Por Eduardo Febbro
Desde
Islamabad
Un silencio repentino enmudeció
los comentarios a menudo entusiastas de la clase política pakistaní.
El desenlace rápido de la campaña militar en Afganistán,
la estampida sin resistencia de los talibanes y la inobjetable influencia
que la Alianza del Norte ejerció en la victoria contra el régimen
del mullah Omar eran lo último a lo que se hubiesen esperado los
dirigentes pakistaníes. En poco menos de 48 horas, la solución
política ideada por Islamabad para la fase postalibán
se esfumó sin remedio. Nada testimonia mejor del malestar que reina
en la capital pakistaní como el grito con que los comandos de la
Alianza del Norte destruyeron la embajada paquistaní en Kabul:
¡Muera Pakistán! ¡Muera Pakistán!.
La Alianza e Islamabad son dos antagonistas irreconciliables, tanto más
cuanto que la Alianza del Norte puede legítimamente reivindicar
el poder absoluto en Afganistán luego de haberlo conquistado con
las armas. Ninguna facción sola debe tomar el poder en Kabul,
repetía sin descanso la Cancillería paquistaní mientras
trabajaba en la sombra para imponer en el futuro gobierno afgano una mayoría
de representantes de la etnia pashtún, la más importante
del país. El curso repentino de la guerra y las indecisiones de
las tribus pashtunes enredadas en múltiples divisiones que le impidieron
elegir a tiempo entre los talibanes y los Estados Unidos le sacaron a
Pakistán el protagonismo que pensaba tener en los asuntos afganos.
El presidente pakistaní Pervez Musharraf había sorteado
con éxito todos los obstáculos pero terminó perdiendo
el último y más trascendente de los movimientos: el que
conduce a la victoria final. El aplastante triunfo de la Alianza del Norte
dejó sin efecto el sueño de tener en Kabul una coalición
representativa de la diversidad social y religiosa del país,
es decir, dominada por los pashtunes, o sea, controlada por Islamabad.
Y hacen renacer el temor al caos del gobierno mujaidín aliancista
que gobernó hasta la toma del poder por los talibanes.
Sin embargo, los analistas locales también ponen de relieve una
evidencia inocultable. A diferencia del 92, la Alianza no cuenta
con las fuerzas suficientes ni para controlar el país por si sola,
ni para desgarrarse como en el pasado. Las capacidades militares
de la Alianza son más que reducidas. Fíjese lo ocurrido
en Mazar-i-Sharif: sin los bombardeos norteamericanos, las tropas de la
Alianza jamás hubiesen tomado la ciudad, dice bajo el más
estricto anonimato un militar paquistaní. Esa debilidad de los
aliancistas los pone en situación de dependencia y
de obediencia frente a Estados Unidos y, por consiguiente,
según varios observadores, torna más viable la plena
realización de un proceso de paz. Además, en repetidas
ocasiones, los líderes de la Alianza repitieron que no anhelaban
quedarse con todo el poder y que apoyaban una proceso de paz
encabezado por el rey Zaher Shah. Mirvair Zahir, el hijo más joven
del rey, llamó a la Alianza del Norte a no repetir los errores
que cometió entre 1992 y 1996, cuando las luchas entre las facciones
destruyeron un tercio de Kabul.
A su vez, a pesar de las declaraciones apaciguadoras de unos
y otros, quién puede poner en tela de juicio la supremacía
de la Alianza del Norte que en apenas cuatro días se apoderó
de las ciudades más estratégicas de Afganistán. Como
si fuera poco, la Alianza no está sola en este juego: sus éxitos
militares son producto de la combinación de las bombas norteamericanas
y la ayuda considerable aportada por Irán y Rusia.
Sin Irán, la ciudad de Herat nunca hubiese caído tan rápidamente
en manos de la Alianza del Norte. Sin Rusia, el fuego aliancista jamás
hubiese sidotan eficaz. Y qué decir de la India, país que
inobjetablemente aportó su granito de pólvora a los canones
de la Alianza para reforzar así el poder de un grupo enemigo de
su peor enemigo, es decir Pakistán. Es en medio de este delicado
contexto geopolítico que EE.UU. y la ONU buscan crear un gobierno
ideal. Demasiado tarde.
PEDIRAN
A LOS TALIBANES QUE ABANDONEN KANDAHAR
Aparece el pashtún moderado
Por Jonathan Steele
y Ewen MacAskill
Desde
Islamabad y Londres
Los líderes tribales
del sur de Afganistán advirtieron ayer a la Alianza del Norte que
se mantenga fuera de Kandahar, la fortaleza talibana en el sur. Los comandantes
de seis grupos tribales de los pashtunes, el grupo étnico dominante
en el sur, fueron los que emitieron la advertencia. Aunque opuestos a
los talibanes, los jefes están decididos a que la ciudad no caiga
en manos de la Alianza del Norte, que está compuesta por no pashtunes.
Nunca los dejaremos venir a Kandahar y tomar la ciudad dijo
el Mullah Malung, un ex comandante en Kandahar. Si tratan de venir
a Kandahar, será un gran error para ellos.
Los comandantes tribales van a mandar una misión en los próximos
días a los talibanes en Kandahar pidiéndoles que entreguen
la ciudad. Los comandantes han dicho que no están en contacto directo
ni con la Alianza del Norte, ni con el líder talibán, Mullah
Mohammed Omar. Pero han tenido varios contactos con los comandantes pashtunes
talibanes. Según Malang, los comandantes dijeron que los
talibanes estaban todavía firmemente a cargo de Kandahar desde
ayer a la mañana. Los talibanes todavía tienen un gobierno
estable en la provincia de Kandahar. Añadió que creía
que la misión de paz sería exitosa porque los talibanes
saben que han sido derrotados.
Los talibanes enfrentan ataques tanto de las fuerzas de la Alianza del
Norte como los levantamientos de los grupos tribales. Estados Unidos también
continúa bombardeando Kandahar. Abdul Khaliq, un partidario del
ex rey Zahir Shah, que está apoyado por Estados Unidos y Gran Bretaña,
dijo: Nuestro mensaje a los comandantes que todavía están
con los talibanes es que deben abandonarlos. Todos ellos son nuestros
hermanos de sangre. Los comandantes pashtunes ofrecieron una conferencia
de prensa en la ciudad de Quetta en el sudoeste paquistaní para
anunciar la misión de paz al Mullah Omar, que dio una desafiante
entrevista al Servicio Mundial de la BBC ayer (ver nota aparte). La declaración
del Mullah Omar de que los talibanes controlan solo cuatro o cinco
provincias concuerda con la estimación de su control ofrecida
en Islamabad por Francesc Vendrell, el enviado de la ONU a Afganistán.
Mientras aumenten los informes de más y más áreas
pashtunes cayendo ante las milicias locales y los comandantes mujaidines,
Vendrell dijo que los talibanes sólo controlaban la provincia de
Helmand, el sur de Oruzgan y partes de Zabol, Nimruz y Kandahar. Los
talibanes están en proceso de desintegración como fuerza
organizada y como administración organizada. En una serie de provincias
los shuras o consejos locales se están declarando en su contra,
y en algunos casos arrestando a los principales líderes talibanos,
dijo. Un líder tribal afgano. Hamid Karzai, declaró ayer
desde dentro del sur de Afganistán que la población de Kandahar
se había alzado contra los talibanes. Su declaración no
pudo ser confirmada aunque Vendrell dijo que también había
escuchado informes sobre luchas en las calles de la ciudad.
Karzai, un líder tribal pashtún apoyado por Estados Unidos
que estuvo en el sur de Afganistán durante varias semanas tratando
de fomentar un levantamiento anti talibán, dijo: La gente
se ha alzado totalmente en contra de ellos. Hablando por un teléfono
satelital desde Oruzgan, dijo: La gente de Kandahar tomó
las calles. Los talibanes están retirando de Kandahar equipos pesados.
No hubo una confirmación independiente pero grupos no gubernamentales
hablaron de cientos de familias afganas huyendo hacia Pakistán
a causa de la lucha en el área.
De The Guardian de Gran Bretaña, especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
OPINION
Por Claudio Uriarte
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El hilo de Ariadna
Un gobierno de unidad nacional no está a la vuelta de la
esquina en Afganistán, pero sí uno de los objetivos
clave de la estrategia del jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld:
el resquebrajamiento entusiasta y materialmente martillado
por los bombardeos estadounidenses sobre la ciudad santa talibana
de Kandahar de la etnia pashtún, mayoritaria en un
60 por ciento en el mosaico étnico de Afganistán,
y que integra la mayoría talibana. Pero si todos los talibanes
son pashtunes, no todos los pashtunes son talibanes. O, por lo menos,
han empezado a descubrir que no les conviene serlo. La delegación
de las tribus pashtunes del sur que está yendo a pedirle
al mullah Mohammad Omar que retire sus fuerzas de Kandahar es un
ejemplo. Otro es el ex viceministro del Interior talibán,
que eligió permanecer en Kabul tras su conquista por la Alianza
del Norte y ése sí- seguramente aspira a un
cargo expectable en un gobierno de unión nacional.
Pero lo prioritario para EE.UU. no es ahora el gobierno de unidad
nacional, sino que las deserciones y traiciones dentro de los talibanes
bien pueden proporcionarle el hilo de Ariadna que lo lleve hacia
el Minotauro. Es decir, a Osama bin Laden y la organización
Al-Qaeda que tiene refugiada bajo la escabrosa geografía
de montañas de Afganistán. De modo que el examen de
la situación puede ser limpiamente dividido en dos partes:
de un lado, las perspectivas de estabilización de Afganistán
son catastróficas, pero del otro, los talibanes y Bin Laden
están al borde del jaque mate, y lo saben. Bin Laden suena
cada vez más desesperado: desde el fracaso en su llamado
a derrocar al gobierno paquistaní hasta su televisada bravata
del fin de semana pasado de que tiene armas químicas y nucleares,
la estridencia creciente de su discurso crece en proporción
directa al deterioro y envejecimiento de su aspecto físico.
El reportaje que el mullah Omar concedió ayer a la BBC (y
que Página/12 reproduce íntegramente en la página
opuesta), no le va en zaga: repite y repite incesantemente que destruirá
a EE.UU., depurará a los talibanes y no entrará a
un gobierno de unidad nacional al que jamás fue invitado.
Es aquí donde surge la importancia de la división
en los pashtunes. El otro capítulo el de la estabilización
viene manu-militari, por la llegada de fuerzas norteamericanas,
inglesas y francesas. Y aquí radica el problema de mañana:
la entrada en escena de terceros actores como Irán
a partir del estado de fragmentación nacional y el lento
despliegue de las fuerzas occidentales.
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Queremos
destruir a EE.UU. y no
entraremos en ninguna coalición
Nuestro objetivo es la
destrucción de Estados Unidos, y preferimos morir antes de participar
de un gobierno de coalición. Estas son algunas de las tajantes
definiciones ofrecidas ayer a la BBC de Londres por el mullah Mohammad
Omar, líder religioso de los talibanes depuestos del poder. La
entrevista, una de las pocas que el dirigente talibán haya jamás
acordado a un medio occidental, fue realizada por teléfono satelital.
Un intermediario talibán se comunicaba con el mullah por walkie-talkie
y luego acercaba el aparato al teléfono para que la BBC pudiera
grabar las respuestas del jefe talibán. Estas eran luego traducidas
al inglés por un intérprete.
¿Qué piensa usted de la situación actual en
Afganistán?
Ustedes (la BBC) y las radios estadounidenses fantoches crearon
inquietud. Pero la situación actual en Afganistán está
ligada a una causa más grande, o sea la destrucción de Estados
Unidos. Por otra parte, está en proceso un escrutinio de los talibanes
para determinar quiénes son leales y quiénes no. Todas estas
cosas ocurrirán en breve tiempo.
¿Qué quiere decir usted por destrucción de
Estados Unidos? ¿Tiene un plan concreto para implementarlo?
Este proyecto continúa y si Dios quiere está siendo
implementado, pero es una tarea inmensa que supera la voluntad y la comprensión
de los seres humanos. Con la ayuda de Dios, ocurrirá pronto. Tenga
en mente esta predicción.
Según algunas informaciones, Osama bin Laden amenazó
con utilizar armas nucleares, químicas o biológicas contra
Estados Unidos. ¿Es a esto a lo que se refiere su amenaza?
No es asunto de armas. Tenemos la esperanza de la ayuda de Dios.
El verdadero asunto es la aniquilación de Estados Unidos. Y si
Dios quiere (Estados Unidos) se va a derrumbar.
En los últimos días ustedes han perdido el control
de varias provincias. ¿Esperan volver a reconquistar los territorios
perdidos?
Esperamos que puedan ver el tipo de cambios que ya sea han visto
antes (provincias perdidas y reconquistadas por los talibanes).
¿Cuál es la razón de este repliegue rápido?
¿Por qué sus tropas huyeron de las grandes ciudades? ¿Es
porque tuvieron fuertes pérdidas durante los bombardeos estadounidenses
o porque sus soldados los traicionaron?
Le he dicho que está ligado a una causa más grande...
Los talibanes pueden haber cometido algunos errores. Chequear a los talibanes
(por su lealtad) es una tarea grande. Y estos problemas pueden servir
para limpiar (a los talibanes errantes) de sus pecados. Pero hay un gran
cambio en camino en el otro lado también.
¿Puede decirnos cuáles son las provincias que controlan
actualmente?
Tenemos cuatro o cinco provincias. Pero el número de provincias
que controlamos no es importante. Nos ha ocurrido tener sólo una
provincia, pero hubo un período en el que tuvimos todas las provincias
que perdimos en una semana. Así que el número de provincias
no es importante.
Su participación en un futuro gobierno fue ya descartada.
Si algunos de sus hombres deciden participar en un futuro gobierno como
representantes de los talibanes en general o de los talibanes moderados,
¿ustedes se opondrían?
No existe tal cosa entre los talibanes. Todos los talibanes son
moderados. Hay dos cosas: el extremismo (ifraat, o hacer algo
en exceso) y el conservatismo (tafreet, o hacer algo insuficientemente).
En ese sentido, nosotros somos todos moderados, tomando el camino del
medio.
La lucha por una formación de un gobierno de unión nacional
dura desde hace 20 años, pero fracasó. No aceptaremos un
gobierno de maleantes, preferimos la muerte a participar de un mal gobierno.
Yo les digo, no olviden esto. Esta es la predicción. Ustedes pueden
creerme o no, ése es problema de ustedes. Pero tendremos que esperar
y ver.
Disponible por Internet en www.bbcmundo.com
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