillán a Página/12. Estamos
cansados, papi, mal dormidos, no ves a tus pibes. Cómo hacés
para decirles que no hay plata. Queremos una respuesta del gobernador,
y que nos garanticen que no va a haber sanciones.
A Santillán no se lo va a tocar, aseguró a este
diario una alta fuente oficial. Tiene un sumario anterior a la llegada
de Alvarez y estábuscando ubicarse como víctima. Se le va
a seguir ese sumario. Respecto a los otros, no habrá sumarios porque
la Departamental no elevó ninguna falta como para iniciarlos.
Voceros del Ministerio de Seguridad bonaerense confiaron que veían
la movida como un reclamo legítimo, al que se habían intentado
plegar luego algunos intereses políticos. Había dos
retirados, Hermes Acuña y Juan de Dios González, los dos
vinculados a Patti. Alguien llevó gomas para quemar y las mujeres
no quisieron saber nada. Alguien les empezó a decir que se pagaría
el resto en patacones y es absolutamente falso. Todo va a ir en pesos,
agregó la fuente.
Pasadas las cinco y media, después de que el radiograma de DAngelo
terminara en un rotundo fracaso, se intentó sortear el dique femenino
mediante un ardid: las puertas del enorme galpón donde se estaciona
el grueso de los patrulleros fueron cerradas y un obrero comenzó
a abrir un boquete en la pared trasera. Las mujeres advirtieron la maniobra
y bloquearon la salida por retaguardia.
A última hora, el fiscal de La Matanza, Elpidio González,
se presentó para dialogar con las mujeres. Las intimó a
abandonar el lugar, cosa que inicialmente rechazaron. Pidió hablar
con tres, pero terminó negociando con todas. Al cierre de esta
edición, el tira y afloje del fiscal continuaba con el movimiento
de las patronas.
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