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“CREAMFIELDS”: 20.000 PERSONAS EN SAN ISIDRO
El gran baile en el pantano

El festival electrónico más importante del mundo tuvo su edición argentina, con buena concurrencia y varios problemas con el barro.

Por Pablo Plotkin

“¡Esto no se puede creer!”, vociferó un chico de bigote recortado, procurando dominar el sonido del set de Dave Seaman. “¿Qué cosa?”, le preguntó una piba de pelo fucsia, que parecía ser la novia o una prima mayor a cargo. “Esto”, rió el chico, señalándose las zapatillas hundidas en el barro. “¡Estoy flotando!”, remató. Desenterró una suela, impostando movimientos de astronauta, lanzó una patada al aire para deshacerse de las costras de barro y le aulló a la madrugada azul de domingo en San Isidro. Eran algo más de las cinco de la mañana; la fiesta había comenzado hacía más de doce horas y la primera versión argentina de Creamfields, el festival dance más importante del mundo, se extinguía a la velocidad ultrasónica de Seaman, Stacey Pullen y Adam Freeland, los DJ puestos a cerrar las tres carpas principales. El hipódromo se había convertido en una especie de gran pantano electrónico, pero los bailarines más resistentes se negaban a claudicar. La química surtía sus últimos efectos y el amanecer anunciaba el final de una celebración magistralmente musicalizada, que convocó a unas 20 mil personas, en lo que puede considerarse el comienzo de una nueva era en los espectáculos masivos.
Semejante número evidencia el avance de la cultura electrónica en Buenos Aires, sobre todo considerando la recesión que azota a la industria del entretenimiento. Esa multitud de bailarines en peregrinación permanente, con el barro por las pantorrillas, parecía completamente ajena al desastre económico. Y si bien buena parte del público daba la sensación de ser local en zona norte, también es verdad que muchos llegaron a bordo de los vagones del Ferrocarril Mitre. Desde temprano, subidos a cierto espíritu de escape pero a años luz de la tradición ricotera (en este caso nadie viaja sólo con lo puesto), los bailarines empezaron a poblar y a deformar el terreno del hipódromo, espantosamente maleable a causa del diluvio de la noche anterior.
Podría parecer un detalle, pero tratándose de un festival que se sustenta en el contacto de las piernas con el suelo, el barro no era un problema menor. Cuando el lodo empezó a espesarse y adquirió la consistencia de una pasta arcillosa, bailar ahí era como hacerlo sobre una capa de cemento fresco. Había que hacer el cuádruple de esfuerzo para mover los pies, de manera que el cansancio se hizo sentir antes de tiempo. Una posible solución habría sido cubrir el piso de las carpas con el tipo de planchas de plástico duro que se usan para proteger los campos de juego en los shows de rock. Bailar no deja de ser un ejercicio aeróbico, después de todo, así que las cosas se ponen realmente difíciles si se pretende hacerlo sobre pistas anegadas.
Pero la calidad de los artistas derrocaba cualquier contratiempo. Mientras Paul Oakenfold, a medianoche, atacaba con su set de trance duro en la carpa Cream Arena, el productor Howie B jugaba con los estados mentales alterados de su público en otra más pequeña, bautizada The Boutique. El dúo Layo & Bushwacka!, autores de una astuta remezcla de “Billie Jean” de Michael Jackson que se convirtió en un pequeño gran éxito de temporada, ofreció un set de house ecléctico en la carpa Bugged Out!
Entretanto afuera corrían el éxtasis, las píldoras neuroactivadoras asociadas con esta música, y hasta el cloroformo. El agua se vendía a precio de petróleo y el vértigo de los disc jockeys crecía hacia el final de la noche. Todo era barro, estrellas y música estimulante. Probablemente la instauración definitiva de la industria del dance en Buenos Aires.

Una selección de estrellas
De todos los DJ extranjeros que animaron el festival Creamfields en San Isidro, he aquí algunos de los más celebrados.
- Dave Seaman. Referente de lo que se conoce como epic house. Produjo a Pet Shop Boys y remezcló a Michael Jackson, New Order y Sting, entre otros.
- Paul Oakenfold. Amo y señor de Perfecto Records y punta de lanza de la masificación del trance. Muy popular entre la comunidad dance argentina.
- Satoshi Tomiie. El japonés es ahijado artístico del prestigioso Frankie Knuckles y remezclador de Bowie, U2 y Simply Red, entre otros.
- Layo & Bushwacka! Layo Paskin y Matthew B. son la dupla que hizo famoso al club londinense The End. Tienen un celebrado disco debut, Low Life.
- Justin Robertson. Productor, DJ y trotamundos inglés. Figura decisiva para la rama más adrenalínica de la música electrónica.
- Howie B. Productor de los dos primeros discos de Björk, Pop de U2 y recientemente del nuevo disco de De La Guarda (anoche concretaron, juntos, una función especial en el C. C. Recoleta).

 

 

 

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