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APARECIO UN INFORME DE GENDARMERIA QUE NO EXISTE
Un peritaje entre fantasmas

En el juicio por el atentado contra la AMIA apareció un preinforme de Gendarmería sobre la existencia de explosivos en el motor de la Trafic. La fuerza dijo que no existe ese preinforme.

En el atentado contra la mutual judía murieron ochenta y cinco personas en 1994.

Por Raúl Kollmann

El juicio oral del caso AMIA produce cada día más novedades –y sobre todo más maniobras– fuera del recinto que dentro del ámbito de las audiencias del proceso. Ayer se dio a conocer el resultado de un peritaje preliminar de la Gendarmería según el cual se había determinado que el motor tiene rastros de explosivo y que por lo tanto quedó comprobada la existencia del coche-bomba. Consultados por Página/12, los responsables de esa fuerza señalaron que no hay informe preliminar alguno, que ni siquiera se escribió un borrador y que recién se está haciendo el análisis de gran parte de los restos de la Trafic encontrada entre los escombros de la AMIA. Ninguna de las partes involucradas en el caso –ni fiscales ni querellantes ni acusados– dudaron hasta iniciarse este juicio de la existencia del coche-bomba, pero en las últimas semanas hubo algunos intentos de poner la cuestión en el centro de la escena. La lógica es que el peritaje de la Gendarmería confirme que el motor de la camioneta estuvo en la explosión, pero hasta el momento sólo se agitan estudios fantasmales.
A pesar de que el juicio se inició hace casi un mes y medio, lo cierto es que hay dos peritajes que tendrán importancia en todo el desarrollo y que tienen un valor agregado, porque fueron encargados por el Tribunal Oral, no por el juez Galeano:
u A la Gendarmería se le ordenó un estudio sobre el motor, tratando de determinar si estuvo o no en la explosión.
u A ingenieros del Ejército se les encargó un peritaje sobre cómo fue la explosión, si la bomba estuvo en la camioneta, en el volquete o dentro mismo de la AMIA. Este estudio todavía puede tardar dos meses más.
En la investigación realizada por el juez Galeano hay seis peritajes:
u La Policía Federal sostuvo que se utilizó la Trafic como coche-bomba.
u El comandante retirado de la Gendarmería, Osvaldo Labroda, trabajando para la AMIA, llegó a la misma conclusión, con algunas diferencias menores.
u Hubo un estudio norteamericano que ratificó lo anterior y después el FBI, que revisó toda la causa, se inclinó por el mismo diagnóstico.
u La agencia alemana suscribió lo hecho por sus colegas.
u Los investigadores israelíes también concluyeron lo mismo.
u Los periodistas Raúl García y Héctor Maquiavelli hicieron estallar una Trafic para ver si los restos se correspondían con los encontrados en los alrededores de la AMIA. La conclusión fue que efectivamente coincidían. Después ambos periodistas hicieron estallar un volquete, que quedó totalmente fragmentado, con lo que habrían demostrado que la bomba no pudo estar en el volquete colocado frente a la AMIA que terminó totalmente doblado, pero no fragmentado.
Pese a todos estos estudios, el Tribunal Oral integrado por Gerardo Larrambebere, Miguel Pons y Guillermo Gordo igualmente ordenó dos peritajes más. Los magistrados quieren tener sus propias conclusiones y por supuesto no faltan quienes dicen que los peritajes existentes estuvieron todos condicionados, por un lado, por el juez Galeano que quería confirmar sus conclusiones y por otro lado por gobiernos como el argentino, el norteamericano y el israelí interesados en ratificar que hubo un coche-bomba y que, por lo tanto, el atentado tuvo origen islámico, más precisamente iraní.
Ayer, una fuente ligada a alguno de los querellantes –además, obviamente cercana a Galeano– hizo trascender que la Gendarmería presentó un preinforme preliminar en el que se confirman todas las conclusiones surgidas de la investigación hecha por el juez. Es más, se menciona que el estudio ratifica que se usaron 300 kilos de amonal, cuando la Gendarmería no es eso lo que está analizando sino otra cosa diferente: si el motor estuvo o no en la explosión.
En esa materia, se hizo trascender que el peritaje ratifica que el motor efectivamente tiene rastros de amonal, el explosivo con el que se voló la AMIA, lo que indicaría que el motor no fue arrojado entre los escombros como una forma de sembrar una pista falsa –hacia Carlos Telleldín y los policías acusados– sino que efectivamente fue parte de la explosión.
Este clima de trascendidos, informes falsos, desmentidas posteriores, difusión de escuchas telefónicas que no se relacionan directamente con el caso y otras maniobras ejemplifica lo que está ocurriendo en el juicio oral: unos tratan de imponer la investigación oficial, cueste lo que cueste, y los otros la desacreditan en su totalidad, aunque tenga algún dato cierto.

 

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