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DINAR LINEAS AEREAS

POR FIN SE FIRMO EL ACUERDO CON LAS PROVINCIAS “GRANDES”
El PJ le aflojó la soga al Gobierno

Ruckauf, De la Sota,
Reutemann y Marín rubricaron en la Rosada la modificación al régimen de coparticipación. Ya hay 19 provincias que pactaron con el Ejecutivo. La decisión es un alivio para el Gobierno que hace 40 días viene intentando cerrar ese trato. Para conseguir el consenso, Cavallo hizo algunas concesiones especiales a Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires.

Por Felipe Yapur

Con rostro adusto, de estadista, el bonaerense Carlos Ruckauf aseguró que firmó el acuerdo para ayudar al gobierno nacional, aunque advirtió: “Espero que esta vez la mano que les damos la usen bien”. A su turno, el cordobés José Manuel de la Sota justificó su rúbrica debido “al peligro en que se encuentra el país”, pero también por el pedido “firme” que le hicieran las cámaras empresariales y comerciales de su provincia. Apenas un metro a la izquierda, el santafesino Carlos Reutemann mostraba una faceta poco común, sonreía. Había conseguido destrabar la deuda que la nación mantiene con la provincia por el traspaso de la caja previsional. De esta manera, el Gobierno firmaba el acuerdo federal con el segundo grupo de gobernadores justicialistas. Ahora resta que firmen Santa Cruz, Salta, San Luis, Santiago del Estero y Tierra del Fuego, las más belicosas.
Se podría decir que anoche concluyó el segundo acto de la comedia de enredos que protagoniza el gobierno de Fernando de la Rúa desde que comenzó –hacer 40 días– su intento por modificar la coparticipación federal en el marco del plan déficit cero. El martes firmaron los gobernadores de Tucumán, Jujuy, Formosa, La Rioja y Misiones, los distritos más débiles dentro del Bloque Federal.
Pero también se podría decir que concluyó la etapa del apriete parlamentario que los gobernadores habían impulsado cuando las negociaciones se habían empantanado. Tanto es así, que fuentes del gobierno de Ruckauf ya anunciaban anoche “el fin de la ofensiva parlamentaria” y la suspensión de “la marcha federal” que promueven las provincias más belicosas.
Ayer les tocó el turno a las provincias grandes, Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires, más La Pampa. Esta última escindida del Bloque Federal por cuestiones de interna partidaria, ya que Rubén Marín no comparte la actitud del santacruceño Néstor Kirchner y el puntano Adolfo Rodríguez Saá, quienes convalidaron el congreso justicialista donde el duhaldismo desplazó al menemismo.
Colaboradores del bonaerense aseguraron que tanto Ruckauf como De la Sota “ya tenían todo cerrado” desde el miércoles por la noche. Pero todo se demoró porque el Lole no lograba cerrar una acuerdo. “Lo esperamos por solidaridad”, confiaron a este diario los hombres del mandatario bonaerense.
Pero la solidaridad con el santafesino casi vuelve loco a De la Sota al ver que las horas transcurrían y Reutemann no llegaba a un acuerdo. El nerviosismo del cordobés, trascendió, se debe fundamentalmente a la crisis que se desató en la provincia mediterránea. Esto lo obligaba al mandatario a regresar a su terruño con un acuerdo bajo el brazo y así descomprimir la situación.
El gobernador cordobés recuperó su tranquilidad cuando llegó la noticia de que Lole había conseguido cerrar trato. “Lo que pasó es que queríamos algo escrito, nada de palabras”, justificó la demora un reutemista, quien acompañó a su referente durante la negociación con el asesor externo del Ministerio de Economía, Horacio Tomás Liendo.
Poco después de las 20, en el Salón Sur de la Casa de Gobierno, los mandatarios se encontraron con el jefe de Gabinete de Ministros, Chrystian Colombo, los ministros Domingo Cavallo y Ramón Mestre, y el secretario general de la Presidencia, Nicolás Gallo. La firma del acuerdo fue cuestión de minutos. Inmediatamente, Colombo le comunicó telefónicamente la novedad a De la Rúa, quien por estas horas se encuentra de viaje por Alemania. “Envíeles a los gobernadores un fuerte abrazo de mi parte”, respondió el Presidente ante la buena noticia.
Lo que firmaron las provincias es un documento “bilateral” con la Nación bastante similar al que adhirieron los mandatarios aliancistas y los cincojusticialistas del martes. Eso sí, estos documentos tienen un “plus” adicional.
Muy poco trascendió de estos detalles. En principio De la Sota y Reutemann consiguieron el compromiso de pago de las deudas de previsionales que mantiene la Nación. El santafesino estaría recibiendo en unas horas más doce millones de pesos en títulos que, según sostuvieron sus asesores, se canjearían por dinero en efectivo con empresas privadas. El gobierno nacional sería el encargado de convencer a estos empresarios.
Ruckauf, en tanto, había logrado que Nación le depositara 70 millones pero en Letras de Cancelación de Obligaciones Provinciales (Lecop). El bonaerense quería ese monto en pesos. Pero decidió aceptar los bonos luego de que obtuviera el okey de Repsol y de algunos bancos para cambiar estos títulos por dinero constante y sonante. Razón suficiente para que luego anunciara que a partir del martes próximo comenzará a pagar los sueldos de los empleados policiales, docentes, jubilados y administrativos de su provincia.
Cuando finalizó la ceremonia de la firma, el ministro Domingo Cavallo dijo que “este acuerdo servirá para lograr estabilizar la situación financiera y que se recupere la economía”. Un derroche de optimismo que cada vez influye menos. “Todos unidos tenemos la responsabilidad frente a la gente, que debe ser la destinataria de todos estos esfuerzos”, concluyó.
Más allá de las sonrisas para la foto, subsiste la desconfianza entre los gobernadores del PJ. El que menos la disimuló fue Reutemann, quien antes de ingresar a la Casa Rosada dijo: “Es el tercer pacto que firmamos en un año y medio, hay muchas cláusulas de los dos primeros que la Nación no ha cumplido. No honró sus compromisos. Confiemos en que se cumpla”.
Ahora sólo resta que firmen las cinco provincias restantes. La negociación con éstas se anticipa complicado. Si bien son administraciones pequeñas comparadas con las que firmaron hoy, corren con la ventaja de tener sus cuentas en orden. Allí reside buena parte de la firmeza de esos gobernadores.

 


 

lA ASFIXIANTE SITUACION FINANCIERA DEL INTERIOR
Muchos con el agua al cuello

Cavallo los recibió con un documento que ya todos conocían. Pero le sirvió para ablandar a algunos ministros de Economía del interior que dudaban de recomendar a sus gobernadores la firma del acuerdo con la Nación. Pero los datos son contundentes, como asfixiantes para las provincias: el stock de deuda provincial ronda los 22 mil millones de pesos, según cifras del Ministerio de Economía. Las provincias de Buenos Aires, Chaco, Córdoba, Mendoza, Formosa, Tucumán, Río Negro y Misiones suman en conjunto una deuda superior a los 13.900 millones, representando más del 60 por ciento del stock total de los 24 distritos nacionales, incluida la Ciudad de Buenos Aires.
El ranking es encabezado por la provincia de Buenos Aires con un rojo de 5497,4 millones de pesos; seguido por Chaco con 1403,4 millones y en tercer lugar se ubica Córdoba con 1362,8 millones. Mendoza adeuda 1223,2 millones de pesos; Tucumán 1171,2 millones; Río Negro 1091,3 millones y Misiones 1018 millones de pesos.
Por el contrario, San Luis, La Pampa, Santa Cruz y Santiago del Estero conforman el lote de los distritos menos endeudados. La provincia puntana es la que registra el menor nivel de endeudamiento con 65 millones de pesos.
En tanto, Corrientes (963,5 millones de pesos); Jujuy (916,3); Entre Ríos (897,3); Santa Fe (733,8) y San Juan (730,7 millones de pesos de pesos) figuran entre los distritos con mayor stock de deuda.
En una escala media, aparecen Neuquén (669,9 millones de pesos); la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (670,7); Catamarca (483,2); La Rioja (472,1) y Chubut (401,3). La provincia de Salta, por su parte, tiene un stock de deuda de 565,9 millones de pesos, que se eleva a casi 800 millones si se le suma una “deuda indirecta” por 234 millones de pesos.
El detalle del stock de deuda provincial contempla los datos aportados durante el primer semestre de 2001, de lo que se desprende que en la actualidad el rojo de las provincias es aún mucho mayor.
La deuda de las provincias con bancos y entidades financieras suma en total 7729 millones de pesos. El distrito bonaerense, en tanto, lidera casi sin escoltas la financiación a través de título públicos, al haber colocado valores por 3695 millones de pesos. En lo que respecta al servicio de deuda (pagos de intereses y cargas administrativas), las provincias deben abonar por año 1383,7 millones a las entidades bancarias; 189,6 millones a los organismos internacionales de créditos y 460,6 millones de pesos en concepto de títulos públicos por intereses y amortización de capital.

 

Con los tapones de punta

El bloque de diputados bonaerense del radicalismo salió con las tapones de punta en contra de Carlos Ruckauf. El diputado Roberto Costa, vicepresidente del bloque, calificó de “mentiroso” al mandatario justicialista ya que, según el legislador, “hay reducciones en salarios y jubilaciones a los estatales bonaerenses que llegan a superar el 40 por ciento”. En el caso de mayor gravedad, Costa señaló que a los sueldos de entre 5000 y 6999 pesos se realiza un descuento del 40,7 por ciento. Por otra parte, Costa denunció que Ruckauf exageró en los gastos para propaganda oficial. “Empecinado por su campaña electoral, destinó más presupuesto a la publicidad directa y pseudos reportajes televisivos que al ministerio de la Producción”, dijo Costa. El legislador calificó de “burla” hecha por el gobernador a esa situación. Además, el diputado de la UCR añadió que “a pesar de decir que la mitad de lo recaudado por la Lotería se destina a trabajos sociales, la realidad es que más del 50 por ciento de la recaudación queda en manos privadas”.

 

OPINION
Por Martín Granovsky

Apretaron sin ahorcar

El acuerdo del Gobierno con las provincias peronistas grandes -inexplicablemente tardío– funciona como un test de lo que unos llaman “gobernabilidad” y otros “aire hasta el 2003”.
El arreglo era importante. Sin él no podría completarse el canje de deuda en su tramo interno ni tendría sentido una conversación con el Fondo Monetario. Sin él, sobre todo, quedaría reforzada la imagen de un Gobierno débil, prematuramente gastado y sin fuerzas para llegar al final.
Pero el Gobierno cometió una torpeza cuando convirtió el acuerdo con las provincias en el eje de la vida mundial.
No anunciaría las medidas económicas antes del acuerdo.
No empezaría el canje sin el acuerdo.
Y, sin el acuerdo, no sería lo mismo la visita de Fernando de la Rúa a Nueva York y su entrevista con George W. Bush.
Las medidas aparecieron, también el canje, y el encuentro entre De la Rúa y Bush fue un éxito. Pero, ¿por qué el acuerdo no estuvo antes?
Una razón es, justamente, que al magnificar el arreglo el Gobierno entregó un arma formidable a un peronismo que ya había acumulado armas por su cuenta. Los diputados aprobaron la semana pasada el proyecto de ley para que el impuesto a las transacciones financieras sea coparticipable. Pero el Senado, con mayoría peronista, no lo sancionó. El tema será tratado en las comisiones, e incluso en el caso de que haya dictamen quedará la decisión final de llevar el proyecto al recinto.
Otro motivo de la demora es estructural. El peronismo decidió jugar de este modo de aquí al final de la Administración De la Rúa. Quiere regular el aire. Medir el suministro de oxígeno. Demorar hasta desesperar. El lema sería: “El PJ aprieta, pero no ahorca”. Y debería tener un subtítulo: “Mientras no sea necesario”.
El PJ ahorcará si la propia vida se ve en peligro. Por ejemplo, si se aproxima un reventón en las provincias de los precandidatos Carlos Ruckauf y Eduardo Duhalde, José Manuel de la Sota y Carlos Reutemann. Si no, redoblará su presión cuanto más débil observe al Gobierno y a medida que, con la cercanía del 2003, tenga que ir dirimiendo su propio candidato presidencial. Así, el círculo se cerrará alrededor del Gobierno, que cada vez será menos productivo: igual que en política económica y en finanzas, necesitará aplicar más esfuerzo, más energía, más política, para conseguir iguales resultados que antes. Con el mismo esfuerzo, obtendrá resultados más pobres. Y con menos esfuerzo vendrán el desastre final y las elecciones anticipadas, dos cosas que el peronismo dice no querer. Mientras no sea necesario.

 

Lo que hizo Cavallo para ablandar a las provincias

“Ahora Daniel, tenés que hacer el trabajo inverso al que venías haciendo hasta ahora. Antes, debías mostrar a los bancos que éramos solventes para que nos prestaran. Ahora tenés que mostrarles que somos insolventes para que entren al canje.” Así, Domingo Cavallo bromeó a su segundo, Daniel Marx, cuando éste anunció que se retiraba de la reunión que ambos mantuvieron ayer con los ministros de Economía provinciales para continuar la negociación por la reprogramación de la deuda. En dicho encuentro Cavallo develó la nueva estrategia de Economía para forzar a los bancos a aceptar el canje de deuda provincial a una tasa del 7 por ciento, muy inferior a las tasas superiores al 25 por ciento que vienen cobrándoles hasta hoy a las provincias. Impulsa una ley que fijaría un tope del 7 por ciento a la tasa de interés de la deuda provincial garantizada con coparticipación de impuestos. De esa forma, los bancos que no ingresaran al canje no podrían cobrarse automáticamente los intereses de dichas deudas, debitándolo de las cuentas de la coparticipación de cada provincia, como sucede hasta ahora. El ministro, además, otorgó un tratamiento especial a Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, para lograr que acepten el acuerdo de poda de transferencia de fondos, con el cual la Nación busca alcanzar el déficit cero comprometido con el FMI.
“Los bancos se beneficiaron con créditos a la provincias más seguros que prestarle a la Nación, cobrándoles tasas superiores al 25 por ciento. Ahora el negocio se les terminó.” Esa era la tónica con que ayer los funcionarios de Economía defendían el proyecto de ley que busca fijar un techo a la garantía concedida a los bancos por los préstamos otorgados a las provincias.
Justamente, el bajo riesgo crediticio de estas colocaciones residía en la garantía: los recursos de la coparticipación –la parte de los impuestos nacionales que transfiere la nación a las provincias–, que los bancos debitan automáticamente de la cuenta de cada provincia en el Banco Nación, antes de que esos fondos lleguen a manos del gobernador en cuestión. Es decir, mucho antes de que el déficit cero llegara a la Nación y el pago de la deuda nacional fuera garantizado con la recaudación futura, los bancos ya tenían una hipoteca de ejecución inmediata sobre los recursos provinciales. Y, para colmo, les facturaban tasas como si el riesgo de incobrabilidad fuera el de una PyME.
Con la nueva ley, Cavallo busca terminar de torcer el brazo de los bancos locales, aún reacios a bajar al 7 por ciento la tasa de interés de la deuda provincial y ceder una tajada de uno de los negocios más rentables de los últimos tiempos. Por ejemplo, ayer un secretario de Hacienda provincial se quejó ante el ministro de que un banco le estaba debitando de la cuenta de coparticipación fondos equivalentes a una tasa de interés del 41 por ciento.
“Lo que hace valioso los contratos que tienen los bancos con las provincias es la garantía. Perdida la garantía por arriba del 7 por ciento les conviene entrar al acuerdo, porque sino pueden no cobrar nada”, especulaba un colaborador del ministro. Sin embargo, algunos secretarios de Hacienda provinciales cuestionaron al ministro por haber vendido hace semanas que tenía cerrado el acuerdo con los bancos por la deuda provincial, cuando no sólo el trato todavía estaba verde sino que encima ahora le pedía la colaboración a los hombres del interior para votar una ley con la que negociar. Sea como fuere, todo indica que el trámite legislativo será rápido.
Para sumar a Carlos Ruckauf, José Manuel De la Sota y Carlos Reutemann en el acuerdo, Cavallo apeló a concesiones a medida:
A Buenos Aires la beneficia notablemente que el canje de deuda no se limite a los préstamos bancarios (unos 10.000 millones de dólares) sino también a los títulos públicos provinciales (otros 7500 millones) colocados entre bancos, AFJP y acreedores del exterior. De los 5500 millones de la deuda bonaerense, más del 65 por ciento son bonos. * Tanto Ruckauf como De la Sota consiguieron que el 50 por ciento de las acreencias acumuladas por Buenos Aires y Córdoba contra la Nación, en concepto de coparticipación retinada durante este año, sea abonada en pesos. Algo similar habría logrado Reutemann. Para casi todo el resto de las provincias, dicha deuda será cancelada en un 100 por ciento con Lecop (Letras de Cancelación de Obligaciones Provinciales).
Santa Fe no acumula una deuda significa en relación al producto provincial, y la mayor parte de los créditos fue contraído con organismos internacionales, cuyos préstamos no entrarán en el canje. Pero este año, por la caída de la recaudación, la provincia tiene un déficit operativo (antes del pago de intereses) creciente, debido al peso de la caja de jubilación. Cavallo le habría prometido a Reutemann que se encargaría de ayudarlo a tapar el bache provisional.

 

OPINION
Por Julio Nudler

Kabul cayó primero

Finalmente, Kabul, la capital afgana, cayó antes que la convertibilidad argentina. Esto ha sucedido a pesar de que el coro de expertos predecía que la guerra de aplastamiento contra el talibán sería prolongada, mientras que, en cambio, la economía argentina explotaría de modo inminente. Pero sucedió al revés. El asalto por aire y por tierra contra los ultrafundamentalistas resultó fulminante, en tanto la crisis local es una larga agonía que aún se prolonga, resistiendo tasas de riesgo país más letales que los bombarderos estadounidenses. Ríos de tinta fluyeron sin mostrarse capaces de anticipar los acontecimientos. Una vez más, los que aparentemente más saben son los que a la postre menos aciertan.
Cuando comienza una guerra, ¿qué puede haber más impactante que afirmar que durará mucho y explayarse sobre la esperable “catástrofe humanitaria” (debería en realidad decirse humana, porque una misión de ayuda puede ser humanitaria, ¿pero una catástrofe?). Si alguien escribiese que, dada la abismal diferencia de potencial bélico y tecnológico de los contendientes, la lucha se saldará velozmente, ningún editor se sentiría feliz de publicarlo. Pero con una crisis económica sucede al revés: lo que más impresiona es presagiar que estallará de un momento a otro, y no que se extenderá en el tiempo. ¿A quién le importa que un país esté cociéndose a fuego lento?
Esto puede suceder, además, porque a los acreedores no les viene nada mal que se difiera el óbito del deudor, ya que mientras tanto devengan –y quizás hasta cobren– intereses consiguientemente exorbitantes. Cada vez que está a punto de exhalar el último suspiro, surge alguna circunstancia que le aplaza la sentencia: el blindaje, el megacanje, el rescate, ahora la reprogramación y el acuerdo con las provincias. La providencia no les ha dado tantas oportunidades a los santos guerreros de Al Qaeda.
A pesar del desencanto con los entendidos y sus vaticinios, el lector, que ha dilapidado horas leyendo pronósticos fallidos, no escarmentará. Ninguna crónica sobre algo ya acontecido, fáctico y fehaciente, tendrá nunca el prestigio, el halo de un artículo que prediga con pretendida precisión lo que sucederá, por ejemplo, con el mundo islámico en los próximos años. Pero está demostrado que Domingo Cavallo, quien se presenta asiduamente en la televisión para anunciar algo que va a pasar y que después pasa pero al revés, no es el único miope. Sólo uno más en la pléyade de geoestrategas, académicos, demóscopos, gurúes, pitonisas, y por supuesto periodistas, que llenan las mejores páginas de la prensa.

 

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