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Ni con impuesto especial pagarán
los ricos lo que pagan en Europa

El proyectado tributo provisorio del 10 por ciento sobre las muy altas rentas sólo atenuará la extrema regresividad del régimen impositivo argentino. Los mismos millonarios tributarían más en el Primer Mundo, sin necesidad de ningún gravamen extra.

José María Farré, secretario de Ingresos Públicos del Ministerio de Economía.

Por Julio Nudler

Aunque algunos (muy selectos) contribuyentes afectados pusieron el grito en el cielo, el proyectado Impuesto Especial a las Ganancias, con una alícuota del 10 por ciento sobre las altas rentas, ni siquiera alcanzará para que la Argentina grave por un solo año los beneficios como lo están, en promedio y de modo permanente, en los países ricos, que integran la OCDE. El eventual padrón de los pescados en la red del nuevo tributo es superexclusivo: apenas 270 empresas y 250 individuos, aunque entre estos últimos será más fácil encontrar a un Carlos Bianchi o a un Marcelo Tinelli que a ningún verdadero gran capitalista. Es que este gravamen, al igual que el impuesto a las Ganancias, sobre el cual se apoya, percute sobre la “renta ganada”, que es como los tributaristas denominan a la que se obtiene merced a algún esfuerzo personal, como el de Susana Giménez animando o el de Ariel Ortega gambeteando, y no sobre la “renta pasiva”, que es la que se consigue sin trabajar, como fruto de colocaciones financieras, y que en la Argentina sigue exenta. En todo caso, teniendo en cuenta la recaudación que Economía espera, los ricos y famosos que resulten gravados deberían pagar, en promedio, 225 mil pesos cada uno, lo cual significa que ganan diez veces eso por año, o 187.500 pesos por mes, ingreso que seguramente se merecen. Con ese rédito, tales personas probablemente vivan como en el Primer Mundo, aún mejor, pero con la suerte de disfrutar de un régimen tributario regresivo como el argentino.
En este sentido, aunque este impuesto especial vendría a atenuar temporariamente la regresividad fiscal, respeta aspectos claramente retrógrados del sistema: no sólo acata la eximición de las rentas financieras y las ganancias de capital (beneficios eventuales), sino que emplea ese mismo criterio para integrar la nómina de los afectados. En este sentido, sólo toma en consideración la renta neta imponible de un individuo, y excluye la exenta. Por ende, si un Sandro o un Guillermo Cañas, como meros ejemplos supuestos y fortuitos, ganaron o ganan 800 mil anuales con sus artes, pero recolectaron además otro tanto como producto de plazos fijos, acciones y bonos, este segundo ingreso no contaría para este impuesto, ni siquiera a los fines del empadronamiento.
Alguien que haya ganado el anteaño o el año pasado, o gane en éste, un millón un pesos en términos netos, por los primeros $ 120 mil deberá pagar, según el vigente impuesto a las Ganancias, 28.500 pesos, y, por los restantes 880.001, otros 308 mil, totalizando así 336.500 pesos. Ahora, de aprobarse la nueva gabela especial, tendrá que contribuir a la AFIP con otros cien mil, con lo cual su desembolso total será de 436.500 pesos. Es decir, un 43,7 por ciento de su renta neta imponible. En España, cuya tasa marginal coincide con el promedio de la OCDE, pagaría como cosa normal 480.000 dólares, sin necesidad de que las Cortes voten un tributo extra. En Holanda le iría peor: tendría que dejar en la real caja impositiva 600 mil. Por algo se la ve siempre tan sonriente a Máxima.
Algo que puede reprochársele al proyecto es su carácter retroactivo: caerse en noviembre con un impuesto adicional sobre lo ganado en el año que está a punto de finalizar altera los cálculos del contribuyente. Pero están seguramente peor los empleados públicos y los jubilados que de buenas a primeras sufrieron un recorte en sus estrechos haberes, para el cual tampoco pudieron prepararse. En todo caso, los destinatarios del tributo especial en ciernes todavía podrán manipular sus declaraciones impositivas del 2001, si no le temen a Rodríguez Larreta, para tributar sobre una base inferior. De hecho, una persona que haya ganado más de un millón en 1999 o 2000, o una empresa cuyas utilidades netas hayan superado los cinco millones en cualquiera de esos ejercicios, serán sujetos de este impuesto a estrenar, pero determinarán el monto a ingresar de acuerdo a lo que juren haber ganado en el año actual.

 


 

DICTAMEN A FAVOR DEL 10% ADICIONAL EN GANANCIAS
Economía lo mira con cariño

Por Cledis Candelaresi

Superando sus propias disidencias, el bloque de diputados de la Alianza consiguió anoche un dictamen de mayoría a favor del proyecto que grava con una alícuota excepcional del 10 por ciento las ganancias netas de más de 1 millón de pesos, para personas físicas, y más de 5 millones, para las empresas. La iniciativa promovida por los oficialistas Horacio Pernasetti y Darío Alessandro podría ser tratada en el recinto dentro de dos semanas, si el fuerte lobby de las 270 empresas involucradas no consigue abortarlo antes, presionando a través de los propios funcionarios del Poder Ejecutivo que aún dudan sobre su conveniencia.
“Si a raíz de una situación de emergencia se recortaron salarios y jubilaciones, ¿cómo no vamos a poder recortarle la renta a los que más ganan?”, justificaban ayer ante este diario los promotores del proyecto, que también habría ganado el aval de Economía. A ese argumento político, el secretario de Ingresos Públicos, José María Farré, sumó otro técnico: a diferencia de los gravámenes que se intenta eliminar con los planes de competitividad, aquella alícuota excepcional no impactaría en los costos. Encima, podría reforzar las debilitadas arcas públicas en alrededor de 1000 millones de pesos.
El propio Farré desmenuzó el martes por la tarde ante los diputados de la Comisión de Presupuesto y Hacienda las perspectivas de recaudación, informe interpretado como un respaldo de Economía a la iniciativa. Sin embargo, algunos gobernadores y el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, advirtieron al Parlamento que esto podría generar la reacción adversa de las empresas involucradas, empezando por Repsol YPF.
Junto a otras varias privatizadas, la petrolera es una de las principales candidatas a ser gravada y por eso se ocupó de hacer saber que en caso de tener que realizar un aporte adicional en concepto de Ganancias podría negarse a canjear las Lecop por efectivo, tal como esperan ávidamente varios estados del interior. Colombo y el vocero de la Presidencia, Juan Pablo Baylac, sugirieron hasta la posibilidad de un eventual veto, en caso de que la polémica ley vea la luz.
No hay dudas de que las privatizadas, entre otras grandes, serían alcanzadas por la alícuota excepcional. Pero el universo de sujetos imponibles está conformado por aquellas personas y empresas que hubieran obtenido utilidades netas por encima de aquel mínimo durante alguno de los ejercicios 1999 ó 2000, o las obtengan en el 2001. La alícuota complementaria, sin embargo, se aplicará sobre las utilidades netas del 2001 y el 2002.
En el Parlamento circuló el rumor de que el proyecto fue fogoneado por el propio Domingo Cavallo, versión que los legisladores firmantes desmienten. Alessandro, titular de la bancada oficialista, asegura que fue una idea legislativa, motivada por la necesidad de aportar recursos al próximo presupuesto y evitar otros impolíticos recortes, como la supresión de asignaciones familiares a quienes ganan entre 1000 y 1500 pesos. Con la excepción de la diputada Cristina Kirchner, el PJ firmó el dictamen en disidencia.

 

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