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No
se puede ser
cristiano y neoliberal
Por Miguel Hesayne *
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Porque un cristiano es discípulo
de Jesús cuyo mandamiento eje de todo su mensaje es
el amor solidario, expresado en su sentencia lapidaria: La felicidad
está más en dar que en recibir (Hechos 20,23).
Porque el perfil cristiano se define por la participación equitativa.
Desde que Dios se hizo un hombre, llamado Jesús, la conducta de
toda persona humana tiene el modelo de una existencia plena y realizadora
de una convivencia en armonía pacífica. (...)
No se puede ser cristiano y neoliberal.
Porque el modelo de todas las actividades humanas del cristiano es Jesucristo
y Jesús se presenta en su Evangelio como el hombre para los
demás.... La personalidad cristiana madura consiste en un
darse y el Espíritu que la anima y desarrolla es el
mismo Espíritu que animó a Jesús en su paso por esta
tierra... Es el mismo Espíritu del Resucitado que impulsa a cada
cristiano a buscar alternativas sociopolíticas para que en el lugar
donde vive vayan surgiendo signos de una sociedad fraterna, justa, solidaria.
De lo contrario, defrauda a Jesucristo, que cuenta con lo limitado y poco
de cada uno de sus discípulos para construir el todo
de nueva sociedad que Paulo VI llamó la civilización
del amor. Hay que pensar globalmente y obrar localmente.
Por el contrario, el sistema neoliberal sistema socioeconómico,
político y hasta cultural en su misma dinámica interna
busca, primariamente, el bienestar individual sin relación a los
demás... sin relación al prójimo. Por eso, su política
económica tiene como objetivo principal, y no pocas veces exclusivo,
la acumulación de bienes y está animada a ultranza del espíritu
de lucro, es decir, del deseo de obtener ganancias indefinidamente crecientes.
Esto provoca la rivalidad y lucha entre los individuos para conseguir
las mayores ganancias posibles y hace tender siempre hacia el monopolio
que representa el máximo de libertad propia y el máximo
de limitación ajena. Y también del espíritu de racionalización,
es decir, se aprecia todas las cosas y las personas en función
de rendimientos y costos financieros.
No se puede ser cristiano y neoliberal.
Porque el espíritu del neoliberalismo es diametralmente opuesto
al Espíritu Santo, el Espíritu de Jesucristo, el Espíritu
que da la Vida y que configura el ser cristiano. Es opuesto
al plan de Dios de liberar a todos los hombre y a todo el hombre.
No niega a Dios y hasta invoca a Dios pero no es al Dios de Jesucristo.
De ahí, que no se puede anunciar a Jesús y llamar a convertirse
al Evangelio, en forma real y concreta, sin denunciar la perversidad del
sistema neoliberal. Por eso, en un país en el que se implanta el
sistema neoliberal:
Se engendra la muerte social
creando la clase de los excluidos por la desocupación que siembra.
Unos pocos pudientes, en poder
y dinero, marginan fríamente a una mayoría sobrante.
Se deshumaniza la técnica
y se vacían de contenido humano los progresos económicos
que en un proyecto cristiano han de ser puestos al servicio de todos en
equitativa distribución.
Se altera y corrompe la libertad
y la democracia porque no van acompañadas de los valores de la
justicia y la verdad y el amor solidario.
Se impone en forma inflexible
y dogmática la ley del mercado a tal punto que, de
hecho, se niega alternativa alguna de convivencia comunitaria a causa
de la absolutez de los intereses privados de una minoría omnipotente
y muchas veces secreta.
En definitiva por un
efecto dominó se violan todos los derechos humanos
que permitan vivir en dignidad de persona humana. En fin, no se puede
ser cristiano y neoliberal porque la Fe Cristiana promueve la cultura
de la vida y la ideología neoliberal, en su realización
histórica al menos, es la antesala de la muerte para una mayoría
excluida de trabajo y vivienda digna, de salud, educación, alimentos
básicos y recreación necesaria.
Con verdad, se negó identidad cristiana a grupos católicos
pro marxistas; por la misma razón se ha de negar identidad cristiana
a los católicos pro neoliberales. Los primeros levantan la bandera
de la justicia pero sin libertad y desde la lucha de clases. Los segundos
en nombre de la libertad en una concepción economicista del
hombre, consideran las ganancias y las leyes de mercado como parámetros
absolutos en detrimento de la dignidad y del respeto de las personas y
los pueblos, denuncia el papa Juan Pablo II en su Exhortación
Postsinodal.
En la Argentina actual se denuncia la marginación y empobrecimiento
de la población. Pero no se denuncia suficientemente y en forma
concreta y clara y desde la fe en el Evangelio de la Vida, que la raíz
de la injusticia social que padecemos con sus consecuencias de inseguridad
y violencia está en la política económica neoliberal
que vienen adoptando nuestros dirigentes desde hace ya varias décadas.
Con un agravante del doble discurso de algunos gobernantes
que cumplen con prácticas religiosas y aplican a rajatabla el sistema
neoliberal. Frente al neoliberalismo, la mejor respuesta afirma
Juan Pablo II es el Evangelio... y por eso, insta a que los
pastores dediquemos un mayor esfuerzo en la formación ética
de la clase política.
* Obispo católico.
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