Por Claudio Scaletta
La producción industrial
tuvo una caída interanual bruta en octubre del 8,8 por ciento,
los que se elevan a 9,8 en la serie desestacionalizada. Aunque la baja
fue levemente menor a la del mes anterior (10,4 por ciento), las cifras
dejaron claramente de ser de recesión para reflejar una situación
de cierre de plantas y abandono de la producción. A esto debe sumarse
que la comparación se realiza contra un año ya muy débil.
Con respecto al deprimido setiembre se registró una suba bruta
del 3,2 por ciento, que se transforma en una caída de 1,7 por ciento
con desestacionalización.
El déficit cero está mostrando a pleno sus resultados en
la industria, donde los publicitados planes de competitividad han demostrado
tener un efecto de hecho nulo para el nivel de actividad. Las caídas
del Estimador Mensual Industrial (EMI) en torno del 10 por ciento durante
los últimos dos meses muestran que se está frente a un virtual
colapso productivo y no sólo en una recesión.
Las encuestas del Indec reflejan también que los rubros que tradicionalmente
se despegaron de la coyuntura por su inserción internacional y
ampliaciones de plantas, como las materias primas plásticas y los
productos químicos básicos, registraron subas muy leves
de entre el 1 y el 2 por ciento. Aquí pesa además el hecho
de que representan economías de escala que por sus costos fijos
deben mantener niveles mínimos de producción. Incluso la
suba destacada por el adelanto del EMI en Detergentes, Jabones y Productos
Personales, responden a compromisos de exportación a Chile de la
principal firma del sector, la que controla más del 50 por ciento
del mercado.
Las caídas más fuertes se registraron en Automotores, alrededor
del 40 por ciento, Cemento y Vidrio de acuerdo a fuentes de la Cámara
Argentina de la Construcción más del 30 por ciento,
Textiles y Alimentos, que cayó más del 5 por ciento.
En conjunto se observa, salvo el mantenimiento de niveles mínimos
de actividad en industrias que no responden de modo directo a la coyuntura,
una debacle del mercado interno, la que se vuelve más pronunciada
en todos los sectores que dependen del consumo.
En el ámbito de las firmas ya no se está sólo en
niveles de liquidación de stocks, sino de cierre de plantas. Los
problemas de ruptura de la cadena de pagos abandonaron el lugar de la
retórica para convertirse en una realidad. Esta dificultad alcanza
incluso a las empresas más grandes que, en el mejor de los casos,
han prolongado sus plazos de pago. El problema se agravó también,
en el caso de las pymes, por la celeridad de la AFIP en embargar cuentas
bancarias frente a situaciones que, antes que evasión, representan
elusión temporaria.
La encuesta cualitativa, que mide las expectativas empresarias sobre la
evolución sectorial, muestra predominantemente que para noviembre
no se esperan cambios en la situación actual. Es decir que quienes
siguen produciendo saben que el techo se bajó y que la actual es
una situación estructural. Sólo el 3,4 por ciento de los
empresarios espera un aumento de la demanda interna, mientras que el 37,9
por ciento prevé una baja. En cuanto a la capacidad instalada,
el 41,4 por ciento de las empresas prevé una disminución
de su utilización y sólo el 3,4 una suba. Entre los exportadores,
el 24,5 por ciento considera que sus ventas declinarán este mes,
contra un 13,2 que esperan una suba.
La comparación de los 10 primeros meses de 2001 con respecto a
igual período del año anterior suma una caída del
4,4 por ciento. Sin embargo, este total no refleja la aceleración
de la tendencia negativa registrada desde julio.
|