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�No queremos mostrar las ciudades sólo como un atractivo turístico�

Esta noche, Germinal Nogués estrena �Yo soy una cámara�, un ciclo que pretende exhibir las múltiples facetas de las grandes urbes.

Por Emanuel Respighi

Para un enamorado del ritmo de las grandes urbes, una ciudad es encantadora hasta en sus miserias. Al menos eso es lo que pretende retratar Germinal Nogués, el documentalista que conduce desde hace algunos años “Buenos Aires, ciudad secreta” (Canal 7, sábados a las 17), con su símil radial en Radio Nacional (sábados de 19 a 21). Ahora, este investigador de 65 años se propone salir de la Reina del Plata y ampliar el foco: esta noche estrenará “Yo soy una cámara”, un ciclo de documentales que indagará por la historia y la cultura de distintas ciudades del mundo.
El capítulo que Canal 7 emitirá desde las 20 se titula “Armenia, 1700 años de cristianismo”, que detiene su mirada sobre los festejos por el aniversario de la adopción del cristianismo como religión de Estado. En tanto, mañana a las 20 el ciclo pondrá al aire un documental sobre la capital de ese país, Yerevan, mostrando las personas y los misterios que esconde la belleza de la ciudad. “Yerevan es una hermosa ciudad, pero que tiene que convivir con la pobreza, la falta de trabajo, la carencia en las condiciones sociales de la gente y otro tipo de problemas. Y nosotros no vamos a ocultar todo eso y mostrar sólo el atractivo turístico como lo hacen otros ciclos sino que nuestra idea es mostrar también lo malo y lo sucio. Captar la realidad tal cual es, sin máscaras”, explica Nogués en diálogo con Página/12, anticipando que los próximos destinos serán Jerusalén, Lisboa, Madrid, Montevideo, La Paz y Praga.
–¿Qué espíritu de las ciudades pretende destacar el programa?
–La idea es mostrar las ciudades honrando la vida. Es decir, mostrarlas desde una manera diferente en relación a cómo los medios las retratan. Los medios no informan sobre las ciudades en sí sino que sólo transmiten las malas noticias, que hace que cuando se menciona Madrid, uno inmediatamente lo vincula con el terrorismo de ETA y no con su cultura. La única imagen que tienen la mayoría de los argentinos sobre Madrid es la de los atentados. Y no de la ciudad en sí, que es lo que intenta rescatar el ciclo: lo bello y lo feo de cada ciudad, su esencia.
–¿Qué tipo de mirada reflejará el ciclo: histórica, sociológica...?
–En el programa se produce una mixtura de miradas que van desde lo histórico y cultural hasta lo sociológico y mundano. El programa es como una receta, en la que hay diversos ingredientes, pero que unidos conforman un producto coherente rico en calidad. El punto es hacer un ciclo popular y masivo, entendiendo que el Teatro Colón y el tablón pueden convivir. Es posible comer pizza, moscato y fainá después de ir a ver una obra en el Colón. No todo se puede encasillar. El programa tendrá una mirada abierta, amplia, cosmopolita. Yo no creo que a un chico joven, por más que esté encerrado en el mundo del rock, no le interese otro tema. Eso es subestimar a la juventud. Y lo mismo con la gente mayor. Creo que si uno le muestra con calidad otras cosas, la convivencia es posible.
–¿Cuál es el criterio que utilizan para elegir las ciudades?
–No hay un criterio uniforme, ya que la intención es llegar a la mayor cantidad de sitios posibles, mostrando lugares que sean seductores para todos. En cada ciudad uno encuentra mundos nuevos, singulares, que se diferencian entre sí a pesar de la globalización de la que tanto se habla. Un tema particular que tratamos con profundidad es la música autóctona de cada ciudad, como un elemento que expresa los sentimientos de los ciudadanos de cada lugar.
–¿Es un enamorado de las ciudades o un especialista?
–Yo me siento un enamorado de las ciudades. Soy una rata de ciudad. Amo la baldosa, el cemento, el ruido, la gente, los bares, las costumbres, las marginalidades varias: la convivencia de peces y cerdos. Yo no podría vivir en la serenidad del campo. Me encanta lo urbano. Las ciudades tienen una gran vitalidad que el campo no tiene. Me gusta comparar las ciudades de todo el mundo, encontrarles sus diferencias y similitudes. Pero mi corazón está en Buenos Aires: soy carne del Obelisco.

 

 

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