Por Eduardo Videla
El grupo de adolescentes festejó,
bailando en círculo, tomados de los hombros, en una celebración
eufórica pero silenciosa. Era un grupo de chicos sordomudos que
siguió, en la Legislatura porteña, la aprobación
de la ley que reconoce a su lenguaje natural, el de las señas,
como lengua oficial para las personas con discapacidad auditiva, en la
Ciudad de Buenos Aires. La norma apunta a incorporar este modo de expresión
a los programas de las escuelas públicas de educación especial
para sordomudos. Como primer paso, dispone que los futuros maestros y
profesores que trabajen en esta área deberán capacitarse
en el manejo de esta lengua. Hoy, en su gran mayoría, los docentes
desconocen el lenguaje que utilizan sus alumnos.
El proyecto, presentado por el diputado Eduardo Valdés (Frente
Justicialista), fue aprobado por unanimidad. La sesión fue seguida
por un grupo de adultos y menores sordomudos, que interpretaron cada una
de las intervenciones de los diputados gracias a la traducción
que realizó Mabel Remón, de la Asociación de Sordomudos
de Ayuda Mutua.
Los sordomudos aprenden el lenguaje de señas desde que nacen, especialmente
si sus padres también son sordomudos. Pero cuando asisten a las
escuelas oficiales en la ciudad hay siete primarias y tres secundarias
se encuentras en dificultades para comunicarse con sus maestros.
La aplicación del lenguaje de señas como método
oficial de enseñanza permitirá que los sordos aprendan mucho
mejor y más fácilmente, no sólo el idioma castellano
sino todos los conocimientos que hacen a la formación básica
de cualquier alumno oyente, argumentó el diputado Valdés.
Recién después del censo se sabrá cuantos sordomudos
hay en la ciudad. Pero, según las estadísticas, se estima
que el 3 por ciento de la población tiene discapacidad auditiva,
es decir, más de un millón de personas en todo el país.
La ley reconoce oficialmente el lenguaje e interpretación
de señas como lengua y medio de comunicación para las personas
con necesidades especiales auditivas en todo el territorio de la
ciudad. Para nosotros, es una conquista como la de los tobas, cuando
consiguieron que su lengua fuera reconocida, dijo a este diario
Mabel Remón, que no es sordomuda pero maneja el lenguaje de señas
desde que nació porque sus padres son discapacitados auditivos.
No rechazamos la oralidad, aclara Marcelo Bitti, siempre con
señas, traductora mediante. Siempre votamos sin conocer las
propuesta de los candidatos. Ahora esperamos conocerlas, agrega
Bitti, que es quinta generación de sordomudos.
El reconocimiento del lenguaje de señas tendrá otra consecuencia:
Si un sordomudo es detenido, ahora podrá pedir un intérprete
para que le lean la declaración, un derecho que hoy tiene un extranjero
pero no ellos, dice Mabel Remón, que conoce bien el trato
que reciben los sordomudos porque es perito intérprete de la Corte
Suprema de la nación.
Según Valdés, la incorporación de la lengua de señas
en el plan de estudios del Profesorado Especializado en Discapacidad de
Audición es el primer paso para incluir este lenguaje en
las escuelas especiales para sordos. Esa era la intención
inicial del proyecto, que no fue aceptada por los técnicos de la
Secretaría de Educación. De todos modos, cuando la traductora
hizo saber que la ley había sido sancionada, los sordomudos presentes
en el recinto legislativo dieron su aprobación con un aplauso estridente.
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