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ANTICIPADA, LA CONSULTA VIOLO LAS PAUTAS ESTABLECIDAS
Comienzo torcido en La Cava

En la villa de San Isidro empezaron el censo antes. Pero lo hicieron coincidir con una consulta municipal y le pidieron a la gente nombre y documentos. Así, se perdió el anonimato.

En La Cava la gente ni siquiera esperaba al censista y menos aún a dos juntos.

Por Alejandra Dandan

En San Isidro empezó el censo por anticipado. Pero no en todos lados. La Cava fue la plataforma de prueba. La Municipalidad hizo coincidir con el Censo Nacional una encuesta propia. Los agentes de Promoción Social se presentaron en las casas junto con los operadores del Indec. No hubo una campaña de difusión previa ni otro tipo de aviso. Muchos vecinos no estaban. Pero, además, cada uno tuvo que mostrar su documento de identidad y dar el nombre y apellido a los desconocidos que entraban, algo explícitamente descartado en el Censo Nacional. Según el Indec, no debieron entrar ambas personas juntas.
La gente de La Cava denunció ayer esta situación. Nadie entendía por qué todo el censo comenzaba tan temprano y tampoco por qué les pedían el documento para un relevamiento que se supone protege el derecho a la identidad. En La Cava no hubo ningún tipo de reserva. Una de las vecinas del barrio se encontró ayer temprano con dos personas frente a su casa. “Una era del Indec –dice–; la otra era un puntero de Promoción Social del municipio.” Amelia pertenece al foro social nucleado en la parroquia Nuestra Señora de La Cava. En su casa, aquellas personas hicieron las preguntas del protocolo del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos. No le preguntaron si trabajaba. Tampoco si en su casa tenía heladera o freezer. “Mi casa es como un departamento chiquito –trata de explicar la mujer– se ve todo de un solo golpe.”
Por obligación quienes llevarán adelante la encuesta a partir de hoy están obligados a hacer esas preguntas. Sin embargo en San Isidro esto no parece importante: “Si vos tenés en cuenta que es una villa, algunas preguntas no hace falta hacerlas”, le dijo a este diario María de los Angeles Broggi que es la funcionaria designada por la Provincia para coordinar el censo en San Isidro.
Para el Indec local no hubo errores de procedimiento sino falta de tiempo, por eso empezaron dos días antes. Durante el precenso, Broggi entrevistó a varias familias. Allí notó que cada consulta demandaría al menos 1 hora 15 minutos. “Con el personal que teníamos, no nos alcanzaban los dos días programados por Nación”, explica. El personal en realidad fue reclutado por Promoción Social de la Municipalidad a pedido del Indec. De acuerdo con la cantidad de viviendas de La Cava, el Indec consideró que se necesitaban 78 agentes. En vez de aumentar el número de censistas, la coordinadora prefirió extender los días de recorrido.
Pero éste no fue el único error. La segunda persona que entró a la casa de Amelia no era del Indec. El intendente local, Gustavo Posse, aprovechó el movimiento del censo para lanzarse con un relevamiento propio de salud. Reclutó a un grupo de empleados para pedir documentos y nombres completos. “Recién consulté a un vecino y efectivamente –dice el sacerdote Aníbal Filippi– le han pedido los documentos y el nombre.” Esta situación se repitió en todas las casas. El Indec estaba al tanto, pero “no se pudo evitar la superposición”, dice ahora Noemí Mutchnik, directora de Difusión del organismo.
En el barrio, el modo de la consulta resultó invasivo. Pero para los funcionarios locales la explicación es otra. En poco tiempo terminarán de edificar un nuevo hospital municipal. “Acción Social está pidiendo esos datos para relevar a los vecinos del distrito que podrán ser atendidos ahí”, sigue Broggi. Se supone que esos datos serán usados en la impresión de un carnet sanitario porque este nuevo hospital, ubicado sobre la avenida Santa Fe no atenderá a gente de afuera del partido, salvo en casos de emergencia: “Nuestros hospitales no están coparticipados por la provincia, los mantienen los vecinos de San Isidro con sus impuestos.”
Nada de esto se dijo en el barrio. La gente entregó sus documentos porque “no tengo nada que ocultar”, dice Amalia. A ella no le preguntaron todo lo previsto en el protocolo oficial. De todos modos el censo paraella terminó. Cuando se fueron la felicitaron: “Usted señora –le dijeron- ya fue censada”.

 

¿Abren o no los negocios?

Según la ley, durante la realización del censo no debería abrir ningún comercio que expenda comestibles ni los que reúnen público (cines, teatros, clubes). Sin embargo, permisos, decretos y fallos judiciales varios crearon un panorama confuso. Por lo pronto, muchos comercios, sobre todo los pequeños, se preparan para abrir.
Los gobernadores de Buenos Aires, La Rioja y el Chaco autorizaron a todos los comerciantes a abrir sus negocios. Carlos Ruckauf se jugó al desafío: “Les digo a todos los porteños que si quieren cenar o realizar compras en shoppings vengan a la provincia de Buenos Aires, que gasten en mi provincia”, dijo. Sin embargo, el secretario de Políticas Económicas, Federico Sturzenegger, aseguró que el gobierno nacional “va a ser inflexible con la prohibición vigente para los días del censo, y esta decisión está amparada por una ley nacional”.
La discrepancia también se dio en el ámbito judicial. El juez en lo Contencioso Administrativo Martín Silva Garretón hizo lugar a un recurso de amparo de la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Confiterías y Cafés, por el cual este tipo de locales “podrán trabajar normalmente en el censo”, según anunció la CAME. También la jueza Diana Regina Cañal, titular del Juzgado del Trabajo 74, hizo lugar a un recurso de amparo del Centro de Fabricantes de Pastas de Capital Federal. En cambio, el juez en lo comercial Roberto Garibotto rechazó el jueves el presentado por la Cámara Argentina de Supermercados. Tras la apelación, el fallo fue refrendado ayer por la Sala D de la Cámara Comercial.

 

OPINION
Por Eduardo Aliverti

La gran pregunta

Tres características rodean al censo, a saber: a) La discusión se centró en si los docentes tienen derecho a negarse a relevar; b) todo indica que a la mayoría de la población el tema le interesa más o menos un pito y c) no se tendría así idea de lo que un censo significa como herramienta clave para planificar políticas de Estado, en cualquier país que se quiera preciar de mínimamente serio.
El primer dato habla de un Estado desertor. ¿Hay algún funcionario que sin estallar de vergüenza pueda decir que no era obvia la negativa del gremio de los maestros? ¿Qué pretendían? ¿Que gente a la que le adeudan hace meses un sueldo de miseria, y que además tiene atrasada la paga del incentivo, fuese como manso corderito a hacer preguntas casa por casa teniendo, encima, que afrontar los gastos de movilidad? ¿Quiénes son entonces los que boicotean? ¿Los docentes, que resolvieron lo que cualquier hijo de vecino en las mismas circunstancias? ¿O el Gobierno, que conocía el clima imperante y lo estimuló vaciando todavía más el bolsillo de los educadores?
Las dos características restantes completan el círculo de la desidia. De igual manera en que la abstención y los votos en blanco e impugnados mostraron a un grueso de la sociedad desentendido de su destino, sin más aspiración que la puteada por la puteada misma, el desinterés frente a un hecho de esta naturaleza confirma que la deserción del Estado ya arrastra sin mayor esfuerzo a las pretensiones populares de una vida mejor. Podría decirse que se vote lo que se vote, se cense lo que se cense y se proteste lo que se proteste terminan haciendo lo que quieren, pero con ese criterio no me defiendo del asesino porque me va a matar de todos modos.
El Estado desertor no es el problema en sí mismo. Nadie puede llamarse a engaño y sólo un marciano puede creer en intenciones neokeynesianas por parte de Cavallo y De la Rúa, o en el espíritu de corregir las causas del aumento del delito o en que vayan a encarar de una vez por todas las obras que acaben con el drama de las inundaciones. El Estado no hará nada porque es el Estado de ellos y no se le piden peras al olmo.
La pregunta es si el conjunto popular seguirá dejándose llevar por la deserción del responsable público número uno. O si los grados de resistencia, que aún anidan y se muestran, son capaces de transformarse en organización y disputa del poder.
Es una pregunta dramática y de respuesta incierta, pero es la gran pregunta que hay.

 

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