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La Argentina, un país raro donde
los dividendos no pagan impuestos

Ataque generalizado contra el proyectado impuesto extra sobre
las superganancias. Le imputan ahuyentar inversiones. Pero los mismos críticos rechazan gravar progresivamente a los accionistas.

José Dumón (Trabajo y Seguridad Social), Domingo Cavallo (Economía) y Jorge Aguado (Correo).

Por Julio Nudler

Una tormenta de críticas siguió descargándose ayer sobre el proyectado impuesto especial que, por única vez o a lo sumo durante dos años, propone gravar adicionalmente las muy altas rentas, capturando un 10 por ciento de los beneficios netos imponibles de las empresas que ganen más de 5 millones anuales y de las personas que logren alzarse con más de un millón de pesos. La iniciativa de Horacio Pernasetti y Darío Alessandro, diputados que presiden en Diputados los bloques radical y aliancista, respectivamente, quedó ayer huérfana de apoyo oficial, al despegarse de ella tanto el Poder Ejecutivo como los colaboradores de Domingo Cavallo. Varios medios de prensa, incluyendo los diarios de negocios, fustigaron con extrema dureza la pretensión de aumentar la presión tributaria sobre el grupo de las sociedades más rentables (serían alcanzadas unas 280) y unos 250 millonarios, aunque sin computar las rentas financieras que éstos obtengan y que, además de seguir exentas, ni siquiera serán tomadas en cuenta para armar la lista de los alcanzados. Aunque los ingresos a conseguir, superiores a los mil millones de pesos, contribuirían a la consecución del Déficit Cero, apoyado calurosamente por el establishment, éste arremetió implacablemente contra el proyecto, sosteniendo que ahuyentará a los inversores.
Mientras José Dumón, sucesor de Patricia Bullrich en Trabajo, aseguró que este impuesto extra “no está en la agenda del Presidente”, el cavallista Armando Caro Figueroa, jefe de la AFIP, que debería recaudarlo, afirmó que el eventual tributo no cuenta con el apoyo del Gobierno ni con el visto bueno de Domingo Cavallo. Esto deja traslucir una divergencia con la postura del secretario de Ingresos Públicos, José María Farré, quien consideró que la creación de esta gabela excepcional no contradice la línea de suprimir impuestos, porque los destinados a desaparecer son los “distorsivos”, definiéndose así a los que aumentan los costos de producción e inversión. Y no es ése el caso del gravamen a las superrentas.
Entre los tributaristas sienta bien que la progresividad de las tasas impositivas se aplique a personas físicas y núcleos familiares, tendiendo (sólo tendiendo) a igualar el “sacrificio” de privarse de una fracción de los ingresos netos para transferírsela al fisco. En este sentido, agregar diez puntos a la imposición de las ganancias, de modo que la tasa marginal máxima sume 45 por ciento, no infligirá un considerable sacrificio a quien recolecte más de un millón al año después de realizar todas las deducciones. Muchísimo mayor fue y es la privación sufrida por empleados públicos y jubilados que cobran 13 por ciento menos, y el de los contratados, que padecen podas del 30 por ciento.
Pero la misma doctrina tributaria recomienda que, en el caso de las empresas, la alícuota sea sólo proporcional, sin añadirle progresividad, criterio transgredido por el proyecto Pernasetti/Alessandro, ya que según éste las sociedades más rentables deberían pagar no 35 sino 45 por ciento. Los teóricos argumentan que esta tasa adicional no está gravando una capacidad contributiva superior porque afecta tanto al accionista que tiene cien acciones como al que posee un millón. Todo dependerá del grado de concentración de la propiedad de esas compañías.
Este problema de equidad no puede resolverse en la Argentina porque, a diferencia de lo que ocurre en el resto del mundo, los dividendos no están gravados. Lo normal en otros países es que las sociedades paguen Ganancias y que ese tributo sea descontado por cada accionista como pago a cuenta de lo que le corresponde tributar. Lo acostumbrado también es que la alícuota para las sociedades esté establecida en un nivel más bajo, de modo que sirva de umbral a la tributación de cada uno de sus propietarios, que incorporan en sus declaraciones juradas los dividendos que reciben, y así contribuyen de acuerdo a una escala progresiva.
Sólo en la reforma tributaria de 1973, que también reemplazó el viejo impuesto a las Ventas por el IVA, se procuró adaptar el tratamiento fiscalde las utilidades a la doctrina predominante, pero aquel intento se hundió, optándose por la “rusticidad”. La idea es que resulta más fácil cobrarles a las sociedades que a sus accionistas, porque la DGI no es capaz de fiscalizarlos. Pero esto, de paso, imposibilita la progresividad.

 

Plan de la Ciudad

El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires intentará destrabar los 250.000 juicios que tiene contra sus contribuyentes, ofreciéndoles la posibilidad de pagar sus deudas impositivas mediante cuotas a tasas de interés reducidas al tres por ciento. “La idea es descomprimir los juicios en curso, a la vez de desligar de ellos a las instancias administrativas y la fuerza operativa para que se dedique a su tarea: prevenir la evasión”, declaró el subsecretario de Ingresos Públicos porteño, José Luis D’Ipolito. El funcionario explicó que “estas medidas van en beneficio de la gente y no del Gobierno”. “El principal objetivo es acomodarse a la realidad económica del país y transformar las deudas impagas en pagas”, agregó. En tanto, el Director General de Rentas de la Ciudad, Alejandro Otero, explicó que “esta medida no está aislada” sino en el contexto de otras medidas de excepción: permitir retomar planes de facilidades de pago en vigencia, permitir la presentación espontánea para los que tengan deudas aún no declaradas y regularizar las deudas exteriorizadas, pero impagas, que son los 250 mil juicios mencionados. En el 2001 uno de cada cuatro contribuyentes fueron morosos en Alumbrado, Barrido y Limpieza (ABL) y uno de cada tres en Patentes.

 

Opinan el capital y el trabajo

Claudio Lozano.
“Despropósito completo”

“Es inconsistente con toda la estrategia económica del Gobierno, que es lo que hay que reformular. No se puede bastardear una estrategia tan lógica como gravar a los que más ganan. Todo tipo de propuesta dirigida a recuperar la progresividad tributaria es necesaria, pero ésta es completamente ilógica con el paquete de medidas anunciado por el Gobierno. Este gobierno abrió la puerta para la licuación de pasivos, en lugar de eliminar exenciones en Ganancias y Bienes Personales, y las existentes en las provincias. Lo que se hace es penalizar a los que declaran, en vez de ir a buscar a los que evaden. Es un despropósito completo.”

Miguel Bein.
“Desalienta inversiones”

“Es un aviso para desalentar a las inversiones. Es contradictorio con la política económica del Gobierno que a través de los planes de competitividad tiende bajar impuestos en forma generalizada. El gran desafío es que el país arranque, y para ello hay que alentar la inversión. La reactivación puede comenzar a darse tras la normalización de la situación financiera que planea el Gobierno. En ese sentido, el canje de la deuda a nivel interno seguramente se va a dar con éxito, y en dos o tres meses vendrá la etapa con los acreedores externos. Entonces, en este momento es incomprensible plantear un aumento impositivo porque es necesario incentivar a la inversión.”

 

PLAN DE COMPETITIVIDAD PARA EL CORREO ARGENTINO
Cavallo no se olvidó de Franco Macri

El Ministerio de Economía recurrió nuevamente a su único recurso para satisfacer reclamos sectoriales. Firmó un nuevo plan de competitividad. La diferencia es que esta vez el beneficiado con exenciones impositivas no fue un sector, sino una empresa en particular: el concursado Correo Argentino.
El hecho de que la firma controlada por el Grupo Macri continúe adeudando al Estado los cánones por la concesión del servicio, no parece haber interferido en el premio especialmente diseñado por Economía.
El ministro Domingo Cavallo –quien participó de la ceremonia de firma junto al titular de la cartera de Trabajo, José Gabriel Dumón– dijo que “es un acto de estricta justicia que el Correo Argentino goce de los beneficios de los planes de competitividad al igual que lo hacen las demás empresas del sector”. En teoría, las restantes empresas postales ya fueron beneficiadas con el plan otorgado al sector de Cargas.
Del acto participó también Ramón Baldassini, titular de la Federación de Obreros y Empleados de Correos y Telecomunicaciones (FOECyT), quien además de mostrar su beneplácito por el convenio, reclamó que “se avance en un marco regulatorio que ordene la actividad”.
“Este mercado mueve cerca de 2200 millones de pesos por año, de los cuáles 1000 millones giran en negro y al menos hay una pérdida para el fisco de 350 millones”, acusó Baldassini. Aunque se aclaró de aclarar que su sindicato “no es lobbista de nadie”, el dirigente aprovechó para quedar bien con el jefe y señaló que mientras el Correo Argentino paga un canon de 300 mil pesos diarios “los privados” sólo abonan 12 pesos.

 

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