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DUDAS SOBRE EL MINISTERIO DE SEGURIDAD SOCIAL
Sin ministra y sin programa

La salida de Bullrich pone en duda la existencia del ministerio que fue creado para ella. Para Dumón, deberían eliminar carteras y mantener los planes sociales
de las otras áreas. De la Rúa, duro.

El ministro de Trabajo, José Gabriel Dumón, ha logrado buena sintonía con los sindicalistas.

Por Fernando Cibeira

La salida de Patricia Bullrich del Gobierno generó un sacudón tan fuerte que ayer todavía se medían las consecuencias. En Berlín, el presidente Fernando de la Rúa aseguró que la echó porque criticaba a otros ministros. “Era necesario evitar eso. Fue un error mostrar un conflicto dentro del Gobierno, que después es leído como falta de cohesión. Por eso, resolví ponerle término de esa manera”, sostuvo el Presidente sobre la salida de una de sus funcionarias más cercanas quien, en verdad, renunció luego de perder una pelea por el presupuesto del Ministerio de Seguridad Social. A propósito, el futuro de este ministerio, creado casi a imagen de Bullrich, es una incógnita. Cerca de su titular interino, el ministro de Trabajo, José Dumón, adelantaban que, a su vuelta, le recomendarían al Presidente “la reducción de ministerios” como forma de solucionar el tema.
En la conferencia de prensa que brindó ayer en Alemania, De la Rúa se refirió en extenso acerca de la salida de Bullrich. “Es una lástima el alejamiento de Bullrich, por quien tengo un gran afecto. Mi deseo era que ella continuara trabajando. Pero cuando volví de Estados Unidos me encontré con una polémica con otros ministros y esa no era una situación que se pudiera admitir”, dijo el Presidente. Y remarcó: “En momentos en que hace falta tranquilidad y que estoy pidiendo unidad nacional, no puede haber divisiones en el gabinete”.
Lo del afecto a la ministra saliente fue destacado en el entorno presidencial, en donde auguraban un destino diplomático para Bullrich. Incluso, se llegó a hablar de la representación argentina ante la OIT en Ginebra, lo que resultaría muy curioso porque desde allí debería tratar con los mismos sindicalistas con los que terminó enfrentada a muerte.
Antes de viajar, el Presidente colocó a cargo del ministerio de Bullrich a Dumón. Supuestamente, a la vuelta, Dumón le debería dar al Presidente alguna solución sobre el futuro de la cartera de la que dependerá la Agencia Social, la oficina que nucleará todos los planes sociales. Apenas renunció Bullrich, desde el Ejecutivo ratificaron la continuidad de esos dos proyectos –el ministerio y la agencia– pero ayer ya había algunas dudas. Dumón explicó que su idea –que decía que también era la idea del Presidente– era “reducir ministerios” y “achicar estructuras”.
Ahora, cerca del ministro no se animaban a decir si eso significaba que estaba a favor de la eliminación de Seguridad Social, una cartera que tiene apenas un mes de existencia y quedó a la deriva. Eso sí, Dumón entiende que su ministerio debería conservar los planes Trabajar y todo lo relativo a las ART, que Bullrich pretendía absorber. En cambio, con el tema Anses no tiene posición tomada. Pero, si Dumón mantiene los Trabajar y el ministro de Desarrollo Social, Daniel Sartor, continúa con sus actuales planes, el plan de Bullrich de crear una asistencia única familiar quedaría sin el presupuesto necesario. “Centralizar los planes sociales es una buena idea. Pero habrá que ver cómo se financia”, entiende Dumón. Es decir: el plan de Bullrich está en fojas cero.
En realidad, la intención de Dumón es mantener mucho de la situación previa a la era Bullrich. La más controvertida tiene que ver con la resolución de Bullrich que obligaba a los sindicalistas a presentar su declaración jurada de bienes, lo que le valió el odio de los “gordos”. Esa resolución tuvo un fallo en contra de primera instancia y el ministerio apeló a la Cámara. Dumón todavía tiene unos días de plazo para estudiar la cuestión, pero el ministro sería de la idea de desistir porque considera que lo que hizo Bullrich excedió lo que le permitía la ley. “No voy a hacerle perder un juicio al Estado”, explicó Dumón.
Otra idea del ministro de Trabajo e interinamente de Seguridad Social -que ya le comentó a De la Rúa y al ministro Domingo Cavallo– es mantener la asignación familiar de 130 pesos por hijo que se otorga a comienzos del año escolar. La propuesta de Bullrich era reemplazar esa asignación por otra de 30 pesos que incluyera también los hijos de desocupados más unamochila con útiles. En esto, Dumón también coincide con los sindicalistas: ellos también son de la idea de no tocar las asignaciones. “Lo que es parte del salario, es propiedad, y no debería ser tocado”, sostiene Dumón.
No son los únicos temas en los que el Ejecutivo y los sindicalistas parecen haber iniciado un período de fina sintonía. Ayer, Dumón reclamó “encarecidamente” a los jefes de la CGT dejar sin efecto la marcha prevista para el 20 de noviembre y con la que prometieron “reventar” la Plaza de Mayo. “La emergencia económica es para todos”, argumentó Dumón. Casi al mismo tiempo, un vocero de los sindicatos adelantaba que la medida podría suspenderse si recibían señales claras del Gobierno en cuanto a ponerle fin a la crisis. No lo decían así, pero para ellos una señal clara es que ya se fue Bullrich.

 

OPINION
Por Pimpi Colombo*

Constitución y voluntad popular

Para algunos supuestos demócratas, respetar la Constitución es apelar a una maña. O exigir el recuento exhaustivo de votos es apelar a un atajo electoral. Para quienes esgrimen la coherencia como valor inmaculado, es un dato superfluo que el socialismo se haya opuesto antes de las elecciones a la sumatoria de votos que el Partido Nuevo Milenio pretendía hacer a favor de la candidatura de Alfredo Bravo.
Desde el Frente Nuevo País hemos pedido desde un primer momento contar uno a uno los votos que la ciudadanía depositó en las urnas el pasado 14 de octubre. Nuestro pedido no ha sido caprichoso. Quedó demostrado que, a partir de la apertura de menos de un 10 por ciento del total de las casi 7.000 urnas donde se votó, la recuperación de votos de nuestro Frente ha sido espectacular: descontamos en más de un 30 por ciento la supuesta ventaja que nos separaba inicialmente de Alfredo Bravo, aún considerando su inadecuada pretensión de sumar votos de diferentes boletas partidarias.
Detrás de nuestro pedido para que se cuenten los votos, llovió una catarata de insultos, agravios y descalificaciones hacia la persona de Gustavo Beliz. Son las agresiones de quienes no tienen razón, y ocultan detrás de la mentira el temor de que se conozca la verdadera voluntad popular. Porque no fue Beliz quien cantaba loas a Videla como “general democrático”. Nosotros, como todo el peronismo y el pueblo argentino, éramos víctimas de la persecución dictatorial mientras el partido del maestro Bravo justificaba el golpe de estado.
La Argentina ha pagado con sangre la violación de la ley y la negación de la voluntad popular. Esa dolorosa experiencia nos compromete a buscar sin la más mínima duda el resultado que esgrimen las urnas, apostando a conocerlo con la máxima transparencia. Sentarse sobre ellas, decir hipócritamente que “están bien contadas” cuando la realidad demuestra lo contrario, es injuriar a un pueblo que votó y lo hizo con una señal de protesta frente a las artimañas de la vieja política.
Con doble discurso, quienes hace un mes se oponían a la suma de los votos del Partido Nuevo Milenio, hoy procuran la violación de la Constitución Nacional, que indica que la tercera banca de senador le corresponde al partido político que salga segundo en la elección, no al tercero (Ari) ni al octavo partido (Nuevo Milenio).
Se necesita mucha valentía para atenerse a las sorpresas que puede deparar la apertura de las urnas. Mucha más que para caer en la descalificación gratuita. Y mucho más coraje cívico se requiere para allanarse a la letra cristalina de nuestra Constitución Nacional. Lo otro, el insulto, se hunde en su propio odio de violencia. Porque la fuerza –verbal o física– siempre será el derecho de las bestias.

* Diputada peronista de la Ciudad de Buenos Aires

 

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