Por P.V.
Nadie puede negar que fue un
innovador: desde inundar la cancha para hacerla pesada, a picar los terrones
de tierra de las puntas para complicar los piques de los punteros rivales,
o entrenar a sus jugadores haciéndolos correr gallinas para
mejorar los reflejos, picardías que pertenecen ya al folklore
del fútbol. Juan Carlos Toto Lorenzo, su autor intelectual,
ya forma parte de la historia del fútbol. A los 79 años,
víctima de una prolongada enfermedad pulmonar, falleció
ayer a las 5, y sus restos serán enterrados hoy en un cementerio
privado. Había nacido el 27 de octubre de 1922.
Regular jugador en Chacarita y Boca, en los 40, ganó fama
como entrenador. Y desde la óptica del resultado, corriente de
la cual fue uno de los primeros exponentes, se puede decir que fue exitoso:
bicampeón argentino con San Lorenzo en 1972 y con Boca en 1976,
campeón de América (1977/78) y de la Intercontinental con
Boca (1978), campeón de España y subcampeón de Europa
con el Atlético Madrid (1974). Sus andanzas dejaron mucha tela
para el recorte y algunas sospechas jamás comprobadas.
Clásico exponente del catenaccio italiano, que tomó de su
mentor Helenio Herrera, Lorenzo cultivó la táctica hasta
transformarse en un obsesionado del fútbol, y regó esa obsesión
con las picardías que sellaron su estilo: Fue un precursor en eso
de explorar los límites reglamentarios, mediante esas picardías
que otros que siguieron la corriente transformaron en maldades.
Cuando dirigía al Mallorca, pedía a los comandantes de los
aviones de la línea insular que traían a los equipos rivales,
que zarandearan el aparato un poco antes de aterrizar; cuando fue el Madrid
con Gento y Rial, hizo picar las puntas izquierdas de la cancha para dificultar
el juego.
En la época confusa de la Selección Argentina, que va desde
1958 a 1974, Lorenzo dirigió al combinado argentino en dos Mundiales:
el de Chile 1962 y el de Inglaterra 1966. En el primero, les hablaba a
los jugadores en italiano, y trató de imponer el líbero;
a los delanteros les ponía una tela adhesiva en los dedos de las
manos para que se acordaran de patear al arco. El equipo no pasó
la primera rueda.
Para el segundo, con los jugadores en la concentración del Colegio
Ward, los puso a correr gallinas para mejorar los reflejos, obsesión
esta que le duró, porque cuando dirigió a Racing en 1980
puso máquinas flippers en la concentración, con la misma
idea... la que calificó entonces de programática electrónica.
Los jugadores que iban a Inglaterra tomaron clases de pericón:
si Argentina, que tenía un equipazo, hubiera sido adiestrado para
ganar, acaso hubiera logrado mejor suerte en ese Mundial. Dirigió
muchos clubes: Mallorca, Atlético Madrid, Lazio (de donde lo echaran
el día que Maradona le hizo dos golazos, uno olímpico y
otro de 40 metros, jugando para el Napoli), el Atlante de México,
el Independiente Santa Fe, y en el país, River, Atlanta, Racing,
Unión y San Lorenzo. Pero si realmente estaba identificado con
uno, ése fue Boca. Armó un equipo difícil y mañero,
que en aquellos años ganó lo que se le puso adelante, en
oposición a la Selección que intentaba armar César
Menotti para el Mundial 1978. Aquella polémica Menotti-Lorenzo
duró mucho tiempo, sobre todo porque el primero no llevaba jugadores
a la Selección.En aquella época de Boca también dejó
su impronta: regar la cancha para dejarla pesada, mojar la pelota con
el mismo efecto. Antes de la final del Nacional 1976, contra River, que
se jugó en Racing, llevó al plantel a entrenarse en la cancha
de Almirante Brown porque tenía el mismo pasto que la de Racing...
A las mujeres de los jugadores les recomendaba especialmente que, dos
días de los partidos, fueran arriba en el acto sexual para no desgastar
a sus maridos.
Un pedazo de
historia de Boca
Lorenzo fue una
verdadera enciclopedia del fútbol (Roberto Pipo
Ferreiro, integrante del seleccionado argentino que jugó
el Mundial 66).
Fue un grande del
fútbol argentino, un innovador que dejó enseñanzas
a los demás entrenadores. Su carácter ganador, agresivo,
y su inquietud por seguir aprendiendo es una enseñanza para
todos los que tuvimos la suerte de estar a su lado (Jorge
Castelli, preparador físico de sus equipos entre 1972 y 1979).
Se ha ido un pedazo
de historia de Boca. Sin dudas, fue uno de los más grandes
técnicos del club de todos los tiempos. Se va con el reconocimiento
y el afecto de todos los simpatizantes de Boca, que no podrán
olvidar sus logros en este club (Mauricio Macri).
Lorenzo era mi
segundo padre, me enseñó cómo manejarme en
el fútbol y en la vida. Me inculcó disciplina, respeto,
humildad y profesionalidad (Vicente Pernía, ex jugador
de Boca).
Su paso por Boca
fue exitoso desde todo punto de vista. Uno tenía mucha fe
en él en los partidos decisivos, porque era muy inteligente
para plantear la estrategia (Carlos Veglio, ex jugador de
Boca).
Lo recordaré
como uno de los entrenadores con el cual aprendí mucho como
futbolista, algunas de sus enseñanzas las aplico actualmente
como entrenador (Mario Zanabria, ex Boca, ahora técnico
de Talleres).
Fue una excelente
persona, un verdadero trabajador del fútbol (José
Francisco Sanfilippo, ex jugador de San Lorenzo y de la Selección).
Se nos fue un referente
muy importante. Estoy seguro que está allá arriba
esperando por nosotros para organizar un partido de fútbol
(Antonio Rattín, ex jugador de Boca).
Fue un entrenador
que le dio muchas tardes de gloria al Atlético de Madrid
(Jesús Gil y Gil, presidente del club madrileño).
Era un hombre con
muchas anécdotas, después de ganar un partido siempre
nos decía que teníamos que pasar por caja, para cobrar
la prima (Javier Irureta, ex jugador del Atlético,
hoy dirige a La Coruña).
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