Por Hilda Cabrera
Esta es una de esas piezas
que, construidas a la manera de un rompecabezas, generan en el espectador
curiosidad por saber cómo encajará cada uno de los elementos
en juego y qué se esconde detrás de cada acción o
desajuste emocional de los personajes. Los componentes de este puzzle
encierran en sí mismos otras historias, que se imaginan complejas
y se supone nunca serán resueltas. La obra transcurre concretamente
en dos ámbitos: un estudio de radio y las habitaciones de una oyente
devota y bizarra. Fuera y dentro de esos espacios la atmósfera
es turbulenta. Políticamente, los argentinos están enfrentados.
Corre 1955 y se aproxima un nuevo golpe militar, que destituirá
al general Perón para poner en su lugar al general Eduardo Lonardi.
Esto se sabe por los noticieros que dé la radio y por las actitudes
partidarias de una de las protagonistas.
Pero los políticos no son los únicos elementos en juego:
la obra destaca muy especialmente el desequilibrio emocional que los novelones
producen en quienes viven en función de otros. Ensamblar de modo
convincente y creativo esos diferentes mundos, aligerando su catastrófico
contenido, es una de las tareas de Villanueva Cosse, director de la obra
real y del radioteatro que lleva el guiñolesco título de
Te llevo en la sangre. Es por ello que el espectador escuchará
la voz en off de Cosse, dialogando con su elenco e impartiéndole
instrucciones.
Puede decirse que a la vivaz escritura de Mónica Silver (Primer
Premio de Dramaturgia 1999 del Instituto Nacional del Teatro por esta
pieza, integrante del grupo 3x1, y colaboradora en los guiones televisivos
de Nueve lunas, De poeta y de loco y Laura y Zoe), Cosse responde acertadamente
con una puesta que capta en detalle cada faceta del texto, entre éstas
el desconcierto de los personajes en un momento de cambio, que no es sólo
político, puesto que también han variado los gustos de la
audiencia ante el avance de la televisión. El director registra
las actitudes propias de quienes buscan salvarse a cualquier precio y
el desesperado humor de aquellos otros que truecan la realidad cruel y
esquiva por un mundo de ilusiones.
Linda Ducase (una destacable Verónica Llinás) y Dante Roldán
(Daniel Dibiase), protagonistas de una novela que, al encender por igual
el corazón de sus adictos, borra barreras sociales, no tienen conciencia
de las patologías que pueden llegar a desencadenar en su audiencia
y entre quienes están en contra. Es el caso del marido celoso,
personaje que parece extraído de las narraciones de horror de la
literatura de cordel, pero que en este montaje podría asociárselo
a un marginado de la literatura de Roberto Arlt. Es en esa misma línea
donde se ubica a Mabel (a cargo de una creativa Alejandra Rubio), la fiel
oyente que a la hora señalada atraviesa la escena rengueando y
vestida de gala para pegarse a la radio, y convertirse con ese rito en
estremecedora imagen del ser que arrumbado por la precariedad del entorno
y por sí mismo, transforma esa experiencia en su única forma
de pensar. Un comportamiento que hoy podría rastrearse en los devotos
de otros programas, no necesariamente de ficción, radiales y televisivos.
Te llevo en la sangre incursiona en un momento puntual del pasado, partiendo
de una historia menor y sin la intención aparente de extraer conclusiones.
Mantiene en cambio un saludable tono de crónica, al que contribuye
la inserción de los noticieros emitidos al estilo de los años
50. Lo decididamente concluyente es el muestrario de devastaciones
que, según se aprecia, produce la propagación de lo ilusorio
en quienes no encuentran la forma de articular su integridad personal
en un mundo agresivo, aunque deliberadamente desdramatizado en esta especie
de absurdo nacional con pinceladas de humor y compasión.
|