Por Horacio Cecchi
Un kiosquero, en Villa Bosch,
se defendió de un intento de robo y mató a un joven de un
balazo. El caso hubiera quedado como una más de tantas crónicas
de justicieros de no ser por un detalle: el muerto no era el ladrón
sino un vecino. La escena: un kiosco a cinco cuadras de la estación
J.M. Bosch, en el partido de Tres de Febrero. Los protagonistas: Vicente
Ianonne, dueño del kiosco; un asaltante, tan desconocido como armado,
que huyó sin robar nada; la esposa del kiosquero en la vereda,
con un chiquito de dos años; Ariel Nicolás Godoy, repartidor
de una pizzería cercana que se arrojó sobre la mujer al
escuchar disparos; y una pistola Bersa, calibre 22 largo que descansaba
colgada preventivamente de la cintura de Ianonne. El resto, con versiones
contrapuestas, tuvo un final dentro de todo previsible cuando una bala
disparada por el kiosquero, sin impartir justicia, se incrustó
en el abdomen del motoquero.
En el cartel del local se lee: Librería Iano. Está
ubicado sobre Martín Fierro 5804, casi esquina con De la Vega.
El frente está cubierto por gruesas rejas. Iano es
Ianonne, Vicente, de 50 años, colectivero de día y kiosquero
de noche, cuando releva a sus hijas en la atención del local. No
es la primera. Ya nos asaltaron varias veces. Y siempre cuando estamos
cerrando, intentó justificar una de las hijas de Ianonne.
A una cuadra, también en Martín Fierro, sobre la esquina
de Guido Spano está ubicada Pizza Garden, de Gustavo Pi. El
sabor supremo de la Pizza a la Piedra, reza el cartel, y más
abajo agrega: Envíos a domicilio. Vamos Gratis. El
domingo, Ariel Nicolás Godoy, de 27 años, era uno más
del grupo de motoqueros de la pizzería junto a su hermano Guillermo.
Trabajaba los viernes, sábados y domingos, desde hacía más
de un año, para terminar de pagar la Honda 125 que había
comprado. Como fletero en Capital, durante la semana, no alcanzaba. Hace
poco tiempo, cuando terminó de pagar la moto decidió dejar
el reparto de muzzas. Tengo miedo de que me la afanen, fue
el argumento. Pero hace no más de tres semanas llamó a Pi
y le dijo: El que se va sin que lo echen vuelve sin que lo llamen.
No tengo un peso, ¿tenés un lugar para el reparto?.
Y Godoy volvió a la Garden.
Alrededor de las ocho y media, el retornado motoquero salió a hacer
una entrega. En la pizzería le habían encargado cigarrillos.
El destino quiso que el kiosco frente a la Garden cerrara los domingos
y el de doña Elsa, a veinte metros cruzando Martín Fierro,
tuviera un cartelito con la leyenda cigarrillos no hay. Si
vendiera a lo mejor el chico se salvaba, murmuró más
tarde la dueña. El único abierto era el de Iano.
Godoy salió con la Honda y el encargo, y de regreso se detuvo en
el local. Lo iba a atender una de las chicas, pero Ianonne declaró
que no le gustó la cara y lo atendió él, reveló
a Página/12 una fuente judicial. Ianonne y su Bersa 22 colgada
del cinto. Godoy compró los cigarrillos y una gaseosa. Lo testimonian
en el kiosco y la bolsita con las compras que quedó desparramada
sobre la vereda, junto a su cuerpo.
Cuando el motoquero salía llegaba un joven en bicicleta. Todo,
aparentemente, sucedió en segundos. El recién llegado tenía
una arma, pero cuando vio la Bersa quizás se puso nervioso
prosiguió la misma fuente-, hubo forcejeos, el muchacho empujó
a Ianonne y se escapó. Ayer, desde el kiosco aseguraban a
este diario que el asaltante regresó porque había
olvidado la bicicleta, asomó el arma por la ventanita y desapareció.
Los tiempos no coinciden, porque el ladrón escapó hasta
llegar casi a la esquina de la pizzería. A todo esto, Godoy seguía
subiendo a su moto o miraba absorto sin intervenir. Desde la esquina,
según Pi, el asaltante disparó dos veces, después
guardó el arma y se escapó por Spano. Una de las balas
pegó en la pared del frente del kiosco. Según otros, recién
disparó cuando escuchó una detonación que no estaba
dirigida a él. Y según reveló a este diario una de
las hijas del kiosquero, se escucharon como cinco tiros antes de
que mi papá disparara.
En la fiscalía 6 de San Martín, a cargo de Rubén
Moreno, aguardan las pericias balísticas y planimétricas
para acercarse más a la verdad.Mientras se desarrollaba el frustrado
asalto, Graciela Mazucca, de 39 años y esposa de Ianonne, estaba
en la vereda con el hijo de dos años de una vecina. ¡El
nene, el nene!, gritó la mujer al escuchar los tiros. En
ese momento, Godoy, que se encontraba junto a su moto, se movió
hacia el kiosco. Apareció de entre las sombras, aseguró
la hija de Ianonne. Nadie sabe qué fue lo que intentó. Habrá
que ver si es posible determinar si quiso cubrir al chico, a la mujer,
o a él mismo, comentó la fuente judicial.
La versión de Ianonne no contempla esa posibilidad: Creyó
que la mujer corría peligro, completó el mismo vocero.
Ianonne salió a la vereda y tiró al bulto. Las pericias
determinaron que el disparo se efectuó a más de dos metros,
en penumbras, según informó la policía. Qué
oscuridad ni nada, si puso un cartel nuevo hace diez días,
aseguran en la otra esquina. Y qué va a resultar desconocido,
si hacía dos minutos había comprado cigarrillos.
Godoy fue trasladado al Hospital Bocalandro, donde esa noche permaneció
estable. Ianonne se presentó en la comisaría y fue citado
para la mañana por lesiones graves. Pero el lunes,
antes de declarar se le informó que el caso había girado
a homicidio simple. Declaró y quedó libre, porque
el fiscal consideró que no intentará evadirse. El proceso
continúa. Ianonne entregó su arma, pero no se pudo sacar
de encima el espanto de sí mismo. Hagan conmigo lo que quieran,
dijo.
PROTESTA
DE ECOLOGISTAS POR UNA MEDIA SANCION
Basura nuclear con aval del Senado
Un centenar de organizaciones
ambientalistas del país y de América latina denunciaron
ayer que de manera sigilosa el Senado dio media sanción
a la aprobación de un acuerdo internacional que posibilitará
el ingreso al país de combustible radiactivo usado en el reactor
nuclear que la empresa rionegrina Invap construirá en Australia.
Según los ambientalistas, el acuerdo viola la Constitución
y podría significar el comienzo de un proceso en el que Argentina
se transformaría en el patio de atrás de los países
del Primer Mundo. Ahora el tema pasó a Diputados.
La denuncia fue promovida por Greenpeace y la Fundación para la
Defensa del Medio Ambiente (Funam), a quienes se sumó la Defensoría
del Pueblo porteña. Lo que las organizaciones rechazan es que tenga
aprobación parlamentaria el acuerdo marco de cooperación
nuclear firmado entre los gobiernos de Argentina y Australia meses atrás
y que incluye el aval al convenio entre Invap y el ente nuclear australiano.
Técnicamente no es material radiactivo. Aquí se trata
de un combustible que se trae, se recicla y se vuelve a exportar hacia
Australia junto con los desechos radiactivos que puedan surgir en ese
proceso, justificó el senador Eduardo Menem el 7 de noviembre,
día de la aprobación del convenio en la Cámara Alta.
Sin embargo, la excusa de que no se trata de residuos radiactivos sino
de combustible irradiado no satisface a los ambientalistas, quienes consideran
que la diferencia de nombres es una interpretación caprichosa
que disfraza el ingreso de la basura radiactiva.
Además, hay otro punto oscuro denunciado por los ambientalistas:
el tiempo que permanecería el combustible en el país sería
de entre 15 y 20 años, ya que después de su reprocesamiento
sería guardado en territorio nacional hasta ser nuevamente demandado,
con las consecuencias ambientales que ello implica. Pero para las organizaciones,
lo más importante es que el acuerdo viola el artículo 41
de la Constitución, que prohíbe el ingreso al territorio
nacional de residuos actual o potencialmente peligrosos, y de los radiactivos.
De este dato se sostienen para demandar a los diputados la nulidad del
acuerdo, que según denunció Juan Carlos Villalonga, coordinador
de Energía de Greenpeace Argentina, llegó a tal instancia
gracias a documentos oficiales de cuestionable origen, a la silenciosa
violación del artículo 41 de la Constitución Argentina
y a la sigilosidad con que se realizó el contrato, entre
el Invap y Ansto, el organismo nuclear australiano.
Por otra parte, más allá de los efectos que podrían
causar dentro del país, el mismo transporte de los residuos nucleares
tendría sus riesgos, según el biólogo Raúl
Montenegro, presidente de Funam: Los residuos radiactivos vendrían
desde Australia, atravesarían el Cabo de Hornos y serían
desembarcados en Bahía Blanca o el puerto de Buenos Aires. Estos
Chernobyles en potencia amenazarán nuestros mares y nuestras rutas.
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