Por Gabriel A.
Uriarte
Desde
Washington D.C.
Ayer terminó la pintoresca
cumbre entre Vladimir Putin y George W. Bush en el rancho de este último
en Crawford, Texas. Si se ignoran los inevitables detalles de color (Bush
recibió a Putin en su camión, pero dejó que el presidente
ruso lo condujera etc., etc.), es posible afirmar que la cumbre
fue notable por lo que no logró. Bush y Putin concuerdan
en muchos temas, pero no en el tratado ABM, afirmó el eternamente
optimista New York Times. La descripción podía extenderse
a los otros temas pendientes entre ambos países, incluyendo el
futuro de Afganistán, la política hacia Irak, y el petróleo
del mar Caspio. Y la conclusión es idéntica. Hubo acuerdo
en todos los temas, excepto en aquellos donde no hubo acuerdo.
Ante todo, hay que enfatizar que la reducción en los arsenales
de ambos países no es una concesión sino más bien
una gran no-concesión para los dos. Tanto Bush como
Putin querían reducir sus misiles estratégicos, y por motivos
muy similares. Ambos querían crear ahorros cortando un arsenal
claramente excesivo. La reducción del gasto llegaría a aproximadamente
2000 millones de dólares en cada país, ahorro que en Rusia
es un imperativo económico para Putin, según
Ivo Daalder del Instituto Brookings. Ambos, también, querían
romper el inmovilismo de sus Fuerzas Armadas respecto a las armas nucleares
estratégicas para reformarlas en un marco más convencional.
En enero de este año, Andrew Krepinevich, asesor no demasiado informal
del secretario de Defensa Donald Rumsfeld, afirmó en una audiencia
del Congreso que la decadencia en la capacidad nuclear rusa y avances
tecnológicos en armas convencionales permiten reducir nuestras
fuerzas nucleares a 2500 ojivas. Ahora se habla de entre 2300 y
1700 ojivas. Putin, de su lado, ya había echado el año pasado
a su ministro de Defensa Igor Sergeyev por el respaldo público
de este a reforzar el arsenal nuclear ruso.
La situación es menos coincidente y menos clara con respecto a
la abrogación o modificación del tratado ABM de 1973, que
prohíbe el despliegue de sistemas de defensa antimisiles como los
que quieren Bush y Rumsfeld. Ninguno de los presidentes quiso ahondar
mucho en este durante su cumbre ayer. Bush explicó que el
ABM es una resabio de la Guerra Fría. En eso tenemos una diferencia
de opinión. Sólo diferimos en los medios para
alcanzar un mismo objetivo, intercaló Putin, quien aseguró
que continuaremos las discusiones. Pero el tema es mucho menos
urgente de lo que se piensa. Estados Unidos está a muchos años
de poder desplegar cualquier sistema estratégico antimisiles,
y hasta entonces su único problema con el ABM es el grado en que
prohibiría ensayos preliminares. Los abogados del Departamento
de Defensa en Washington están embarcados en una exégesis
muy generosa del documento, y, según varios informes, Putin estaría
dispuesto a dejarlos hacer.
En realidad, el ABM no es prioritario para el presidente ruso. Es sólo
que una ficha de cambio para conseguir concesiones en un tema mucho más
importante para la Rusia post-soviética: el petróleo. El
objetivo a largo plazo de Moscú ya no es ser una superpotencia
nuclear, sino una superpotencia energética, enfatiza Fiona
Hill del Brookings. La estrategia energética de Putin está
orientada casi exclusivamente al mercado europeo, que ya compra más
de un cuarto de su gas natural en Rusia. Putin quiere duplicar estas cifras,
y no quiere que nada ponga en juego este crecimiento. Así, probablemente
retirará su oposición a la entrada de los países
bálticos a la OTAN si, a cambio, Washington permite una renegociación
muy generosa de su deuda externa. Y Bush se está mostrando muy
generoso porque los principales tenedores de deuda sonalemanes. En
Berlín están muy preocupados de que van a quedar colgando,
explica Valentina Brougher de la Universidad de Georgetown. Es muy improbable
que Rusia entre formalmente a la OTAN, pero tiene mejores oportunidades
de ingresar a la Organización Mundial de Comercio (OMC), especialmente
luego de que se aprobara la entrada de China el año pasado. El
principal obstáculo no es la situación de derechos humanos
(el factor más citado), sino la intención explícita
de Putin de ignorar la apertura económica total que teóricamente
exige la OMC. En Washington algunos funcionarios advirtieron que su intención
es subvertir los principios de la organización desde adentro.
La energía también es crucial para las relaciones entre
Rusia y Estados Unidos en el Medio Oriente. Putin mira con mucho recelo
la mejora en las relaciones de Washington con Irán, ya que este
país sería un candidato para construir oleoductos al mercado
europeo, oleoductos que por lo tanto no pasarían por la Federación
Rusa o sus clientes. En Irak, Rusia (como Francia) tiene enormes inversiones
potenciales, tratos que entrarán en efecto si levantan las
sanciones económicas. Así, Moscú jamás aceptaría
el derrocamiento de Saddam Hussein (la persona con quien hizo esos tratos),
y orquestará, como en el pasado, el aislamiento de cualquier intento
norteamericano de hacerlo.
Pero son todos conflictos futuros, en un presente donde ambos países
tienen todos los motivos para ignorarlos en favor de operar juntos en
temas como el terrorismo. No quieren discutir sus verdaderas diferencias
sin ninguna razón urgente para hacerlo. En ese sentido, las profusas
descripciones de asados y camiones pickup en el rancho de Crawford pueden
no ser la superficie sino el contenido real de la cumbre de ayer.
CAYO
UN AVION NAVAL Y REFORZARIAN LA SEGURIDAD
El día de la paranoia aérea
Podría ser casualidad
pero los accidentes que protagonizan las aeronaves en Estados
Unidos no hacen más que inducir a muchos a pensar en lo peor. Ayer
fue el turno de un avión de la Marina: cayó en Washington
y sus tres tripulantes fueron rescatados sin mayores problemas. Pero el
miedo no es sonso, y los legisladores norteamericanos decidirían
hoy la federalización de los controles del equipaje en todos sus
aeropuertos. La caída del avión sobre el barrio neoyorquino
de Queens el pasado lunes y la proximidad del feriado por Día de
Acción de Gracias, fecha en que millones de estadounidenses suelen
viajar vía aérea, habrían logrado mágicamente
un acuerdo legislativo sobre el tema. Otro avión, el de American
Airlines que cayó el lunes, podría haber sido víctima
de turbulencias provocadas por otro avión al despegar. Sin embargo,
resulta evidente que el fantasma del terrorismo está presente.
Por eso, United Airlines presentó un proyecto, aún no aprobado,
que incorporaría armas de electroshock a bordo a la vez que se
estudian nuevos controles de las aeronaves.
El Senado y la Cámara de Representantes hoy votarían el
texto según el cual serían trabajadores federales los que
tendrían a su cargo la revisión de equipaje en todos los
aeropuertos estadounidenses. Este proyecto sería firmado por el
presidente George Bush en los próximos días. Actualmente
las tareas de control en los aeropuertos son cumplidas por empleados sin
preparación, con bajos salarios y por supuesto no sindicalizados
que responden a las compañías aéreas. A su vez, la
Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA)
estudia ordenar una inspección de todos los Airbus A300 que operan
en Estados Unidos. La FAA también deberá decidir si aprueba
la incorporación de armas electroshock que serían colocadas
en la cabina del piloto en una caja electrónica cerrada con código
de seguridad.
Los investigadores de la caída del avión de American Airlines
sospechan que el vuelo de la Japan Airlines 747-400, que despegó
dos minutos y 20 segundos antes que el aparato de American Airlines, pudo
haber pudo haber provocado interferencias que desencadenaron el accidente,
unos minutos después, a escasos metros de la pista de despegue
del aeropuerto Kennedy. El viento soplaba de tal forma y las altitudes
eran tales que pudo producirse un cruce entre los recorridos del avión,
pero sólo tenemos datos muy preliminares, dijo George Black,
uno de los responsables de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte
(NTSB). El mal estado de las cajas negras hace que se dificulte la investigación.
La memoria está ahí, pero no podemos acceder a ella,
comentó Black. Esta caja, que contiene todos los datos técnicos
del aparato, podría revelar otra de las incógnitas de los
últimos momentos del avión: por qué el copiloto puso
más fuerza en los motores 12 segundos antes de perder el control
del aparato, tal y como consta en las conversaciones en la cabina.
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