Por Carlos Rodríguez
Aunque recién el viernes
se conocería el resultado de las pruebas de ADN, el juez Alberto
Seijas dictó ayer la prisión preventiva de los tres detenidos
por la violación seguida de muerte de la que fue víctima
la profesora Fabiana Gandiaga, al considerar que hay elementos suficientes
como para tomar esa medida en la actual etapa de la investigación.
Por el momento el juez descartó la participación de un cuarto
hombre, como había asegurado uno de los imputados, y concluyó
que la mujer murió por la propia violencia ejercida en la
violación, ya que uno de los autores la tomó del cuello
provocándole la fractura del cartílago tiroides y
la restricción del pase de aire a los pulmones, lo que finalmente
produjo la muerte. Los tres detenidos fueron considerados coautores
de un delito que tiene penas de 15 a 25 años de prisión.
De acuerdo con las pericias, la muerte se produjo 40 minutos después
de que la mujer saliera del gimnasio del club Geba donde su hijo de 6
años iba a participar de un torneo de taekwondo.
En el fallo, de 13 fojas, Seijas recalcó que los acusados
son coautores del delito que se les imputa, ya que no importa quién
ejerció la violencia sexual y quién no, sino que todos contribuyeron
en parte con la violencia ejercida, que concluyó con la muerte
de Gandiaga. Los abogados defensores de los detenidos Fernando Antúnez,
de 25 años; Carlos Vallejo, de 21, y Miguel Angel López,
de 27, anticiparon que apelarán la prisión preventiva ante
la Cámara del Crimen. Los tres imputados cumplían tareas
de limpieza en el club Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires (GEBA), con
el que no tenían relación de dependencia, ya que eran empleados
de la empresa contratista Lima Lux S.A. Los sucesos ocurrieron a partir
de las tres de la tarde del sábado 20 de octubre pasado y el cuerpo
apareció una semana después en el subsuelo, en un lugar
prácticamente inaccesible.
Seijas le impuso a los procesados un embargo sobre sus bienes de 200 mil
pesos a cada uno. El juez tuvo en cuenta, sobre todo, el relato que hizo
de los hechos el acusado Antúnez, quien aseguró que presenció
todo lo ocurrido, aunque sigue negando su participación, a la vez
que imputó la responsabilidad a los otros dos detenidos y a una
supuesta cuarta persona a la que identificó como Enzo,
empleado de intendencia de Geba que hasta ahora permanece fuera de la
acusación. Valdez y López también negaron su participación,
pero el juez los acusó por la extraordinaria similitud que existe
entre lo relatado por Antúnez y los datos surgidos tanto de la
autopsia y como de las demás pericias realizadas.
El cuerpo de la víctima tenía signos que indicaban que había
sido violada por lo menos por dos hombres, dato que será precisado
en las pruebas de ADN cuyo resultado se conocerá entre el viernes
y el lunes. El ataque sexual se produjo en el interior de un baño
en desuso, que carecía de luz natural o artificial y cuyo piso
estaba cubierto por un centímetro de polvo y arena, ya que en ese
sector del club se estaban realizando obras de remodelación. En
el cadáver se hallaron tres tipos de tierra diferentes,
lo que confirmó que la víctima fue depositada por al menos
dos de los autores en el lugar donde apareció.
La violación se concretó en un baño del entrepiso
del club que está entre planta baja y el primer piso del sector
cercano a la entrada por la calle Bartolomé Mitre 1149. El cuerpo
apareció una semana después en el subsuelo, semioculto por
un generador de la empresa Edesur y cerca de la puerta de acceso a un
montacargas desactivado. Seijas confirmó que el cuerpo no
fue arrojado al lugar sino que lo llevaron por lo menos dos hombres,
dada la complejidad del acceso al subsuelo.
El pasadizo hacia el subsuelo tiene la complejidad de un castillo medieval,
ya que se ingresa a él por una puerta de concreto disimulada en
una pared de la planta baja, cerca de la escalera. Una vez abierta la
puerta, debe levantarse una tapa de hierro a nivel del piso, por la que
se llega a una escalera de incendio. Por allí bajaron el cuerpo
y lo ocultaron en el subsuelo. A las 17.30, los acusados ya habían
retornado a su actividad normal, como si nada hubiera pasado.
El celular que pertenecía a la víctima fue hallado en poder
de Antúnez, en su domicilio de Florencio Varela. Tanto Antúnez
como Vallejos tienen heridas que podrían haber sido provocadas
por la víctima, al defenderse. El primero, en el rostro y en el
pecho, el segundo en un brazo. La víctima estaba semidesnuda y
las ropas que faltaban, al igual que la riñonera que llevaba, no
aparecieron. Sólo se encontraron las sandalias en un inodoro del
baño donde ocurrió la violación, tal como dijo Antúnez
en su relato. La mujer fue tomada del cuello y le provocaron la
fractura del cartílago tiroides y la restricción del pase
de aire a los pulmones; en esa situación, entró en estado
de inconciencia y se produjo la muerte de la que los tres están
acusados por igual.
DECLARO
LA NOVIA DE RODRIGO
Decía me van a matar
Rodrigo lloraba desesperado
y decía que nos iban a matar, reveló ayer la última
novia del cantante, Alejandra Romero, al dar testimonio durante la octava
jornada del juicio oral y público por la muerte del artista. Las
sorprendentes declaraciones de Romero se referían a supuestos dichos
de Rodrigo, después de que habría sido amenazado de muerte
por un argentino en el baño de una discoteca de La Habana, en ocasión
de su visita a Diego Maradona.
Según Romero, su novio, envuelto en llanto, le dijo: Los
Kiroski promotores de música bailantera, con quienes Rodrigo
estaba enfrentado se tomaron el trabajo de mandarme a que me amenacen
acá en Cuba. La mujer sostuvo que ésa fue la
amenaza que a Rodrigo más temor le provocó, y por
la cual Rodrigo lloró toda la noche temiendo que me
hicieran algo a mí y a Diego Maradona; y recordó que
me decía, me van a matar, me van a matar.
Luego, Romero declaró acerca de las características de Rodrigo
como conductor. Aseguró que manejaba muy bien, y precisó
que no le gustaba la velocidad, porque el vértigo lo vivía
arriba del escenario. Prefiero llegar tarde a un recital que
matarme en la ruta, solía explicar Rodrigo a sus amigos,
según Romero.
También descartó que el cantante subiera a los escenarios
y condujera con algunas copas de más, aunque admitió que
su novio tomaba cervezas, pero también jugos y agua mineral.
Por otra parte, al promediar la sesión, un grupo de seguidores
de Rodrigo intentó agredir al imputado, el empresario Alfredo Pesquera,
cuando éste se retiraba de los Tribunales de Quilmes a bordo de
un patrullero. Los fanáticos del cuartetero golpearon el patrullero
con carteles. Entre las pancartas había una con la leyenda Pesquera
culpable.
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