Por Horacio Bernades
Nueva York, nieve, Navidad,
compras de fin de año, la voz de Satchmo, el encuentro casual entre
el chico y la chica: todo es reconocible y familiar en el comienzo de
Señales de amor, y así lo será hasta el final, cuando
el menos imprevisible de los happy endings venga a coronar este verdadero
déjà vu cinematográfico. Tratándose de una
comedia romántica, no hay por qué esperar la gran renovación
cinematográfica, el gesto audaz y renovador, porque buena parte
de la eficacia del género se basa justamente en la repetición
de lo familiar. Pero el secreto es que la repetición no se note,
que lo viejo suene nuevo, que realmente parezca que el chico y la chica
se aman locamente, y que lo hagan con gracia y convicción. Todo
eso le falta a Señales de amor, una película que parece
un chasis sin carrocería.
El es Jonathan (John Cusack); ella, Sara (Kate Beckinsale). Se conocen
tirando de un par de medias en Bloomingdales, comienzo calcado de
Palm Beach Story, superclásico de Preston Sturges, y luego se mantendrán
alejados durante buena parte de la película, como en Sintonía
de amor. El omnipresente marco de Nueva York, los rituales urbanos y el
uso y abuso de canciones conocidas para ir empujando la película
desde la banda sonora también recuerdan películas de Nora
Ephron y Rob Reiner, reforzando la sensación de déjà
vu. La historia se desarrolla en dos tiempos. Uno narra ese primer encuentro,
que dura apenas una noche pero es como si fuera mucho tiempo, porque es
evidente que los dos se gustan. Pero, claro, ella está comprometida,
y aunque le gustaría... El segundo tiempo muestra al chico y la
chica, diez años más tarde, él a punto de casarse
y ella de novia con un patán que hace música new age (lo
más disfrutable de la película). Pero él no puede
olvidarla, y entonces...
Hay como una tesis en Señales de amor, y tiene que ver con el título
original, Serendipity, que es el nombre de un bar, pero también
un concepto new age, que designa ciertos accidentes afortunados.
Ella cree en la serendipity, lo cual la lleva a dejar todo librado al
azar. Para él, no hay serendipity que valga, porque la chica le
gusta y no piensa dejar que el destino se interponga. El truco es que,
a la larga, ella se volverá racionalista y a él no le queda
otra que depender del azar, que se manifiesta bajo la forma de un ejemplar
único de El amor en los tiempos del cólera. La serendipity
se probará cierta, con lo cual la película termina funcionando
como demostración de esa tesis.
Como suele ocurrir en el género, cada miembro de la pareja está
ladeado por un amigo/amiga, sobre quien recaen las responsabilidades cómicas.
En este caso, se trata de Jeremy Piven y Molly Shannon. Más que
gracia, Piven aporta contracturas maxilares. A Shannon le pasa lo que
a la mayoría de integrantes de Saturday Night Live:
son buenos en la tele, no en el cine. John Cusack habla a borbotones y
gesticula como si estuviera imitando a Woody Allen, tal vez porque la
película transcurre en Nueva York (ciudad que, como de costumbre,
roba cámara). La inglesita KateBeckinsale está lindísima
(mucho más que en Los últimos días del disco o Pearl
Harbor), pero lo único que parece interesarle es cómo le
cae el mechón sobre la ceja derecha. El director es el inglés
Peter Chelsom, y ésta es la segunda película consecutiva
que estrena aquí, luego de Ricos, casados e infieles. No parece
motivo de orgullo.
SERIA
EXTRADITADA EL LUNES PROXIM
El destino de Gloria Trevi
El ministro de Justicia de Brasil,
José Gregori, informó a la embajadora de México que
la cantante Gloria Trevi será extraditada. El ministro adelantó
a la embajadora Cecilia Soto que el Comité Nacional de Refugiados
(Conare) va a rechazar el pedido de asilo de la artista mexicana, que
está acusada en su país de corrupción de menores.
Según informó el diario O Globo, durante una ceremonia oficial
en Brasilia la embajadora se acercó al ministro y le preguntó
al oído cuándo habría novedades sobre el destino
de Trevi, a lo que éste respondió cuchicheando que la respuesta
estaría lista el lunes próximo. El embarazo
de la cantante causó malestar en la Policía Federal brasileña,
dado que la cárcel donde está recluida no dispone de lugares
para encuentros íntimos y Trevi dio a entender que fue violada.
La policía investigó el caso y concluyó que sería
imposible determinar cómo ocurrió el embarazo si la artista
no quiere revelarlo, pero sugirió que puede haber recurrido a la
inseminación artificial con ayuda de otros presos como maniobra
para permanecer en Brasil.
|