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HABLA MICHAEL HOWARD, REFERENTE BRITANICO EN HISTORIA MILITAR
“Tampoco habría hecho caso a Bush”

Dos entrevistas exclusivas de Página/12 con un estratega y un especialista en historia militar, ambos de Gran Bretaña, explican los problemas tras la caída de Kabul: el coronel Christopher Langley recomienda una Alianza del Sur para formar un gobierno multiétnico, y el historiador Michael Howard señala los peligros de un gobierno integrado sólo por las etnias minoritarias.

Así recibieron a la Alianza
del Norte en Kabul.

Por Marcelo Justo
Desde Londres

Autor de La invención de la Paz, presidente vitalicio del prestigioso International Institute of Strategic Studies, autoridad británica en temas bélicos, Sir Michael Howard causó recientemente revuelo al criticar la guerra en Afganistán y compararla con un intento de “extirpar un cáncer con un soplete”. En diálogo con Página/12 evaluó la marcha de los combates tras la vertiginosa ofensiva de la Alianza del Norte y el futuro de la estrategia antiterrorista.
–¿Cree que la caída de Kabul y los nuevos avances de la Alianza del Norte son un punto de inflexión en la guerra?
–Espero que sí. Es difícil evaluar la fuerza que tienen los talibanes al sur del país, pero no debe subestimarse el impacto que tendrán estas caídas en la moral de sus combatientes. Esto es muy importante en el desarrollo de una guerra.
–¿Le parece que este éxito militar es una reivindicación de la estrategia militar estadounidense basada en el poder aéreo?
–Posiblemente. Bombardeos como los que realizó Estados Unidos no producen enormes bajas en el enemigo, pero tienen un efecto demoledor sobre la moral. Esto lo puedo decir por experiencia propia, porque lo viví durante la Segunda Guerra Mundial.
–Pero ¿no terminó este tipo de estrategia con un rotundo fracaso en Vietnam?
–En Vietnam se trató de un bombardeo muy indiscriminado, que no apuntaba a las filas enemigas, en parte porque era muy difícil identificarlas. En Afganistán el poder aéreo se concentró con bastante precisión en la primera línea de combate del enemigo.
–¿Cómo interpreta el pedido que hizo el presidente Bush a la Alianza del Norte para que no avance sobre la capital Kabul?
–Fue un pedido político. Hay que recordar que la Alianza del Norte es una alianza de tribus de esa región del país: los tajikos, uzbekos, hazaras. Pero no representan a la mayoría pashtún que domina el sur del país. Si la Alianza insiste en constituirse cono el poder único en Kabul, conformaría un tipo de gobierno inaceptable para las otras etnias, lo que dificultaría la estabilización política del país. Ahora bien, si yo hubiera sido un combatiente de la Alianza, tampoco le hubiera hecho caso a Bush. Hubiera seguido adelante y hubiera tomado Kabul.
–Más allá de Kabul, ¿es posible detener una ofensiva militar una vez que la dinámica misma de la guerra favorece la continuación de los ataques?
–No creo que sea posible. Estados Unidos dejará de asistirlos con su poder aéreo, pero es muy probable que ahora que obtuvieron en muy poco tiempo todas estas posiciones, sigan avanzando.
–Este sábado comienza el Ramadán y en dos semanas estaremos en pleno invierno afgano. ¿No será esto un freno natural al avance de la Alianza del Norte?
–Creo que hasta la primavera la situación quedará más o menos estable, con el país dividido entre el norte, dominado por la Alianza, y el sur a cargo del Talibán. Daría la impresión de que Estados Unidos mismo se está preparando para una fuerte ofensiva terrestre en la primavera. Para mí lo importante es terminar con esta campaña militar lo antes posible y comenzar la lucha contra el terrorismo que es un fenómeno global y que debe ser combatido no con fuerzas armadas sino con la policía, con fuerzas especiales, con trabajo de inteligencia, etc. En cierto sentido esto es lo que debió pasar desde un principio. Creo que lamentablemente la opiniónpública estadounidense exigía una respuesta inmediata a los atentados del 11 de septiembre.
–Estados Unidos se apoyó en la Alianza del Norte para avanzar sobre una resistencia talibán que resultó menor de lo esperado. ¿Van a poder controlarlos ahora o, como en los casos de Saddam Hussein y Osama bin Laden, dos ex protegidos estadounidenses, se les escaparán de las manos?
–La Alianza no tiene un Estado organizado y poderoso a su cargo como Saddam Hussein, ni el carisma de Osama bin Laden puede dirigirse a una considerable franja de la opinión pública árabe. Es un peligro menor. Podrá resultar un aliado molesto en algún momento, pero nada más. Creo que la tarea de pacificar Afganistán y crear un Estado moderno y viable en el país será un problema mucho más complicado que la Alianza misma.
–Se ha hablado de una línea dura estadounidense, representada por el secretario de Defensa Donald Rumsfeld, y otra más negociadora, liderada por el secretario de Estado Colin Powell. ¿Quién lleva la voz cantante?
–Creo que el presidente Bush. El escucha a ambas partes y toma las decisiones. Intenta mantener una coalición amplia –objetivo del Departamento de Estado–, pero al mismo tiempo, en el terreno militar, sigue los lineamientos del Departamento de Defensa.
–El discurso de Bush del fin de semana pasado ante la Asamblea General de las Naciones Unidas parecería un éxito del ala dura.
–Fue un discurso decepcionante. Uno hubiera esperado que el presidente agradeciera el apoyo recibido desde los atentados del 11 de septiembre y que remarcara la necesidad de mantener la coalición. En vez de hacer eso, trató a todo el mundo como virtuales enemigos, planteando exigencias y veladas amenazas si no se cumplían. Parece un tanto a favor del Departamento de Defensa.
–De hecho, se está hablando de Irak como la próxima campaña.
–Sería un desastre si se siguiera ese camino. Todo el Medio Oriente explotaría. Sería visto como un ataque directo contra el mundo islámico. Sería un gran golpe propagandístico antiestadounidense.
–¿Pero le parece posible?
–No. Aunque hay una mafia muy poderosa en el Departamento de Defensa a favor de invadir Irak, creo que las desventajas de este curso de acción son tan grandes que ni siquiera los militares lo apoyarán. Además Irak no es el único país que tiene alguna vinculación con el terrorismo. Esta vinculación puede ser como la que tienen los talibanes, que es clara y abierta, o puede ser más sutil. En este segundo caso, se debe resolver el problema sin recurrir a la guerra abierta. Si hubiera pruebas muy concretas, cambiarían las cosas, pero con meros indicios como hay ahora, no tiene ningún sentido atacar a Irak.

 


 

PAKISTAN LLAMA A INTERVENIR
El incómodo Musharraf

Como primera reacción al control de Kabul por parte de la Alianza del Norte, el presidente de Pakistán, el general Pervez Musharraf, advirtió ayer que “la Alianza del Norte no debería estar en Kabul”, porque la capital afgana debiera “permanecer como una zona desmilitarizada”, lo que no sorprende de parte de un país que tiene un pasado de estrecha alianza con los talibanes. Asimismo, Musharraf advirtió que existe el peligro de un vacío de poder en Kabul, por lo que llamó a la constitución de un gobierno que incluya todas la etnias del país. Y aún más, el presidente paquistaní señaló que sus tropas, junto a las de Turquía, podrían garantizar la paz en Afganistán “bajo el paraguas de Naciones Unidas” cuando se acaben los combates.
Pakistán no quiere que la Alianza del Norte, opositora al régimen talibán, permanezca con el control de Kabul, la capital afgana. Así lo manifestó su presidente, el general Pervez Musharraf, ayer en Estambul cuando declaró que “bajo el paraguas de Naciones Unidas los países de la OCI (Organización de la Conferencia Islámica) pueden participar de la creación de un equilibrio y estabilidad en la región” y llamó a Turquía a unirse en la propuesta de “prevenir” asesinatos perpetrados en el pasado en Kabul por parte de los grupos que integran la Alianza del Norte. En este sentido, subrayó la necesidad de que Kabul sea una zona desmilitarizada y la inminencia de formar un gobierno que incluya todas las etnias, especialmente los pashtunes, el 40 por ciento de la población afgana. El pedido no es casual: los talibanes son pashtunes, y Pakistán los apoyó.

 


 

REPORTAJE AL CORONEL Y ESTRATEGA CHRISTOPHER LANGLEY
“Ahora, una Alianza del Sur”

Por M. J.
Desde Londres

Jefe de Análisis de Defensa del International Institute for Strategic Studies y editor de la revista Military Balance, el coronel Christopher Langley analizó en una entrevista con Página/12 el espectacular avance militar de la Alianza del Norte y las opciones militares y políticas que se abren a partir de ahora.
–¿Es la caída de Kabul el principio del fin para los talibanes?
–No. Lo que tenemos es un país dividido en norte y sur. El dilema de la coalición es ahora qué hacer con el sur para conseguir un éxito similar al que se obtuvo en los últimos días. Para esta tarea no se puede utilizar a la Alianza del Norte, que fue tan efectiva en el avance militar de los últimos días, porque la composición étnica del sur es distinta. El sur es pashtún, la etnia predominante entre las fuerzas de los talibanes. El norte es una alianza de tribus de esa región del país: los tajikos, uzbekos, hazaras. De estas tribus sólo los hazaras están representados en el sur de Afganistán. De modo que sería totalmente contraproducente utilizar al Norte allí. Lo que se necesita ahora es una Alianza del Sur, similar a la del Norte, dominada por pashtunes opositores a los talibanes. -.Estados Unidos ya ha exhortado a la formación de esta Alianza del Sur. ¿Hay alguna señal de que sea efectivamente posible?
–Es muy difícil de decir. Hay señales de una oposición a los talibanes en torno a la zona de Kandahar. Las noticias de Al Jazeera sobre la captura de un aeropuerto en las afueras de Kandahar apuntarían en esta dirección. Pero aún si se confirmara esta noticia, sería difícil de evaluar el poder de la oposición a los talibanes en el sur del país.
–¿No impondrá el invierno un límite natural a los combates?
–No necesariamente. El invierno se siente especialmente en las montañas, pero en ciudades como Kandahar, que no está en las alturas, no habría problemas de montar una ofensiva. El invierno sí será un obstáculo para los objetivos estratégicos de los Estados Unidos porque es donde se encuentran Al Qaeda y Osama bin Laden. Es posible entonces que el objetivo de erradicarlos deba aguardar hasta la primavera.
–Las organizaciones de derechos humanos registraron todo tipo de violaciones de los derechos humanos cuando la Alianza del Norte gobernó el país durante la década pasada. ¿Hay alguna garantía de que esto no se repita?
–Creo que la solución es montar un Afganistán multiétnico. La misma Alianza del Norte, probablemente a instancias de Estados Unidos, ya dijo que ese era su objetivo. Se necesita reconstruir el país sobre la base de una amplia coalición que represente a las distintas etnias nacionales. Para esto habrá que solucionar una serie de problemas de representación y, seguramente, se necesitará una figura unificadora como el rey Zahir Shah, que pertenece a la etnia pashtún. Pero además se necesita elaborar una solución regional. No se puede reconstruir Afganistán sin solucionar los problemas de países vecinos como Uzbekistán y Tajikistán. Se trata de conflictos interrelacionados, como demuestra la insurgencia en Uzbekistán.
–Todo esto es parte de los objetivos estratégicos a mediano plazo, pero en lo inmediato organizaciones de derechos humanos han acusado a la Alianza de masacres tras la caída de Mazar-i-Shariff.
–Ha habido un intento por parte de los Estados Unidos de disciplinar a la Alianza del Norte. Sin embargo hay cosas inevitables en la guerra. Las ejecuciones sumarias son muy difíciles de parar. He oído sobre la ejecución de un ex líder de la Alianza que se había pasado a los talibanes y que fue capturado en Kabul. Lamentablemente, estas cosas serán muydifíciles de evitar en una guerra tan cruenta. Sin embargo, lo más importante será lo que pase con la población civil.
–¿Le parece que estas derrotas deteriorarán la relación entre Al Qaeda y los talibanes?
–La relación entre ambas fuerzas es casi indivisible. Una no podría operar sin la otra. Creo que el interrogante más inmediato es si los talibanes seguirán existiendo. Parecería que están desmoronándose, pero es posible que sólo se trate de una repliegue táctico. Hace unas semanas el mullah Omar dijo que aceptaba la posibilidad de un colapso de su gobierno talibán y que, si sucediera, llevaría adelante una guerra de guerrillas. En este caso la fusión con Al Qaeda pasaría a ser total. En cuanto a Al Qaeda mismo, por el momento, no ha resultado afectada por la ofensiva militar. De modo que más allá de lo que pase con los talibanes, lo cierto es que en términos de objetivos estratégicos en Afganistán, es decir, de erradicación del terrorismo, falta mucho por conseguir.

 

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