Por Fernando Cibeira
La salida de Patricia Bullrich
del Gobierno generó un sacudón tan fuerte que ayer todavía
se medían las consecuencias. En Berlín, el presidente Fernando
de la Rúa aseguró que la echó porque criticaba a
otros ministros. Era necesario evitar eso. Fue un error mostrar
un conflicto dentro del Gobierno, que después es leído como
falta de cohesión. Por eso, resolví ponerle término
de esa manera, sostuvo el Presidente sobre la salida de una de sus
funcionarias más cercanas quien, en verdad, renunció luego
de perder una pelea por el presupuesto del Ministerio de Seguridad Social.
A propósito, el futuro de este ministerio, creado casi a imagen
de Bullrich, es una incógnita. Cerca de su titular interino, el
ministro de Trabajo, José Dumón, adelantaban que, a su vuelta,
le recomendarían al Presidente la reducción de ministerios
como forma de solucionar el tema.
En la conferencia de prensa que brindó ayer en Alemania, De la
Rúa se refirió en extenso acerca de la salida de Bullrich.
Es una lástima el alejamiento de Bullrich, por quien tengo
un gran afecto. Mi deseo era que ella continuara trabajando. Pero cuando
volví de Estados Unidos me encontré con una polémica
con otros ministros y esa no era una situación que se pudiera admitir,
dijo el Presidente. Y remarcó: En momentos en que hace falta
tranquilidad y que estoy pidiendo unidad nacional, no puede haber divisiones
en el gabinete.
Lo del afecto a la ministra saliente fue destacado en el entorno presidencial,
en donde auguraban un destino diplomático para Bullrich. Incluso,
se llegó a hablar de la representación argentina ante la
OIT en Ginebra, lo que resultaría muy curioso porque desde allí
debería tratar con los mismos sindicalistas con los que terminó
enfrentada a muerte.
Antes de viajar, el Presidente colocó a cargo del ministerio de
Bullrich a Dumón. Supuestamente, a la vuelta, Dumón le debería
dar al Presidente alguna solución sobre el futuro de la cartera
de la que dependerá la Agencia Social, la oficina que nucleará
todos los planes sociales. Apenas renunció Bullrich, desde el Ejecutivo
ratificaron la continuidad de esos dos proyectos el ministerio y
la agencia pero ayer ya había algunas dudas. Dumón
explicó que su idea que decía que también era
la idea del Presidente era reducir ministerios y achicar
estructuras.
Ahora, cerca del ministro no se animaban a decir si eso significaba que
estaba a favor de la eliminación de Seguridad Social, una cartera
que tiene apenas un mes de existencia y quedó a la deriva. Eso
sí, Dumón entiende que su ministerio debería conservar
los planes Trabajar y todo lo relativo a las ART, que Bullrich pretendía
absorber. En cambio, con el tema Anses no tiene posición tomada.
Pero, si Dumón mantiene los Trabajar y el ministro de Desarrollo
Social, Daniel Sartor, continúa con sus actuales planes, el plan
de Bullrich de crear una asistencia única familiar quedaría
sin el presupuesto necesario. Centralizar los planes sociales es
una buena idea. Pero habrá que ver cómo se financia,
entiende Dumón. Es decir: el plan de Bullrich está en fojas
cero.
En realidad, la intención de Dumón es mantener mucho de
la situación previa a la era Bullrich. La más controvertida
tiene que ver con la resolución de Bullrich que obligaba a los
sindicalistas a presentar su declaración jurada de bienes, lo que
le valió el odio de los gordos. Esa resolución
tuvo un fallo en contra de primera instancia y el ministerio apeló
a la Cámara. Dumón todavía tiene unos días
de plazo para estudiar la cuestión, pero el ministro sería
de la idea de desistir porque considera que lo que hizo Bullrich excedió
lo que le permitía la ley. No voy a hacerle perder un juicio
al Estado, explicó Dumón.
Otra idea del ministro de Trabajo e interinamente de Seguridad Social
-que ya le comentó a De la Rúa y al ministro Domingo Cavallo
es mantener la asignación familiar de 130 pesos por hijo que se
otorga a comienzos del año escolar. La propuesta de Bullrich era
reemplazar esa asignación por otra de 30 pesos que incluyera también
los hijos de desocupados más unamochila con útiles. En esto,
Dumón también coincide con los sindicalistas: ellos también
son de la idea de no tocar las asignaciones. Lo que es parte del
salario, es propiedad, y no debería ser tocado, sostiene
Dumón.
No son los únicos temas en los que el Ejecutivo y los sindicalistas
parecen haber iniciado un período de fina sintonía. Ayer,
Dumón reclamó encarecidamente a los jefes de
la CGT dejar sin efecto la marcha prevista para el 20 de noviembre y con
la que prometieron reventar la Plaza de Mayo. La emergencia
económica es para todos, argumentó Dumón. Casi
al mismo tiempo, un vocero de los sindicatos adelantaba que la medida
podría suspenderse si recibían señales claras del
Gobierno en cuanto a ponerle fin a la crisis. No lo decían así,
pero para ellos una señal clara es que ya se fue Bullrich.
OPINION
Por Pimpi Colombo*
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Constitución y voluntad
popular
Para algunos supuestos demócratas, respetar la Constitución
es apelar a una maña. O exigir el recuento exhaustivo de
votos es apelar a un atajo electoral. Para quienes esgrimen la coherencia
como valor inmaculado, es un dato superfluo que el socialismo se
haya opuesto antes de las elecciones a la sumatoria de votos que
el Partido Nuevo Milenio pretendía hacer a favor de la candidatura
de Alfredo Bravo.
Desde el Frente Nuevo País hemos pedido desde un primer momento
contar uno a uno los votos que la ciudadanía depositó
en las urnas el pasado 14 de octubre. Nuestro pedido no ha sido
caprichoso. Quedó demostrado que, a partir de la apertura
de menos de un 10 por ciento del total de las casi 7.000 urnas donde
se votó, la recuperación de votos de nuestro Frente
ha sido espectacular: descontamos en más de un 30 por ciento
la supuesta ventaja que nos separaba inicialmente de Alfredo Bravo,
aún considerando su inadecuada pretensión de sumar
votos de diferentes boletas partidarias.
Detrás de nuestro pedido para que se cuenten los votos, llovió
una catarata de insultos, agravios y descalificaciones hacia la
persona de Gustavo Beliz. Son las agresiones de quienes no tienen
razón, y ocultan detrás de la mentira el temor de
que se conozca la verdadera voluntad popular. Porque no fue Beliz
quien cantaba loas a Videla como general democrático.
Nosotros, como todo el peronismo y el pueblo argentino, éramos
víctimas de la persecución dictatorial mientras el
partido del maestro Bravo justificaba el golpe de estado.
La Argentina ha pagado con sangre la violación de la ley
y la negación de la voluntad popular. Esa dolorosa experiencia
nos compromete a buscar sin la más mínima duda el
resultado que esgrimen las urnas, apostando a conocerlo con la máxima
transparencia. Sentarse sobre ellas, decir hipócritamente
que están bien contadas cuando la realidad demuestra
lo contrario, es injuriar a un pueblo que votó y lo hizo
con una señal de protesta frente a las artimañas de
la vieja política.
Con doble discurso, quienes hace un mes se oponían a la suma
de los votos del Partido Nuevo Milenio, hoy procuran la violación
de la Constitución Nacional, que indica que la tercera banca
de senador le corresponde al partido político que salga segundo
en la elección, no al tercero (Ari) ni al octavo partido
(Nuevo Milenio).
Se necesita mucha valentía para atenerse a las sorpresas
que puede deparar la apertura de las urnas. Mucha más que
para caer en la descalificación gratuita. Y mucho más
coraje cívico se requiere para allanarse a la letra cristalina
de nuestra Constitución Nacional. Lo otro, el insulto, se
hunde en su propio odio de violencia. Porque la fuerza verbal
o física siempre será el derecho de las bestias.
* Diputada peronista de la Ciudad de Buenos Aires
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