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QUE SE DICE EN PAKISTAN DEL DESTINO DEL SOSPECHOSO NUMERO 1
La traición ronda a Osama bin Laden

Especialistas paquistaníes consultados por Página/12 afirman que el multimillonario saudita puede ser capturado rápidamente.

Osama bin Laden (der), con su hijo en el centro y Mohammed Atef a la izquierda.

Por Eduardo Febbro
Desde Peshawar

Estados Unidos parece haberse decidido al fin a poner en marcha la fase del operativo militar que inspiró la campaña militar en Afganistán, es decir, la búsqueda de Osama bin Laden. Comandos norteamericanos y fuerzas especiales británicas se unieron a las tropas de la Alianza del Norte con el doble objetivo oficial de “brindar seguridad a las misiones humanitarias” y rastrear las huellas de Bin Laden para capturarlo. Pese a que el secretario de Defensa norteamericano, Donald Rumsfeld, declaró hace unos días que “encontrar a ciertas personas equivale a buscar una aguja en un pajar”, los especialistas paquistaníes piensan por el contrario que, en las circunstancias actuales, la captura de Bin Laden puede llegar rápidamente.
En un momento de desbandada como éste, el origen saudita de Bin Laden no lo pone al abrigo de alguna sorpresa. Contrariamente a los talibanes, cuya pertenencia a la etnia pashtún los autoriza a pedir la solidaridad de las tribus pashtunes que están a uno y otro lado de la frontera entre Afganistán y Pakistán, Bin Laden no puede apoyarse en esa providencia. Según el gran especialista paquistaní de Afganistán, Ahmed Rashid, “Bin Laden está en peligro. El riesgo de que sea traicionado es muy elevado. Los jefes tribales de la etnia pashtún carecen de ideología. Se van a poner del lado del ganador. Cuanto más rotunda sea la derrota de los talibanes, más colaborarán con Estados Unidos”.
Los numerosos talibanes que acuden a Pakistán a refugiarse con las barbas afeitadas aseguran que para Bin Laden la cuestión no es tanto caer en manos de Estados Unidos sino “caer muerto”. Uno de los portavoces del líder del sistema talibán, el mullah Mohammad Omar, reiteró en Peshawar que Bin Laden “decidió hace mucho que era mejor morir antes que estar en manos de Estados Unidos”. Ayer, una radio iraní –la misma que anunció antes que nadie que la ofensiva norteamericana había comenzado en Afganistán– reveló que el mullah Omar y Bin Laden habían huido ayer hacia Pakistán. La radió aseguró que los hombres fueron por ruta e ingresaron a Pakistán en el área de Manatiq Azad, una de las zonas semiautónomas del país situada en los alrededores de Peshawar. Islamabad negó sin demora esa información y recalcó su “determinación” de que tanto Bin Laden como los jefes talibanes “no atraviesen la frontera”.
Por lo pronto, Washington envió a la zona de la hoy ex sede de los talibanes, la ciudad de Kandahar, poco más de 100 comandos especializados en tareas de reconocimiento difíciles. Los comandos estadounidenses trabajan en estrecha colaboración con otros grupos de “especialistas” enviados a la región por Gran Bretaña. En total, hay más de 300 equipos de elite recorriendo las grutas y los subterráneos montañosos del sur de Kandahar utilizados por los mujaidines en la época en que luchaban contra la invasión soviética. Esta fase del operativo anglo-norteamericano marca una nueva etapa en el conjunto de la “misión”. La búsqueda de Bin Laden excluye el bombardeo masivo y se basa en un “trabajo puntual” realizado en tierra por los comandos. Ahora que las ciudades estratégicas de Afganistán están bajo control de la Alianza del Norte, la estrategia se orienta hacia el recurso a “equipos reducidos” compuestos por militares y agentes de la CIA.
Varios testimonios recogidos por Página/12 dan cuenta de la presencia de tropas de elite norteamericanas que establecieron su puesto de control en los principales ejes ruteros de Afganistán que conducen hacia el sur del país. La estampida talibán es tal que el riesgo de que sea “intercambiado”crece cada día, tanto más cuanto que el precio puesto por Estados Unidos por su cabeza, 25 millones de dólares, es una suma tentadora en épocas de repliegue y rendición. Las descripciones que hacen los testigos sobre la manera en que los talibanes y la famosa “legión árabe” de Bin Laden abandonan todo por el camino son apocalípticas. Algunos relatos coincidentes narran acerca de hombres que se afeitan precipitadamente y arrojan sus Kalashnikov al fondo de los valles. Lejos de esa visión escatológica pero real, Tayeb Agha, otro de los portavoces de los talibanes, aseguró que tanto Bin Laden como el mullah Omar “siguen dentro de Afganistán y están en perfecta salud”. Bin Laden “se encuentra en una situación equidistante: puede protegerse en las zonas pashtunes de Pakistán o ser vendido por los jefes tribales de esas mismas zonas”, comentaba con ironía un militar paquistaní de la región de Peshawar.

 


 

LA FRONTERA CON PAKISTAN, UNICO REFUGIO TALIBAN
Una ayudita del hermano pashtún

Por E.F.

Peshawar ha visto pasar de todo. Agentes de la CIA y talibanes recién formados en las escuelas coránicas de Pakistán en los tiempos en que Estados Unidos entregaba armas para que los estudiantes de teología combatieran al invasor soviético. Ultimamente, apenas comenzaron las represalias norteamericanas en Afganistán, Peshawar y las siete zonas tribales que se encuentran en los alrededores vieron pasar miles de refugiados afganos que huían de las bombas. Desde hace cinco días, esta zona fronteriza con Pakistán ve desfilar una incontenible hilera de “ex talibanes” que fueron dejando por el camino los signos que antes los distinguían: barba, turbante y esa mirada de desprecio que tanto los caracterizaba. La huida se aceleró con la lenta pero inexorable caída de la ciudad afgana de Kandahar, el centro político y religioso del poder talibán.
Hoy, como refugio, no les queda más que una estrecha franja fronteriza con Pakistán, las provincias de Zebul y Paktika. Estas dos zonas montañosas están esencialmente pobladas por tribus pashtunes pertenecientes el clan Ghilzai, del que son oriundos muchos altos dignatarios de la milicia fundamentalista. La “salvación” de los talibanes son las zonas tribales paquistaníes pobladas por pashtunes. Estos ofrecen “una protección sin falla a los talibanes, sobre todo si son de origen modesto y pertenecen a las tribus Ghilzai”, comentaba un talibán recién “exiliado” en una casa de un barrio residencial de Peshawar. Según este ex responsable de una pequeña municipalidad afgana, “los pashtunes paquistaníes están jugando sin reservas el pacto de la solidaridad étnica. No nos han abandonado y no creo que lo hagan, al menos en lo que atañe a los combatientes talibanes de base como yo”. Son incontables los talibanes que se refugiaron en Pakistán bajo la cuádruple protección de la permeabilidad de las fronteras, de los lazos étnicos, de la complicidad del ISI (los servicios secretos paquistaníes) y de las zonas tribales. Varios analistas acotan en Pakistán que los talibanes seguirán “siendo muy útiles para Pakistán, sobre todo aquellos que encuentren abrigo en el país. Nunca se sabe para qué pueden servir más tarde”.
La autoridad de Islamabad no llega a las zonas tribales, desde donde, de hecho, partieron en su momento cientos de combatientes para combatir junto a los talibanes. Estos Estados casi autónomos funcionan según leyes tribales propias y “en momentos como éstos esa situación arregla a todo el mundo: Pakistán puede dar protección a los talibanes pashtunes sin hacerse acusar por Estados Unidos de estar jugando un doble juego”.

 

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